Los alcaldes tienen entre sus funciones velar por la calidad de la alimentación de la población de su ciudad.
Si no anduvieran en el afán de poner pancartas y avisos , con sus caras risueñas- que uno se pregunta de qué se ríen - se dedicarían, personalmente, a revisar los restaurantes, los supermercados y la cantidad de ventorrillos que venden comida ligera; amén las grandes cadenas de comida rápida, la llamada comida chatarra, y con toda seguridad constatarían la mala calidad de lo que consumen sus ciudadanos.
Hace falta una ciudadanía activa, apoyada e incluso promovida por los alcaldes, para que, en aras de protegerse de todo tipo de enfermedades- cerebrales, estomacales, cardíacas, diabetes,... se constituyan en asociaciones de consumidores y protesten.
Estas asociaciones de consumidores promoverían acciones, por ejemplo, de investigación de lo que se vende de alimentos. Si son aptos para el consumo.
Yo por mi parte, no comeré jamás comida chatarra, ni otro tipo de basura ! perdón ! tales como ...
imagínense, investiguen a lo que me refiero.
Obliguen a los alcaldes y demás gobernantes a quitar de los bienes públicos sus caras risueñas, que, no pocas, parecen caricaturas de risas fingidas o de burlas para con los ciudadanos.
Es hora de protestas por la vida.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo