lunes, 29 de julio de 2013

La fe que nos ha traído Cristo

“Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas” (Jn 12, 46).
La fe brilla en nuestros corazones cuando en estos aparece una “chispa, que se convierte en una llama cada vez más ardiente” (Dante, en la Divina Comedia).
Es la fe en Jesucristo, Dios encarnado en la tierra, que es luz que irradia en toda la existencia del hombre.  Jesús es el verdadero sol “cuyos rasgos da la vida”, como lo afirma Clemente de Alejandría.
Creer es ver la gloria de Dios, con “una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso” (Lumen Fidei 1).
La fe es más poderosa que la razón. No se opone a la “audacia del saber”. Ambas vienen de Dios.
La fe nos da seguridad y confianza, paz en el alma, felicidad y alegría.
Se equivoca Nietzche cuando afirma que la fe “es como un espejismo que  nos impide avanzar como hombres libres hacia el futuro”. Se equivoca el autor del “super hombre”, ya que la fe no es ilusoria. Es luz.
Se ha comprobado que la luz de la razón autónoma no logra iluminar suficientemente el futuro; al final éste queda en la oscuridad y deja al ser humano con miedo a lo desconocido (LF , 2).
La fe nos ilumina y nos evita la confusión; la confusión que origina el no saber distinguir el bien del mal.
No en pocas oportunidades, lo que hace la razón es “dar vueltas y vueltas, sin una dirección fija”. En cambio, el carácter luminoso propio de la fe, lleva a la persona humana a sentirse protegida, amparada por Dios. Nada más grandioso que sentirse amado por Dios, con la auténtica y verdadera libertad que el Todopoderoso le ha dado desde la Creación.
La fe es una luz tan potente que, sin duda alguna, no “puede provenir de nosotros mismos”, viene, definitivamente, de Dios.
“La fe nace del encuentro con Dios vivo”. El, con su infinito amor, se revela al hombre y lo hace sentir, al aceptarlo, seguro, libre, sin miedo, capaz de navegar en un mar proceloso y no hundirse en él, en este mundo actual de tantas amenazas y dificultades, de gravísimos problemas, de, incluso, un sin sentido de la vida, sin fe, de tener a Dios apartado, de negación suya.
El verdadero Padre del hombre es Cristo y nuestra madre la fe en él.
Tengamos presente, que ese Don de Dios, que es la fe, tiene que ser alimentado y robustecido, para que siga iluminando el camino de todos, de la Iglesia que somos todos los católicos. Asumamos una vida de compromiso. Ella nos da el verdadero descanso, como lo afirma el santo papa Francisco.

sábado, 6 de julio de 2013

Primer contacto con Lumen Fidei

“No perdamos la esperanza”
Con fecha 29 de junio de 2013, día de los Apóstoles Pedro y Pablo, ha sido publicada la primera encíclica de Francisco, en el primer año de su pontificado.
Lumen Fidei, que es su nombre, que es luz de la fe, fue presentada, a casa llena, en El Vaticano, el 5 de julio reciente.
Pienso, que es continuidad de la carta Porta Fidei, que a motu propio, publicara Benedicto XVI, donde se declaró Año de la Fe, el espacio de tiempo comprendido entre octubre de 2012 y noviembre de 2013.
Ya en su presentación, se nos dijo, que tiene “mucho de Benedicto XVI y todo de papa Francisco” (Monseñor Marc Quellet).
En la encíclica se define qué es la Fe: “es lámpara que guía nuestros pasos en la noche  y la que nos basta para el camino”, que no nos separa o aparta de la realidad, “pero nos permite entender todo el significado más profundo, de descubrir cuando Dios nos ama y de este modo los oriente hacia sí mismo” (Mons Müller).
Lumen Fidei tiene la “fortuna” de haber sido escrita de la mano de dos pontífices, con el mensaje de Francisco y el magisterio de Benedicto XVI, en ambiente de unidad de fe.
La encíclica nos invita a los cristianos a salir del “yo” y el decidirnos por el “nosotros” de la Santísima Trinidad, conscientes como fieles de ser “miembros de una gran comunión”.
Francisco quiere proponer y lo indica así, el camino que ha de seguir la Iglesia para recuperar su misión en el mundo de hoy (Mons. Fisichella).
Tener fe en Dios es amor. A Él y al prójimo como a sí mismo.
Ya en Porta Fidei – la Puerta de la Fe – se recomendaba para la Nueva Evangelización o transmisión de la fe cristiana, como instrumentos válidos el Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica. Francisco ha recordado que el concilio fue “un concilio sobre la fe”.
La estructura de Lumen Fidei es la siguiente: Una introducción y cuatro capítulos.
En la introducción se hace referencia a la luz de la fe (1) ¿Luz ilusoria? (2-3). Una luz por descubrir.
El cap. I: Hemos creído en el amor. El cap II: si no creéis, no comprenderéis. El cap. III: Pablo dice: transmito lo que he recibido. Cap. IV: Dios prepara una ciudad para ellos, los que creen.
Bienaventurada la que ha creído (Lc 1, 45); bienaventurado el que ha creído.
No perdamos nunca la esperanza que nos viene de la fe en Jesucristo. Tengamos fe.

martes, 2 de julio de 2013

La actualidad de Gaudium et spes

Gaudium et Spes – gozos y esperanzas – es una de las constituciones que, el Concilio Vaticano II, aprobó.
En efecto, el día 7 de diciembre de 1965, el Papa Pablo VI, solemnemente, la promulgó. Le estampó el ejecútese.
Trata esta constitución pastoral, de la relación de la Iglesia con el mundo actual, siendo manifestación del aggiornamento pretendido por Juan XXIII.
Se hace necesario decir qué significa aggiornamento. Palabra en italiano que significa puesta al día. Poner la Iglesia al día fue la intención del Papa Juan XXIII.
Nadie debería poner en duda la vigencia de esta constitución.
Por vigencia se entiende lo que está en uso y tiene validez en un momento determinado. Es sinónimo de actualidad, valor y vigor.
El mundo de hoy, podría afirmarse que planetariamente (No creo que sea solo en el mundo occidental) está sumido en falta de ética, que se refleja en todas las actividades humanas. En la política y en la economía es donde más se palpa.
En la vida económico-social debe respetarse la dignidad de la persona humana, porque el hombre es autor, centro y fin de esa vida. ¿Se respeta?
Muchedumbres carecen de lo estrictamente necesario para vivir ¿Puede negarse?, “el lujo pulula junto a la miseria”.
La paz mundial difícilmente puede alcanzarse con una realidad de gravísimos desequilibrios económicos y sociales. Es la causa preponderante de los conflictos que sacuden al planeta. Aquí en nuestras narices veamos lo que sucede. Se habla, incluso, de la primavera latinoamericana a raíz de lo que sucede en Brasil.
Yo no creo en una economía donde no se satisfagan las necesidades materiales del hombre, porque la finalidad debe ser, servir a la persona humana de manera integral.
Nada más injusto que la inseguridad que produce la estrechez económica.  Nada más contrario a la equidad que el individuo no pueda ganar el pan para su sustento y el de su familia.
Al católico le es un deber político fijar posición, denunciar que es un pecado grave impedirle al hombre  tener un trabajo digno, de salario justo, que le permita lograr su dignidad y la de su familia.

La Iglesia tiene que estar acompañando al hombre en sus necesidades espirituales y materiales. Su puesta al día pasa por ese acompañamiento. Pienso que Francisco camina en esa ruta.