lunes, 10 de noviembre de 2008

El Perdón

La Liturgia de la Palabra, de hoy diez de noviembre, nos invita al perdón, a tener fe y esperanza.
A pedirle a Dios perdón por mis pecados y perdón para con los demás, principalmente, para quien me haya ofendido. Yo le impetro a Jesús que me haga ser mejor discípulo suyo, para practicar sus enseñanzas y que éstas se reflejen en mi conducta diaria.
La Liturgia de la Palabra llama a meditar sobre las condiciones de un candidato para ser sacerdote. Pablo, dirigiéndose a Tito, las expresa:
1. Que sea un hombre sin tacha.
2. Que siendo administrador de Dios tiene que ser intachable, ni arrogante ni colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni ávido de ganancias.
3. Hospitalario, amigo de lo bueno, prudente, justo, fiel, dueño de si.
4. Mostrar adhesión a la doctrina cierta.
Son este grupo de hombres de corazón puro y de manos inocentes.
Por supuesto, ya hechos sacerdotes e incluso cuando se están formando, como humanos que son - como tu y como yo, como toda comunidad cristiana o no cristiana - no están exentos de los escándalos. El mal anda en el aire.
Jesús lo afirma: ¨Es inevitable que sucedan escándalos, pero ! ay del que los provoca ! ( Lc 17, 1-6 ).
Los sacerdotes merecen nuestro respeto y como humanos que son, nuestro perdón.
Nunca debe un creyente, cristiano católico, decir, esto es imperdonable. No es propio de un cristiano católico, decirlo.
A la Iglesia debemos defenderla siempre del mal. Una manera de hacerlo es no hablar mal de nadie ni mucho menos a sus espaldas. Perdonar siempre.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo