jueves, 18 de diciembre de 2014

Bienaventurados los que trabajan por la Paz

“La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible”  Benedicto XVI
Benedicto XVI habría querido que en vez de ser llamado Papa emérito le hubieran dicho, simple y llanamente, Padre Benedicto.
Pues bien, de este santo hombre, considerado el más sabio Pontífice con que ha contado la Iglesia, en su Mensaje, correspondiente a la Jornada Mundial por la Paz, del 1 de enero de 2013, la bienaventuranza de Jesús por la paz es al mismo tiempo un don mesiánico y una obra humana. Presupone “un humanismo abierto a la trascendencia”, palabras de Benedicto XVI. Brota de Dios y permite vivir con los demás y para los demás.
Luchar por la paz es encomendarse a Dios y dejarse guiar por la verdad, la justicia y el amor.
Nadie debería perder la esperanza por tener un mundo en paz cuando son numerosas las iniciativas en el planeta para alcanzarla. No puede ser de otra manera cuando el “hombre está hecho para la paz”, no obstante, los nubarrones que existan en su contra; más que nubarrones hechos concretos y alarmantes, tales como los que no aman la vida y abogan por el aborto y la eutanasia; los que niegan el derecho al trabajo, la libertad religiosa y no defienden el matrimonio entre hombre y mujer; los actos terroristas, las desigualdades sociales y los fundamentalismos religiosos.
Todo hombre ha sido creado por Dios y debe contribuir en la construcción de un mundo nuevo.
¿De dónde debe nacer primero la paz? De la familia, porque ella es indispensable para crear una cultura de paz. De ella nace la vida.
No puede ser rechazada la globalización que vive la tierra pero para perfeccionarla y llenarla de justicia social, ha de ser proclive al bien común mundial. Sin éste, no hay paz. Una mente egoísta e individualista no está acorde con ese bien. “Un capitalismo financiero no regulado” lo impide. Un liberalismo radical lo niega.
La paz tiene ética basada en la comunión y en la participación para conquistar un nuevo “modelo de desarrollo económico. Que reconozca el primado de la dimensión espiritual y la llamada a la consecución del bien común”.
La agenda de la política internacional debe contemplar “la seguridad de los aprovisionamientos de alimentos”, debiera ser su tema central.
Hay que proteger la familia, el bien común y luchar por los derechos humanos fundamentales, entre ellos, por una educación social idónea o de educación popular de calidad, como es el lema de Fe y Alegría.
Todos los sacerdotes, desde los Obispos, diáconos, religiosos y religiosas, laicos comprometidos, fieles – todos somos Iglesia – deberíamos llevar a  las parroquias, a  los colegios y universidades, a los medios (Un tip permanente sería “construye la paz”) cursos, talleres, conferencias, para formar una cultura de paz o agentes de paz. Que todos los 10 de diciembre salgamos  a marchar por la paz y por los resultados que se hayan obtenido durante el año.
Recemos y oremos por la paz. Pidamos a Dios, en nombre de Jesucristo y del Espíritu Santo, por los gobernantes para que garanticen las condiciones necesarias para que haya paz.
Gracias a Benedicto XVI por ese Mensaje, inspiración y fuente de estas notas. Dios le bendiga y que siga en su silencio creador con la oración permanente desde su retiro. Bastante lo requiere el mundo actual signado por la violencia que niega el derecho humano de vivir en paz.

Mensaje para la Paz

“¿Dónde está tu hermano? (Gn 4, 9). Y todos ustedes son hermanos (Mt 23, 8).
Ya está circulando en internet, la XLVII (47) Jornada Mundial de la Paz, contentiva del Mensaje del Santo Padre Francisco, titulada: La fraternidad, fundamento y camino para la paz. Como cada inicio de año, siempre con la esperanza de paz y concordia, y por un mundo nuevo, el 1 de enero estaremos viendo al Papa llevándolo a la humanidad.
Deseo de nuestro Santo Papa, es que todos tengamos una vida llena de alegría y esperanza. Por cierto, que, en más de una ocasión, nos ha dicho que no permitamos  nos roben la esperanza de un mundo mejor  al actual.
Afirma en el Mensaje, que la fraternidad habite en nuestros corazones para no ver en los hermanos y hermanas contrincantes, sino hermanos a los cuales acoger y querer.
El título nos conduce a sostener firmemente: la fraternidad es esencial al hombre, dada su naturaleza relacional. Un hombre aislado no puede ser fraterno.
Sin fraternidad imposible no hay sociedad justa ni paz estable y duradera.
La familia es la primera escuela del hombre y de la mujer, por tanto, es allí, donde padres y madres deben enseñar a sus hijos la fraternidad. Por tanto, ella empieza en la familia.
La globalización nos acerca pero nos victimiza. Es una “globalización de la indiferencia” - que desmiente la vocación del hombre a la fraternidad - Para la globalización, así entendida, nada importa el sufrimiento de los demás. Se lesionan los derechos humanos fundamentales, sobre todo el derecho a la vida y a la libertad religiosa.
Cómo es posible que en el siglo XXI siga la esclavitud, la cruel trata de personas por comerciantes “sin escrúpulos”. El Papa enumera una extensa lista de delitos de esta naturaleza.
Las guerras, es probable que algunas hayan sido inventadas para vender armas, sin importar el dolor y el sufrimiento de los pueblos, de los hermanos y hermanas, de una sociedad que debería ser común; y hay otras guerras, no menos crueles, que se dan en el campo económico y financiero con efectos destructivos de familias, de vidas y de empresas.
Benedicto XVI sostiene que la globalización acerca pero no nos hace hermanos. En ella hay ausencia de una cultura para la solidaridad. Se cultiva el consumismo y la mentalidad del “descarte”, de declarar, sin decirlo, a seres humanos débiles inútiles e inservibles. Incluso jóvenes a quienes se les cercena el futuro. Amén el abandono de viejos, niños, mujeres, etc. Cunde el desempleo.
Es consecuencia del alejamiento de Dios. Que no permite la fraternidad. Reina Caín que mata a millones de Abeles en el planeta. Se asesina por envidia, indiferencia, egoísmo y odio. Se irrespetan las diferencias legítimas entre hermanos y hermanas.
No se toma en cuenta que Jesucristo regeneró la fraternidad con su muerte y resurrección. La cruz es el “lugar” definitivo donde se funda la fraternidad, que los hombres no son capaces de generar por sí mismos.
Es necesaria la fraternidad entre personas pero también entre naciones.  Fraternidad en la economía; fraternidad que elimine la guerra; fraternidad que es opuesta a la corrupción y al crimen organizado; fraternidad que cultiva y protege a la naturaleza; fraternidad que conduce a la paz entre todos los hermanos y hermanas.

lunes, 8 de diciembre de 2014

El Humanitarismo

“Ayúdanos a ayudar” lema de una organización humanitaria (CARITAS)
Humanitario es una palabra que se aplica a la persona que siente interés por el bien de la humanidad. Esa persona, puede ser una individual; o una asociación, por ej., La Cruz Roja.
Son organizaciones que atienden al necesitado de ayuda por diversas causas; unas naturales (terremotos, tsunami, inundaciones, etc.) y otras, por la acción del hombre, gobernantes, paramilitares, guerrilleros, fundamentalistas “religiosos”, guerras, ilícitos de todo tipo, por ejemplo, la esclavitud moderna de trata de personas, que, recientemente, el Papa Francisco junto con otras religiones, en un acto trascendente y en declaración histórica, calificara de lesa humanidad, éxodos, persecuciones, etc.
Asociado al término humanitario está el de humanitarismo que, significa “comportamiento solidario y sensible hacia las personas”. Además, está vinculado al humanismo, la doctrina de que la gente tiene el deber de promover el bienestar humano.
Por tanto, el humanitarismo es un enfoque humanista de los sufrimientos de la humanidad. “Se basa en la opinión de que todos los seres humanos merecen respeto y dignidad y deben tratarse como tales. Los Humanitarios detestan la esclavitud, la violación de los derechos fundamentales y los derechos humanos, y la discriminación sobre la base del color de la piel, religión, ascendencia, lugar de nacimiento, etc.”
“El Humanitarismo consiste en no sacrificar a un ser humano por un objeto” (Alberto Schweitzer)
Característica fundamental del humanismo es “que todas las cosas que quieran que los hombres hagan con ustedes, así también hagan ustedes con ellos”; precepto que encontramos en todas las grandes religiones: cristianismo, budismo, brahmanismo, confucianismo, islamismo, judaísmo y taoísmo. Es regla de oro de los positivistas, en nombre de la “experiencia y la razón” (Picket 1979, Humanity).
Humanismo, que se postula como la convicción de que todas las personas tienen la misma dignidad en virtud de su pertenencia a la humanidad; imparcialidad, se presta la asistencia basada únicamente en la necesidad; neutralidad, porque se estipula que las organizaciones humanitarias deben abstenerse de formar parte de las hostilidades, o tomar partido a favor de alguna de las partes en conflicto; y la independencia, que es necesaria para garantizar que la acción humanitaria sólo sirve a los intereses de las víctimas de la guerra, y no políticas, religiosas u otros programas. Son principios del humanismo.
La Doctrina Social de la Iglesia postula que “La Humanidad comprende cada vez con mayor claridad que se haya ligada por un destino único que exige asumir la responsabilidad en común, inspirada por un humanismo integral y solidario”, fundado en el amor cristiano que no conoce de discriminación alguna.

lunes, 1 de diciembre de 2014

La promoción y defensa permanentes de los Derechos Humanos

“El camino privilegiado para la paz es reconocer en el otro no un enemigo que combatir, sino un hermano a quien acoger” (Francisco)
Los Derechos Humanos – en adelante DDHH – tienen antecedentes remotos. Están entre éstos, el Cilindro de Ciro el Grande (539 A.C), basado en la tradición mesopotámica del rey justo. El famoso Código de Hanmurabi; la Carta Magna inglesa de 1215; la influencia del cristianismo que dio al cosmopolitismo un sentido más espiritual, al afirmar la igualdad de los hombres en tanto que ciudadanos del Reino de Dios y su dignidad.
Antes de intentar una definición de los DDHH, es necesario destacar que por dignidad humana se entiende lo que nos merecemos por ser “seres humanos” apegados a lo noble, lo justo y lo recto.
Son muchas las definiciones. Me he quedado con la siguiente: Los DDHH son aquellas “condiciones instrumentales que le permiten a la persona su realización” (José R. Hernández Gómez). Sería como sostener el que hayan poderes del Estado que garanticen su cumplimiento, por ejemplo, un Poder Judicial Independiente y un vigoroso estado de Derecho, que, a su vez, garanticen el debido proceso, la defensa, etc.
Es cuestión de dignidad y de justicia para todos. Es un compromiso con la dignidad y la justicia universales.
No habían transcurrido muchos días de la horrorosa segunda guerra mundial con sus millones de muertos, cuando el 10 de diciembre de 1948, la ONU aprobó, con el concurso  de muchas naciones, la Declaración Universal de los DDHH. Por tal motivo, ese día quedó registrado para la Historia como su día; pero, no basta celebrar ese día, no basta su promoción y educación, que son hechos necesarios; lo más importante es que se cumplan. Luchar para que sean una hermosa realidad humanitaria mundial.
Esa Declaración es vital y necesaria; siempre vigente, que toman muchos de los organismos internacionales, que se abocan a su defensa, como normas a cumplir en sus funciones.
Los DDHH son inherentes a la persona humana, irrevocables, inalienables, intransmisibles e irrenunciables. Numerosos ordenamientos positivos constitucionales los han acogido con esas características.
Se habla de tres generaciones de derechos humanos, aunque ya se dice que existen de cuarta y quinta generación. Los de primera generación son los derechos civiles y políticos; los de segunda, los derechos económicos, sociales y culturales; los de tercera, se vinculan con la solidaridad. Se incluyen el derecho a la paz, a la calidad de vida, o la garantía frente a la manipulación genética.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los consagra en su artículo 19, Título III, cap. 1; y en el cap. 3, se establecen los derechos civiles.
La Doctrina Social de la Iglesia exige no ser tutelados sólo singularmente, sino en conjunto (Compendio de la DSI 154).
La Iglesia Católica de Maracaibo, celebra, durante los días 9 y 10 de diciembre actos en conmemoración de los DDHH, con un Foro por la Vida y la Paz (UNICA, 9-12-14, de 8 de la mañana a 12m) y el 10 – su Día Internacional o Mundial – con una caminata que partirá desde la Plazoleta de la Basílica hasta la Catedral donde se celebrará la Santa Eucaristía, que oficiará nuestro santo Arzobispo Ubaldo Santana, todo esto comprendido desde las 4pm – hora de partida – hasta el final de la Misa.

lunes, 20 de octubre de 2014

Pablo VI y sus brazos abiertos para el diálogo

“Jesús no tiene miedo a las novedades, por eso continuamente nos sorprende llevándonos por caminos nuevos o imprevisibles”  (Papa Francisco)
El 6 de agosto de 1964, el día de la Transfiguración del Señor, Nuestro Señor Jesucristo, fue publicada la encíclica Ecclesiam Suam, la primera de las encíclicas del Papa Pablo VI.
El domingo 19 de octubre, recién, el santo Papa Francisco, elevó a la dignidad de Beato, al Pontífice que culminara el Concilio Vaticano II, convocado por el santo Papa Juan XXIII. Me estoy refiriendo a un “cristiano valiente” (Francisco dixit); Pablo VI.
La hoy encíclica cincuentenaria, ha sido considerada la encíclica del diálogo, una “conversación epistolar” como fuese calificada por su autor.
Cuando se habla de “cristiano valiente”, más de uno podría afirmar que “el cristiano no es flojo y cobarde, sino fuerte y fiel”.
Un mandato contiene Ecclesiam Suam para la Iglesia: que verifique y refresque la fidelidad total a Cristo.  Ella tiene necesidad de experimentar a Cristo en sí misma. Que Cristo habite en nuestros corazones. 
Tanto pastores como fieles – empeño que debe ser de todos – para fortalecer la fe en Cristo, debemos leer, estudiar, examinar y definir la doctrina de la Iglesia a través de su Magisterio, de documentos, encíclicas,  y entre éstas, dos que son fundamentales: Satis cognitum de León XIII y la Mystici Corporis de Pío XII.
Los cambios que se promuevan en la Iglesia, han de estar acordes con los Evangelios y es por eso que las palabras reforma y revolución han de ser muy bien estudiadas en ella.
Pablo VI condena, al igual que sus predecesores, a los “sistemas ideológicos que niegan a Dios y oprimen a la Iglesia…” entre ellos el comunismo…
 Jesús nos dice: Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha enviado.
La Iglesia tiene una misión que es de siempre y por siempre: Evangelizar e ir por el mundo a enseñar a todas las gentes.
El Papa Pablo VI, hombre de brazos abiertos para el diálogo, quería que la Iglesia fuera de diálogo respetuoso, de anuncio del amor, fraternal y familiar. Diálogo no es dejación de principios y valores.
Para decidir, dialogaba mucho, por cuanto quería escuchar las diferentes voces para resolver. Le acompañaba en todo momento una voluntad de profundizar. El era de “profunda riqueza espiritual”.
Al final del reciente Sínodo, dedicado a la Familia, Francisco, que impulsa cambios en la Iglesia, lo calificó de “valiente cristiano”, por predicar el diálogo con el mundo moderno y crear en 1965 los sínodos o asambleas de obispos para democratizar y modernizar a la Iglesia. Supo conducirla en momentos de inicio de secularización y hostilidad con sabiduría y visión de futuro.

Sus brazos abiertos en la fachada de la basílica, en El Vaticano, es un símbolo permanente de apertura para todos los hombres y mujeres que vivimos en este mundo tan secularizado, hostil y de conflictos cada día más graves, y para que todos tengamos esperanza en Dios y su misericordia.

viernes, 17 de octubre de 2014

La valentía de la esperanza y del diálogo

“Para la paz se necesita un diálogo tenaz, paciente, fuerte, inteligente, para el cual nada está perdido” Francisco.
Ermitaño es la persona que gusta del silencio de la soledad, apartado del mundo, unos estrictamente, otros, de manera parcial, que es de oración asidua, de penitencia, de vida de alabanza a Dios y salvación del mundo. Persona de pocos vínculos sociales o con la sociedad.
San Egidio fue un ermitaño de origen griego, que hizo muchos milagros de curación y de conversión de pecadores. En Roma hay una Iglesia en su honor, que es sede de una “Asociación pública de laicos en la Iglesia”, la Comunidad de San Egidio, de vasta obra cristiana, entre ellas, la de trabajar por la paz del mundo.
El fundador de esa Comunidad de San Egidio, es el historiador y profesor Andrea Ricardi. Quien la fundara en 1968, a la luz del Concilio Vaticano II. Tienen sus miembros, que son más de 50.000 laicos extendidos por el planeta, la convicción de que la guerra es la madre de todas las pobrezas. Y en su contribución por la paz y la humanización del mundo, se han ofrecido y han sido aceptados como mediadores en procesos de paz en países tales como Mozambique, Argelia, Uganda, entre otros. Han triunfado en ese rol, también.
El 30 de septiembre de 2013 en el marco del Encuentro Internacional por la Paz, organizado por la Comunidad, el Papa Francisco dirigió un discurso, previamente, fue presentado por el profesor Ricardi.
En ese discurso, el actual Pontífice, recordó el Encuentro de Asís, de 1986, convocado por el hoy santo Juan Pablo II, donde fuera acuñada la frase “la valentía de la esperanza”. Encuentro que contó con la participación de personalidades de todas las religiones y de exponentes laicos y humanistas. Allí se dijo: “Nunca más unos contra otros, sino junto a otros”.
Esa convocatoria se efectuó en un contexto histórico donde todavía el Muro de Berlín no había caído y existían los dos bloques que dividían al mundo. Se necesitaba la valentía de la esperanza y del diálogo para conservar “encendida la lámpara de la esperanza, rezando y trabajando por la paz”.
Hoy el mundo de nuevo, a lo mejor más que nunca, necesita la paz con urgencia. Hay que tener un grito de dolor como el de Juan XXIII, en Pacem in terris, que clamaba porque las potencias no fueran a destruir atómicamente a la humanidad.
La construcción de la paz es responsabilidad de todos. Un líder religioso es siempre hombre o mujer de paz (Francisco dixit). No sólo líderes religiosos. Todos debemos ser artesanos de la paz. No importa el tamaño de tu contribución, de mi contribución, para alcanzarla.
Hay que extinguir el odio. Levantar las sendas de la cultura del diálogo y del encuentro, es prédica constante de nuestro santo Papa que, incluso lo recomendó a Venezuela, que vive en constante crispación.

Que oración y diálogo crezcan juntos y no disminuyan juntos.

