lunes, 25 de abril de 2011

Juan Pablo II y la cuestión social

“Ante la miseria del proletariado, nos parecería faltar al deber de nuestro oficio si callásemos” León XIII
La Iglesia no puede callar ante la miseria. Hacerlo sería negar a Jesucristo que hizo de los pobres su opción preferencial de su misión en la tierra.
Cónsono con lo anterior, la Iglesia está consciente que el hombre es el camino de la Iglesia.
Una economía tiene que estar en función del bienestar del hombre, como ser real, concreto e histórico. Se trata de cada hombre, porque a cada uno llega el misterio de la redención, y con cada uno se ha unido Cristo para siempre a través de este misterio.
A finales del siglo XIX, era Papa León XIII, la cuestión social era dantesca. La economía, el sistema político que le servía de sustento – el liberalismo – explotaba sin misericordia a niños, mujeres y hombres, que no tenían derecho a un salario justo, a días de descanso ni para guardar los días festivos dedicados a la alabanza al creador. A esta situación política y económica, Juan Pablo II, llamó capitalismo salvaje.
El santo Papa, Juan Pablo II, escribió la encíclica Centesimus annus en homenaje a la gran encíclica, la Rerum novarum, de León XIII.
En esa encíclica, Centesimus annus, Juan Pablo II, se refiere al conflicto capital y trabajo. León XIII defendía los derechos fundamentales de los trabajadores, la dignidad del trabajador y del trabajo, entendiéndose por éste la actividad ordenada a proveer a las necesidades de la vida y en concreto a su conservación. Defendió, también, la existencia de un salario justo. Se afirma, con justicia, que el Moderno Derecho Laboral, nació con la publicación de la Rerum novarum.
Para que haya paz hay que tener libertad y una justa distribución de la riqueza. Está comprobado.
La Iglesia, por tanto, es defensora y promotora de los derechos del hombre. La libertad religiosa, que es camino hacia la paz, es garantía de dignidad trascendente. La libertad religiosa, el derecho a vivir según la verdad de la propia fe, es fuente y síntesis de esos derechos del hombre.
El hombre necesita de la propiedad privada entendida no como un valor absoluto. La complementa el destino universal de los bienes de la tierra. El derecho a tener para ser. A tener lo necesario para que el trabajador pueda obtener un desarrollo humano integral de él y el de su familia.
Juan Pablo II, nos dice, en su Centesimus annus, que León XIII, llegó al núcleo de lo que intentó el llamado socialismo real como respuesta a esa dantesca cuestión social existente a finales del siglo XIX, que fue eliminar, suprimir, prohibir, la propiedad privada. “Para solucionar este mal (la injusta distribución de las riquezas junto con la miseria de los proletarios) los socialistas instigan al odio contra los ricos y tratan de acabar con la propiedad privada estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes… pero esta teoría es tan inadecuada para resolver la cuestión, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras, y es además sumamente injusta…” Es el socialismo real que “vivieron” en la extinta URSS y que agoniza en otras latitudes.
En el ejercicio de la libertad, que no es un valor absoluto, debe garantizarse la existencia de la familia, de grupos económicos, sociales, políticos y culturales. Es la manera de respetar la naturaleza humana, que tiene autonomía y necesita de ella, enmarcada dentro de los linderos establecidos por el bien común.
Las ideologías no han dado respuesta satisfactoria a la cuestión social. La ciencia y la tecnología, tampoco, no obstante, los progresos y beneficios que el ser humano ha obtenido. Y es que, categóricamente hay que sostener, fuera del Evangelio no existe verdadera solución para la cuestión social. En el evangelio las cosas nuevas de ayer y de hoy – quizás más graves hoy, cuando hasta la vida humana está en peligro de extinción y el planeta ha sido maltratado por la ciencia y la tecnología sin freno moral – pueden hallar en él su propio espacio de verdad y el debido planteamiento moral.
Se requiere en el presente, como ayer, de un poder equilibrado por otros poderes y otras esferas de competencia. La única soberana en un Estado de Derecho es la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres. El Estado debe garantizar la seguridad, porque la falta de ésta, junto con la corrupción de los poderes públicos y la proliferación de fuentes impropias de enriquecimiento y de beneficios fáciles, basados en ilícitos de todo tipo y pelaje o puramente especulativas, es uno de los obstáculos principales para el desarrollo y para el orden económico.
He querido compartir estas notas con todos, recomendando sus lecturas, que emanan de las encíclicas citadas, de extraordinaria vigencia, como un homenaje al Santo Papa Juan Pablo II, en momentos cuando, ser Beato es el primer eslabón de su canonización. Es un merecimiento más que justificado. El Santo Papa, Benedicto XVI, le ha tocado el honor de encabezar ese merecimiento.

