miércoles, 29 de febrero de 2012

Moniciones

“Sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía. Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía” San Juan de la Cruz.

Con el título “Moniciones”, acaba de ser publicado un libro de mi autoría. Es artesanal y de muy limitada edición.

No obstante llevar ese nombre, no pretende ser ni consejo ni advertencia, sino exposición de pensamientos del autor, o si se quiere, semillas, que pretenden germinar en tierra fecunda.

Sabe Rafael Inciarte Bracho, que sólo Cristo y su Evangelio, la Buena Noticia para todos los tiempos, salvará a una humanidad desconcertada, desorientada y dominada por el relativismo, alejada de Dios. Es una humanidad que necesita conversión y, por tanto, liberación de las tinieblas que produce el pecado, individual y social.

El índice de la obra parece toda una catequesis. Invito a leerlo con detenimiento.

Su lectura es breve y amena.

En “Moniciones”, vas a encontrar, tú, si lo logras leerlo, pensamientos de Rafael Inciarte Bracho, inspirados en la lectura y escucha diaria de la Palabra de Dios. Lo que a él le queda de esas lecturas, que, diariamente, lleva al Twitter y a Facebook, siguiendo la recomendación del santo Papa, Benedicto XVI, de hacer uso de estos medios para evangelizar.

Desfilan por sus páginas citas de Juan Pablo II – orar sin cesar - , de Benedicto XVI, Angel Lombardi, B. Caballero, San Francisco de Asís, San Agustín, San Alfonso María de Ligorio, José Escrivá de Balaguer, san Gregorio Magno, Pedro Crisólogo, Schökel, Gandhi, San Hilario, Pío IX, San Francisco de Sales – he hecho mía su frase “nada pedir, nada rehusar” - Santo Tomás Moro, entre otros.

En sus páginas vas a leer aquello de que “lo que más puede hacer infeliz, nuestra vida es el querer someternos a la corrupción de las cosas materiales, de las cosas y seres que perecen y no a Dios” (San Gregorio Magno).

Santo Tomás Moro, patrono de políticos, gobernantes y abogados, define lo que se entiende por Utopía, que es una de sus grandes obras.

Utopía es aquel lugar que no se encuentra en ninguna parte. Para Utopía “la raíz de todo mal social radica en la existencia de propiedad privada y del dinero”.

Santo Tomás Moro nunca dejó de ser cristiano católico y ante la pretensión del rey Enrique VIII de que renegara de su fe católica y de la potestad del Papa, prefirió perder la cabeza y no su virtud. Renunció al poder y a la riqueza para no ceder al capricho del monarca enloquecido que quería divorciarse de Catalina su esposa. Este lo condenó al cadalso.

“Moniciones” fue editado en Librería Artesanal San Agustín, del ingeniero Ricardo Triana.

martes, 21 de febrero de 2012

¿La mentira un mal social?

“El malvado hunde al prójimo con la boca, pero a los justos la inteligencia los salva” (Prov 11,9)

La mentira consiste en decir lo contrario de lo que se sabe, se cree y se piensa. Existen muchas razones que llevan al ser humano a mentir. El miedo puede ser una, un beneficio económico otra, el salvar una persona otra, el no crear alarma…, en fin, son numerosas las causas que la determinan, hasta patologías pueden hacer de una persona un embustero incontenible.

Recientemente, un destacado personaje venezolano, de fama nacional e internacional bien ganada, mintió al país, falseando la verdad de cuándo nació la institución que él fundó y dirige. ¿Por qué lo hizo?

Platón, en su obra La República, justifica la mentira. Habla de “mentira noble”. En nuestros predios, es común la expresión “mentira piadosa”. Pero son mentiras. Escuchen: Si no puedes decir la verdad, calla; pero no la sacrifiques con la mentira.

Aristóteles, San Agustín y Kant repudian la mentira. Tomás de Aquino califica a las mentiras y las considera pecados veniales y mortales. Entre estas últimas ubica a la mentira maliciosa.