viernes, 3 de octubre de 2014

No permitamos que nos arrebaten la alegría

“…, y nadie os podrá quitar vuestra alegría” (Jn 16, 22).
Si algo valioso hemos de cuidar, es nuestra vida interior. Allí nuestra voluntad – que debemos cultivar – debe mandar por siempre. Hombre  de recia voluntad, es el que  tiene su voluntad en sintonía  con la voluntad de Dios.
Debemos evitar caer en vacío interior, en aislamiento, en estar anclado en sí mismo. Nuestra vinculación ha de ser con Jesucristo, porque con él nace y renace la alegría.
Nada más perjudicial que caer en tristeza. Podría estarse a un paso de la depresión. Parece increíble, pero, según estadísticas serias y científicas, los índices de estados depresivos son alarmantes en países donde hay abundancia de consumo de bienes materiales.
Según Francisco, “es una tristeza individualista, que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada” (Evangelii Gaudium, 1).
Siempre debemos proyectarnos en la sociedad y servirle con gratuidad. No decir, como recientemente sostenía un profesional de la medicina, que él no iba a atender más a pobres sino sólo a ricos. Que con 8 pacientes en la mañana a 1500 Bs., la consulta, y otros 8, en la tarde, más que suficiente, amén las operaciones. Otro, se negaba a operar a un paciente porque le faltaban 2000 Bs.  para cubrir los elevados honorarios profesionales. Ya no hay espacio, en esa conciencia, para los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.
Que quede claro que no sólo ocurre en el ámbito de los médicos – no digo que todos actúen de la misma manera, Dios quiera que sea así – sino en el campo de una sociedad enferma de indiferencia, de avaricia, de codicia, de falta de sensibilidad, de no tener compromiso con el prójimo, de no compartir. De bachaquear para vender medicinas escasas, con precios por el cielo, alimentos con ganancias de hasta 700 por ciento. De restaurantes que hasta es un peligro por sólo mirarles (fácil es una factura de 10.000 bolívares por un almuerzo sencillo)… y dejo de contar. Es dramática, dura, la situación que se “vive”. Hace que la alegría no se viva del mismo modo. Pero ella, es capaz de permanecer “como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo” (EG, 6).
El Papa Francisco “invita a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso” (EG, 3).
Dios espera cambios de actitudes, aguarda por el arrepentimiento. Jesús nos habla del perdón, de perdonar siempre, al que se arrepiente.
Estoy seguro que quien tiene una conciencia pura, quien ha aceptado a Cristo en su vida, es persona de alegría. Siente la alegría evangélica, al leer la Biblia.
En las Sagradas Escrituras encontrará: “Alégrate es en el saludo del ángel a María (Lc 1, 28); la visita de María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre” (cf. Lc 1, 41). En su canto María proclama: “Mi espíritu se estremece de alegría en Dios, mi salvador” (Lc 1, 47). Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan exclama: “Esta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud” (Jn 3, 29); “Jesús mismo se llenó de alegría en el Espíritu Santo” (Lc 10, 21); El promete a los discípulos: “Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría” (Jn 16, 20) ( EG, 5).
Francisco nos pide, a través de una interrogante, que entremos en ese río de alegría.
Termino estas notas citando largo y extendido a nuestro santo Papa: “la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar alegría”. Es criterio de Pablo VI que el Pontífice actual hace suyo. Y agrega: “Puedo decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a que aferrarse. También recuerdo la genuina alegría de aquellos  que, aun en medio de grandes compromisos profesionales, han sabido conservar un corazón creyente, desprendido y sencillo” (EG, 7).