domingo, 10 de abril de 2011

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“Amontonen un capital sólido para el porvenir y conseguirán la vida verdadera” (1 Tim 6, 19)
Nuestra amada Iglesia – nada en el mundo es más precioso que ella -, en este tiempo de Cuaresma, está desarrollando una campaña que tiene por título: COMPARTIR. La Iglesia lo hace todos los días, de manera permanente y eterna. Ha querido, y quiere, que, en este tiempo de mirada profunda hacia nuestro yo interior, hagamos penitencia de compartir lo poco o lo mucho que tengamos. Lo hagamos con los necesitados, de todo corazón.
La Iglesia llama a la sensibilidad para con los damnificados por los desastres naturales que hemos vivido en el planeta tierra y en específico aquí, en Venezuela. Ella alerta al hombre y a la mujer a cuidar la creación de Dios, de la que somos solo sus administradores. De no hacerlo, la vida humana corre peligro de desaparecer.
La codicia por el dinero es causa de todos los males.
Hay quienes creen que la religión es un negocio. Lo es pero “cuando uno se conforma con lo que tiene” (1 Tim 6, 6), pero no cuando uno quiere hacerse rico a costa de ella.
“Nada trajimos al mundo, como nada podremos llevarnos; así que teniendo que comer y con qué vestirnos, podemos estar contentos… porque la raíz de todos los males es el amor al dinero; por esta ansia algunos se desviaron de la fe y se infligieron mil tormentos” (1 Tim 6, 11).
“A los ricos que no sean arrogantes ni confíen en las riquezas, que son siempre inseguras, que más bien confíen en Dios… Que practiquen el bien, que se hagan ricos en buenas obras, que den de buen corazón, que sepan compartir” (1 Tim 6, 17 – 18).
Que conste, no me alineo en los que creen que ser rico es malo. Sé de muchos que han sido y son benefactores de muchas instituciones, que creen, aman y comparten. Estoy seguro que, al momento del juicio final, cuando Dios les pregunte qué hiciste con el amor que te dí, responderán: amé mucho… hice un capital sólido, en buenas obras para lograr de ti la vida verdadera: la vida eterna.

domingo, 3 de abril de 2011

PARP, un nuevo modelo de Iglesia

“La claridad, la constancia, la obediencia y la fuerza proceden de la unidad, de la comunidad.” Megan MacKenna
El Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, de esta ciudad de Maracaibo, el lunes 28 de marzo próximo pasado, fue escenario de la celebración de un acto muy importante.
El acto consistió en una magistral conferencia que María Libia Hernández, miembro del Movimiento Internacional Por un Mundo Mejor, dictara para laicos, referida a cómo organizar el Proyecto Arquidiocesano de Renovación Pastoral (PARP). La conferencista se sintió en un oasis al hablarle a los laicos: la fuerza grande de la Iglesia.
Ella fue antecedida por la hermana Marta Escobar, que informó a los presentes acerca de lo que hasta el presente ha hecho la Diócesis de Maracaibo sobre la elaboración y ejecución del PARP, y después, dejó, en el uso de la palabra, a la conferencista.
¿Por qué es importante ese proyecto?
Porque se busca, dentro de un proceso de renovación, ir hacia un modelo de Iglesia acorde con el propuesto y aprobado en el Concilio Vaticano II.
Por cierto, el Papa Bueno, Juan XXIII, ante una crítica por haber convocado el Concilio, abrió las puertas y ventanas de su despacho en El Vaticano y dijo: para que de afuera nos vean y veamos hacia fuera, y que entre luz y claridad.
El Concilio es todavía, a pesar de haber transcurrido cincuenta años de su aprobación, novedad. Es un Concilio Pastoral.
Ahora bien, la renovación mantiene lo esencial. Ese nuevo modelo de Iglesia que se quiere, parte de la Palabra de Dios. Lograrlo requiere de un Plan Pastoral.
¿Es iniciativa de un obispo solo? No. Es decisión tomada por los obispos en Aparecida (No. 169) en Brasil, recientemente. Cada diócesis tiene que tener un mismo plan pero con cosas comunes a cada Iglesia.
¿El Plan para qué? Para saber hacia dónde vamos.
¿Qué implica? “Saber”. “Creer”. ¿Qué modelo de Iglesia? ¿Qué quiere Dios? ¿Cómo se logra? ¿Cómo se construye? Con el trabajo de todos, acorde con los dones y carismas de cada quien, fundándose en la diversidad que, para la unidad, constituye una riqueza, una fortaleza. ¿Se necesita de una metodología? Por supuesto que si. Para el Plan que es de largo plazo. ¿Requiere de diagnóstico? Claro. ¿Que necesita? organización, de equipos de organización.
Si algo no puede ser perdido de vista es que Dios es Comunión. La Iglesia es signo e instrumento de la comunión querida por Dios. La Iglesia es misterio de comunión, que es perfección, que lo entendemos por la fe.
Al hablar de diversidad, recodemos siempre que el Espíritu Santo es signo de diversidad. Sin diversidad no hay unidad. Dios nos hace diversos para encontrarnos.
Los cristianos católicos tenemos que cambiar y promover un estilo de vida comunitaria. Que lo que hagamos esté revestido de mística, alma y amor, para el éxito del proyecto.
Ese estilo de vida es una manera de ser, pensar y actuar, con coherencia de vida, de acuerdo con el Evangelio de Jesucristo. Es vivir la comunión con Dios, con los hermanos, consigo mismo y con la naturaleza.
El Arzobispo de Maracaibo, con su santidad, talento y humor, se refirió a la Nueva Evangelización que se propone en el Sínodo Universal que, con el tema La Nueva Evangelización y la transmisión de la fe, se celebrará en Octubre de 2012. Para nuestro santo Papa Benedicto XVI (no es casualidad que lleve el nombre de Benedicto Patrono de Europa) es preocupación lo atinente a la Nueva Evangelización, principalmente en el viejo Continente. El PARP – en mi criterio – está enmarcado en ese contexto renovador de nueva evangelización.
Textos: Aparecida (169), La Iglesia en América (No. 29), A las Puertas del Nuevo Milenio (No. 4) Juan Pablo II.
Nota: Lo escrito es producto de mi vieja costumbre de tomar apuntes. Cualquier error es de mi autoría.