Tuvo Hitler un ministro de propaganda que decía que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Ese ministro hubiera dejado perplejo al propio Maquiavelo.

Puede manipularse a la gente a través de distintos medios. Lo que hacía el tristemente célebre ministro hitleriano, pero siempre será mentira, así sea repetida mil veces.

Al mencionar a Platón y a Maquiavelo estamos en el campo de la filosofía política donde la mentira es frecuente. Se acude a ella sin escrúpulo alguno.

Más de una persona afirma que el campo más propicio para la mentira es el compuesto por la política, la justicia y el periodismo, agregaría la tv, la radio, entre otros, de donde no escapa internet.

Si toda la sociedad siguiera la sabiduría que proviene de Dios, Pinocho, el personaje de madera cuya nariz crece cada vez que dice una mentira, languidecería.

¿Qué dice el libro sapiencial del Antiguo Testamento de la Biblia, Proverbios?

1.- Aparta de ti los labios falsos (Prov 4, 24).

2.- Un hombre malvado, un individuo perverso, camina contando mentiras (Prov 6, 12). El perverso es mal intencionado y busca destruir las buenas costumbres, la fe, el gusto…

3.- La boca malvada encubre violencia (Prov 10, 6). Los labios mentirosos encubren odio, quien difunde calumnias es un insensato (Prov 10, 19). Calumniar es la peor de las mentiras, atribuye falsa o maliciosamente a alguien palabras, actos o intenciones deshonrosas.

4.- La palabra verdadera permanece para siempre, el mentiroso sólo un instante (Prov 12, 19). Es la trascendencia de la verdad.

5.- Hay que aborrecer la mentira (Prov 13, 5). Ser honrado es aborrecer la mentira.

No es cosa de ingenuos el estar en guardia ante la mentira y el embustero, sabiendo discernir cuando estamos ante ellos y rechazarlos.

martes, 14 de febrero de 2012

La palabra y sus efectos

“Tu palabra, Señor, es la verdad, santifícanos en la verdad” (Jn 17, 17).

Si pudiera hacer realidad un sueño lo haría: Crear una institución poderosa que sancione el mal decir y eleve la riqueza del lenguaje. La sanción sería moral y se publicaría – de manera obligatoria – en los medios de comunicación social, o en un archivo público.

Sin duda, es un sueño que tropieza con la realidad débil institucional venezolana; pero soñemos con lo imposible, pidamos lo imposible. Yo impetro al Señor un imposible todos los días: Que no haya hambre en el mundo.

Por lenguaje entendemos la forma, el estilo, la manera de expresarse, de hablar, de estructurar un discurso.

El discurso hace alusión a la palabra que es facultad de hablar.

Dios habló y dijo: Haya luz y hubo luz (Gen 1, 6)

Una institución de esa naturaleza tendría un cuerpo directivo de lingüistas especializados y personas de moral reconocida. Por ejemplo, en Maracaibo tenemos una persona que reúne esas condiciones, el Profesor Tito Balza Santaella, siempre preocupado por la defensa del lenguaje, que podría encabezar ese equipo.

Quizá en España al proponerle a Mario Vargas Llosa la presidencia del Cervantes se caminaba o se camina en esa onda, la de cuidar la hermosura del idioma nuestro.

¿Cuidarlo de qué? Del envilecimiento.

Por envilecimiento entendemos la contaminación, la perversión del lenguaje. Que es ir contra las buenas costumbres. Es para profanar la ley de Dios.

¿Qué efectos tiene ese repudiado propósito?

A un pueblo se le cercena su identidad, su personalidad, se le domina, cuando se le destruye su lenguaje. Es uno de los elementos más influyentes para lograr la esclavitud de un pueblo sin que se le encadene.

Hablar mal es ir contra las buenas costumbres. Lo que contamina a un hombre es lo que sale desde dentro, porque del corazón del hombre salen las malas intenciones (Léase el Evangelista Marcos 7, 14 – 23), entre ellas – agrego – el odio, la división, la destrucción… porque la palabra tiene sus efectos.

Un hombre justo construye su discurso con palabras rectas y sabias, pensando en educar y formar (Salmo 16). Que de nuestros labios no salgan palabras que destruyan.

Síganme en Facebook.com Rafael Inciarte Bracho y en Twitter.com @EEETiempo.

lunes, 6 de febrero de 2012

Los tiempos de hoy exigen paciencia

“Sepamos todos que la virtud de la paciencia nos asegura la mayor perfección” (Siguiendo a San Francisco de Sales).

La paciencia es la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Es también, la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho.

Son dos de las tantas acepciones que sobre esta virtud moral, nos ofrece la RAE.

La paciencia precede, en mi criterio, a la esperanza. Paciencia para esperar lo que no hemos visto. La esperanza está asociada a la fe.

La fe es un proceso largo que requiere de mucha paciencia para hacerla poderosa en uno.

La oración de Santa Teresa de Jesús nos ayuda mucho para tener paciencia. “Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta”.

A Job le entró desesperación. Esta es mala consejera, porque nos hace hacer y decir cosas que después nos hacen arrepentir. Lo mejor es aislarse, estar en soledad, en silencio. Y orar para salir de ese estado que no es bueno para nada.

Job reaccionó como todo ser humano ante las tribulaciones y desgracias. El, ante tantas desdichas, dijo: “… me han tocado meses de infortunio y se me han asignado noches de dolor. Al acostarme, pienso: ¿Cuándo será de día? La noche se alarga y me canso de dar vueltas hasta que amanece. Mis días corren más aprisa que una lanzadera y se consumen sin esperanza. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo. Mis ojos no volverán a ver la dicha” (Job 7, 1- 4. 6- 7).

Job es una creación bíblica que representa las situaciones que, tanto ayer como hoy, vive el ser humano, que acarrean llanto, dolor, lágrimas, tristezas… Son expresadas por guerras, catástrofes naturales, pobreza, enfermedades, tragedias, ruinas, inseguridad, corrupción, vacío existencial, falta de empleos, no tener ingresos… que llevan al ser humano a la desesperación, a la pérdida de la fe en Dios, algunos al suicidio…

Job simboliza al hombre que ha tocado fondo. Perdió cuanto tenía, pierde a sus hijos, de la cabeza a los pies ardían los dolores, manaban gusanos de su cuerpo, corría la purulencia, su esposa y amigos le abandonan. El maligno quiso hasta quitarle la vida, pero Dios se lo impidió.

Dios permite esas cosas para probar al hombre de ayer y de hoy.

Job se arrepiente. Como se arrepiente el hombre que tiene fe en Dios y dice, que si hemos recibido los bienes de manos del Señor, ¿No hemos de aceptar los males? He aquí donde entra en juego la paciencia, el no perder la esperanza y el de afianzarse en la fe en Dios.

Todos debemos reconocer como Job, que Dios todo lo puede, que para él no hay imposibles. Job retira sus palabras y se arrepiente. Dios le bendijo en sus últimos años más abundante que al principio (Job 42, ss).

Quien tiene fe en Dios, en Jesucristo y en el Espíritu Santo, se ama a si mismo, ama a Dios y al prójimo como a sí mismo. Jamás va contra su vida, por tanto, nunca incurrirá en el pecado mortal de suicidarse.

Confiemos en Dios. Tengamos fe. Cultivemos ésta.

Hagamos de la paciencia una de nuestras principales virtudes. Hagamos silencio. Oremos en la desesperación. No perdamos la esperanza. Todo pasa.

Aceptemos el consejo del apóstol Pablo cuando nos recomienda que seamos alegres en la esperanza y pacientes en el sufrimiento (Rom 12, 12).

No olvidemos nunca que debemos ser pacientes con todo el mundo; pero sobre todo consigo mismo (San Francisco de Sales). Yo confieso que, a veces - ¿A veces? - la pierdo, pero sigo intentándolo siempre sin desfallecer.