La Palabra de Dios, nos lleva a pensar en el sacrificio de Jesucristo que vino a estar con nosotros en la tierra y que no supimos, o no quisimos, aprovechar su presencia , que traía la paz verdadera. Estoy hablando por la humanidad de ayer y del presente.
Jesús había sido recibido con alegría por Jerusalén. Lo hacían por sus numerosos milagros. Cantaban: Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosana en el cielo.
Pero, luego, Jesucristo llora sobre Jerusalén que no supo abrirse a su visita. Jesús sabe, profetiza, que su pueblo amado será destruido. Este hecho ocurrirá en el año 70 ante la acción guerrerista de los ejércitos romanos. Es un castigo a un pueblo rebelde.
Jesús es el cordero y el León de la tribu de Judá, victorioso.
Jesús le llevó la paz a su pueblo, que no la vió.
Jerusalén con su proceder, invita al mundo del presente a seguir a Jesucristo y su doctrina.
Invita a entender que la paz del mundo pasa por la paz interior de cada uno. Que la paz verdadera y auténtica nos la da jesucristo. Que la guerra es destrucción. Que la paz es amor y es la antítesis del odio, el rencor y la violencia.
Invito a acoger a Jesucristo en nuestras vidas.
Jesús había sido recibido con alegría por Jerusalén. Lo hacían por sus numerosos milagros. Cantaban: Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosana en el cielo.
Pero, luego, Jesucristo llora sobre Jerusalén que no supo abrirse a su visita. Jesús sabe, profetiza, que su pueblo amado será destruido. Este hecho ocurrirá en el año 70 ante la acción guerrerista de los ejércitos romanos. Es un castigo a un pueblo rebelde.
Jesús es el cordero y el León de la tribu de Judá, victorioso.
Jesús le llevó la paz a su pueblo, que no la vió.
Jerusalén con su proceder, invita al mundo del presente a seguir a Jesucristo y su doctrina.
Invita a entender que la paz del mundo pasa por la paz interior de cada uno. Que la paz verdadera y auténtica nos la da jesucristo. Que la guerra es destrucción. Que la paz es amor y es la antítesis del odio, el rencor y la violencia.
Invito a acoger a Jesucristo en nuestras vidas.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo