jueves, 24 de enero de 2013

Breve referencia al Año de la Fe

Benedicto XVI, decretó el Año de la Fe entre octubre 11 de 2012 al 24 de noviembre de 2013, día de la celebración de Cristo Rey.
En Porta Fidei, carta apostólica en forma de motu propio, el santo Papa hizo la convocatoria, hecho que ya es notorio y público para el mundo, en especial, para nosotros los católicos.
La Puerta de la Fe, que es la traducción al español del latín, Porta Fidei, introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, que está siempre abierta para todos ( PF 1 ).
Curar al hombre de hoy, en vastos sectores de la sociedad, que vive en crisis de fe, es invitarle a creer en Jesucristo, y seguirle, para tomar el agua viva que mana de su fuente ( cf. Jn 4, 14 ). Es que descubra el gusto de alimentarse con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y con el Pan de la Vida, sustento para todos sus discípulos ( cf. Jn 6, 51; PF 3).
La invitación tiene por finalidad el lograr una auténtica y renovada conversión al Señor Jesucristo, Unico Salvador de la humanidad. Dios en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados ( cf. Hch 5,31 )..
Para concretar esa invitación, quiere el Sumo Pontífice, que la sal no se vuelva sosa ni la luz permanezca oculta ( cf. Mt 5, 13 - 16 ) y para lograrlo surgió una Nueva Evangelización fruto de su iniciativa.
La fe supone emprender un camino que dura toda la vida, que empieza con el bautismo ( cf. Rm 6, 4 ) y concluye con el paso de la muerte a la vida eterna ( PF 1 ).
Qué es la fe?
Es un confiado entregarse a Dios. Es una confianza que nos da una certeza distinta a la del cálculo exacto o de la ciencia. La fe no es un simple asentimiento intelectual del hombre a las verdades particulares sobre Dios. La fe es un acto con el que nos confiamos libremente a Dios, que es Padre y es amor.Es la fe adhesión a un Tú que me dona esperanza y confianza.  Son conceptos de Benedicto XVI, expresados en ¿ qué es la fe? en Momentos de Amor. Año 14. No. 150.
Es confianza en Dios.  Es confianza absoluta en Él, que es autor de todo.
La fe es creer que Dios es amor. Es amor en Cristo que nos impulsa a evangelizar.
La fe es creer que Dios no decae frente a la maldad del hombre. frente al mal y la muerte, sino que es capaz de transformar toda forma de esclavitud.
La fe es confiarse en Dios con la actitud de un niño con respecto a la madre.
La fe es un don de Dios pero es también profundamente libre y humano.
La fe es pública y no privada; implica un testimonio y un compromiso, Exige responsabilidad social de lo que se cree ( PF 10 ).
La fe es una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. La fe exige obras a los cristianos en la forma como lo expresa el apóstol Santiago que. si ves a un hermano pasando hambre  no lo dejes ir sin darle el pan material que colme su necesidad.
La fe es amor.
La fe es lo que el amor necesita para serlo: servicial. abnegado, entrega, sacrificio, ante el amado.
La fe es dar la vida por el amado.

martes, 22 de enero de 2013

Se necesitan muchísimos sacerdotes


Porque es mucha la mies y pocos los operarios se necesitan muchos sacerdotes. Por tanto, todos, que somos Iglesia, debemos estimular a los jóvenes la vocación sacerdotal, la consagración al servicio de Dios.
Yo les hago una confesión pública: Amo y admiro a todos los sacerdotes, consciente de que, como todos nosotros, son pecadores, y luchan por ser mejores, por llevar la Palabra de Dios a la mies.
Un decreto emanado del Concilio Vaticano II, titulado Optatam Totius, promulgado el 20 de octubre de 1965, versa sobre la formación sacerdotal. Establece la obligación, que principalmente las familias cristianas, tienen de hacer que surjan vocaciones sacerdotales.
La estructura de ese decreto consta de un proemio, siete títulos, veintidos numerales y su respectiva conclusión.
El sacrosanto Concilio lo aprobó. Sabía que la renovación de toda la Iglesia depende del ministerio sacerdotal, y sus disposiciones van dirigidas directamente al clero diocesano, buscando que éstas sean acomodadas a las pertinentes mutaciones necesarias de cada nación, porque, en éstas, las Conferencias Episcopales aprueban las normas "peculiares" de formación sacerdotal.
El decreto llama al fomento más intenso de las vocaciones sacerdotales.
Se ocupa de lo atinente a la organización de seminarios menores para cultivar los gérmenes de la vocación de los noveles aspirantes al sacerdocio, bajo una dirección espiritual conveniente. Y otro tanto hace con los seminarios mayores para la formación de verdaderos pastores a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, con educadores idóneos.
Las normas de Optatam Totius velan por el cultivo intenso de la formación espiritual, tanto doctrinal como pastoral. Por la revisión de los estudios eclesiásticos, en el arte de instruir en el diálogo para saber dirigir las almas, y para que aprendan a ayudar a los religiosos en la gracia de su propia vocación y progresen según el espíritu de los diversos institutos, que responden a la variedad y diversidad de carismas. Hace énfasis el decreto conciliar en el diálogo - que no monólogo - para comprender mejor las circunstancias humanas.
Y lean con atención el decreto para que comprueben que no se le escapa nada sobre tan delicado e importante tema, disponiendo lo conducente para el perfeccionamiento de la formación después de los estudios. El clero joven llevado de las sabias manos de la Jerarquía Eclesiástica, ha de introducirse gradualmente en la vida sacerdotal y apostólica bajo el aspecto espiritual, intelectual y pastoral, renovarlas y fomentarlas cada vez más.
Constantemente nuestro Arzobispo, Monseñor Ubaldo Santana, está promoviendo e invitando a la vocación sacerdotal a los jóvenes de la grey. Es obligación de todos el hacerlo con entusiasmo y ahínco. Se necesitan muchos sacerdotes.

lunes, 14 de enero de 2013

La paz en la tierra

¨Despojense de la mentira, hable cada uno verdad con su prójimo, puesto que todos somos miembros unos de otros¨ (Ef 4, 25)
Pacem in Terris (Paz en la Tierra) es encíclica del Papa Juan XXIII, de fecha 11 de abril de 1963, que todos los católicos y personas de buena voluntad debemos leer con detenimiento, internalizarla y proceder en consecuencia.
Versa sobre la paz entre todos los pueblos, que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.
Me propongo, exponer algunos asuntos contenidos en la encíclica, que juzgo de permanente actualidad.
Es innegable que la paz es ¨suprema aspiración de toda la humanidad¨ (1) hoy, pero siempre y cuando respete ¨fielmente el orden establecido por Dios¨. Ha dicho, recientemente, Benedicto XVI, que la paz no es utopía ni ilusión, es posible. Ya basta de fuerza y violencia que sólo contribuyen a agudizar los conflictos.
Para que haya orden en las relaciones civiles hay que respetar la persona humana, esto es, ¨que todo hombre es persona..., natural, dotada de inteligencia y de libre albedrío¨ (9), de dignidad y de derechos y deberes.
Es conveniente destacar cuáles son esos derechos: 1. Derecho a la existencia y a un decoroso nivel de vida. 2. Derecho a la buena fama, a la verdad y a la cultura. 3. Derecho al culto divino. Es el poder de ¨venerar a Dios¨ (14), en público y privado, ¨que está por encima de toda violencia y de toda opresión y ha sido el objeto de los deseos y del amor de la Iglesia¨ (14). 4. Derecho a fundar una familia basada en ¨el matrimonio libremente contraido¨ (16) y poderla sostener en lo económico, en lo social y en las esferas cultural y ética. 5. Derecho a un trabajo digno y al ejercicio de actividades económicas. 6. Derecho a la propiedad privada de los bienes, incluidos los de producción; la propiedad privada ¨entraña una función social¨ (22). 7. Derecho de reunión y de asociación que atiende a la ¨sociabilidad natural de los hombres¨ (23). 8. Derecho a residencia y emigración. 9. Derecho a intervenir en la vida pública. 10. Derecho a la seguridad jurídica; ¨protegida contra todo ataque arbitrario¨ (27).
Pero, ! ojo!, el hombre tiene también deberes: 1. El deber de vivir con decoro. 2. El deber de buscar la verdad. 3. El deber de respetar los derechos ajenos. 4. El deber de colaborar con los demás. 5. De actuar con responsabilidad.
La encíclica nos enseña que la convivencia civil, acorde con el respeto a la dignidad humana, se funda en la verdad, justicia, amor y libertad, porque la sociedad humana ¨tiene que considerarse, ante todo, como una realidad de orden...espiritual, que impulse a los hombres a defender sus derechos y cumplir sus deberes...¨ (36),
En el orden político, la actividad ¨es necesaria¨, siempre y cuando los gobernantes estén ¨investidos de legítima autoridad¨ (46), que surge de Dios, que es su Autor (46). Que está revestida de moral y mande de acuerdo con la recta razón. Sólo así obliga en conciencia. Por supuesto, los hombres han de elegir a sus autoridades en ¨regímenes auténticamente democráticos¨ (52).
Dice Pacem in Terris que todos, ciudadano y gobernante, y grupos intermedios, han de acomodar sus intereses al bien común.
Las bases constitucionales y el bien común han de ser respetados por los poderes públicos (69 ss).
Las relaciones internacionales deben regirse por la moral, la verdad, la justicia, la activa solidaridad y la libertad (80).
Decía Pío XII: ¨Nada se pierde con la paz; todo puede perder con la guerra¨. Agregaría: Es fácil destruir con la violencia; es difícil luego reconstruir.
Seamos constructores de paz, no ¨en la revolución, sino en una evolución concorde... donde están la salvación y la justicia. La violencia jamás ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmarlas, acumular odio y escombros;... (162).
Es necesaria la oración diaria por la paz guiados por Jesucristo, el Príncipe de la Paz (167). El nos ha dejado la paz: la paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da os la doy yo¨(170).


viernes, 11 de enero de 2013

No opinar precipitadamente

Ven a mí, Espíritu Santo en este momento, iluminame en todo instante. Posate sobre mí. Dame prudencia para hablar. Escuchar mucho, consultar e informarme siempre.
Debo evitar opinar precipitadamente. Ni por simpatía ni por antipatía, ni porque sea bueno o sea malo, porque tanto la una como la otra ciegan la razón. ¿Qué hacer? Silencio.
¿Qué otra cosa? Meditar.
¿Además? Buscar mucha información y hacer muchas consultas.
Hay que darse tiempo para juzgar ya sea un objeto, una situación, una acción, un libro, una obra, etc.
Mi amada esposa invoca al Espíritu Santo para que ponga en su boca las palabras y acciones oportunas ante una situación y le resulta.
Hay que recurrir a la oración. Jesús, con frecuencia, se apartaba del bullicio de las muchedumbres y se iba al monte a orar, a dialogar con Dios, en soledad y en silencio, y salía fortalecido.
Si de algo debemos huir es del apasionamiento, mas en momentos de pasiones encendidas o de violencia. Hay que analizar y conocer bien lo que ocurre para que el entendimiento sea libre, y proceda la razón. Es tiempo de prudencia, que no de cobardes ni de violentos.
Todo tiene su momento, su tiempo y su lugar. Hay que evitar los disparates que nada bueno dejan, y no pocas veces, dolor.

jueves, 3 de enero de 2013

La Paz: Compromiso católico

¨Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios¨ (Mt 5, 9).
He leído con detenimiento, el mismo 1 de enero, el Mensaje de su Santidad Benedicto XVI para la  celebración de la Jornada Mundial de la Paz.
En esta oportunidad, año 2013, ha estado dirigido a los que trabajan por la paz. Desde el día, en el cual lo leyera, en mi muro en Facebook, recomendé a todos su lectura y meditación. Le habla al complejo y delicado mundo actual.
Veamos, en síntesis, qué le dice a todos los hombres, el Sumo Pontífice.
Anuncien la salvación de Cristo y promuevan la paz. Mi amada Iglesia Católica ha estado siempre convencida en hacerlo, y hoy, en el Año de la Fe y de la Evangelización, lo está haciendo con más ardor y mejores métodos, siempre cercana a todos los hombres y mujeres que necesitan a Jesús.
Es un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre.
Es un compromiso, que no es sólo para nosotros los cristianos, sino para todos los hombres de buena voluntad, rechazar la creciente desigualdad entre ricos y pobres, y la causa que la origina que, resumida. es la consecuencia del egoísmo, del individualismo, de un capitalismo financiero no regulado en la globalización de la economía, hoy al borde de verdaderos cataclismos o precipios fiscales.
Nuestro compromiso atiende a la verdadera naturaleza de la religión, llamada a favorecer la comunión y la reconciliación entre los hombres.
La paz es un deseo innato en el hombre, que, en todo el planeta tierra, quiere una vida humana plena, feliz y lograda. Construirla con todos nuestros esfuerzos obliga.
Pacem in Terris, encíclica de Juan XXIII, próxima a ser cincuentenaria, citada por Benedicto XVI, nos invita a dejarnos guiar por la justicia, la verdad y el amor. Atender realidades concretas y reales, que nos aleje de la ilusión, porque la paz no es sueño, ni utopía, la paz es posible lograrla. La paz es a la vez mesiánica y es también, obra humana, Es un humanismo trascendente que nos permite vivir con los demás y para los demás. Es una ética de comunión y participación.
Jesucristo nos da la verdadera paz. El es Hijo de Dios. Y con Dios tenemos que tener a diario un encuentro confiado.
La paz llleva al hombre, nos lleva a los que confiamos en ël, a actuar conforme a su voluntad. Nos lleva a cuidar la dimensión trascendente y el diálogo constante con Dios, a diario, enfatizo. El es Padre Misericordioso, mediante el cual se implora la redención que su Hijo unigénito nos ha conquistado.
Dios nos permite, al aceptarlo en uestros corazones, rechazar el pecado, el egoísmo, la violencia, la codicia, el deseo de poder y dominación, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas.
Trabajar por la paz es buscar el bien del otro, el bien total del alma y del cuerpo, hoy y mañana.
Trabajar por la paz es defender la vida en su integridad, desde la concepción. Es defender a la familia y al matrimonio entre un hombre y una mujer.
Trabajar por la paz es defender la dignidad del trabajador y del trabajo.
Trabajar por la paz es creer en la justicia social. Es luchar por una educación idónea. Es sembrar valores.
Trabajar por la paz, es entender lo que significa una pedagogía de la paz, que enseña a tener una vida interior, claros y válidos referentes morales, actitudes y estilos de vida apropiados. Que enseña a vivir con benevolencia, más que con simple tolerancia.
Trabajar por la paz es rechazar la venganza, el rencor y perdonar.