lunes, 22 de septiembre de 2014

El diálogo y medios para su éxito

“La paz se construye día a día en la búsqueda del orden querido por Dios y solo puede florecer cuando cada  uno reconoce la propia responsabilidad para promoverla” (Pablo VI; Pío XI).
Estamos inmersos en un planeta con graves conflictos. Francisco ha afirmado que “la tercera guerra mundial ya se inició”. Hay conflictos en las familias, en las relaciones interpersonales, en el trabajo, en la sociedad; se producen por causas tales como el egoísmo, el afán de ganancia a como dé lugar, poder, dinero, de “corazones corrompidos” que, para vender armas, “especulan con la guerra”, narcotráfico y de ilícitos de todo pelaje. La palabra luce incendiaria en los líderes y con ella generan violencia. Injusticia por doquier. Esta no se combate con la violencia. La violencia genera más violencia. La guerra más guerra. Como la paz, más paz.
Yo soy de los que me declaro abiertamente antibelicista, porque la guerra no tiene sentido. Destruye. Es degradación del ser humano. Sus pasiones, las más bajas, salen a flote y es la bestialidad la que le anima a matar, con desprecio absoluto por la vida. Tristemente se ha popularizado la decapitación – cortar la cabeza - que me hace recordar cuando Tomás Moro fuera víctima de ella, por no traicionar la fe en Cristo, su fidelidad a la Iglesia Católica. Por no apartarse de Roma.
A los guerreristas hay que aplicarles mano firme y corazón grande como, en su momento, afirmara Álvaro Uribe en contra de una guerrilla que perdió su brújula principista y el contacto con la realidad colombiana que clama por la paz. Lo sostiene el sacerdote católico Leonel Narváez Gómez en La Revolución del Perdón. La Habana es hoy escenario de un nuevo intento por lograrla. Dios quiera que sea pronto.
El fusil ha sido el camino de algunos que, luego, se han arrepentido. El camino es Cristo, el centro de mi vida. La Biblia, en mano, es la vía, es el camino, que conduce al perdón,  la reconciliación y  la paz.
Hay expertos internacionales en la resolución de conflictos que conocen la existencia de Medios Alternativos de solución de guerras o confrontaciones similares.
Esos  Medios Alternativos de Resolución de Conflictos (MARC), tales como la Negociación, la Mediación, la Transacción, la Justicia de Paz, la Sinergia, el Perdón y la Reconciliación, son más eficaces que la guerra. Esta, destruye. La Paz construye, genera más paz, lleva al progreso, al bienestar, a la tranquilidad de los pueblos.
El diálogo, del cual se habla tanto a nivel internacional y nacional, necesita del uso de esos Medios. Creo que el mejor de todos es la sinergia, que es cooperación, donde nadie pierde y todos ganan (Covey, tiene un libro, La Alternativa, que debiera ser leído por todos, que desarrolla la sinergia). Los conflictos necesitan de creatividad, de conciencia social para sacar del marasmo al planeta y convertirlo en el Reino de Dios a plenitud. Parece que los tradicionales necesitan el refuerzo de los MARC, o ¿Su sustitución?

raincbrach@hotmail.com  htpp://escritoseneltiempo.blogspot.com

Sígueme en Twitter @eeetiempo y en Facebook; Rafael Antonio Inciarte Bracho.

martes, 9 de septiembre de 2014

Noruega y su primer lugar en desarrollo humano

“El Hijo del Hombre también es dueño del sábado” (Lc 6, 1-5. Cristo proclama la primacía del hombre para hacer el bien, también en sábado).
SEMBRAR EL PETROLEO,  no ha sido, para ese país nórdico, una simple y manoseada, pero incumplida, frase.
En días pasados el otrora Santos Yorme – pseudónimo de Pompeyo Márquez en la dictadura perejimenista – afirmó que SEMBRAR EL PETROLEO es una frase que pertenece a Alberto Adriani y no a Arturo Uslar Pietri. Solicité a Román Duque Corredor, que preside la Fundación Alberto Adriani, su opinión, y, de manera parcial, textual, copio lo que me dijo: “Que visión de quien concibió el petróleo como una semilla y que el ilustre Uslar Pietri acuñó en una frase. El legado de Adriani ha sido incumplido por falta de sembradores del petróleo”.
Los resultados de Noruega de la siembra de su petróleo han sido, primer lugar en el mundo, durante años consecutivos en Desarrollo Humano. La ONU se basa en tres dimensiones para afirmarlo: “vida larga y saludable, conocimientos y nivel de vida digno” y un fondo soberano en dólares de 1.000.000.000.000, el más grande de la tierra. Se calcula que, para el 2020, alcanzará el millón de millones de dólares.
Me consta que es un país de libertad, de respeto por el Estado de Derecho, de seguridad social expresada en hospitales públicos cinco estrellas, de humanismo a toda prueba, monárquico y parlamentario, de democracia social y políticas igualitarias que les permite tener una sociedad homogénea, de enorme confianza en su gobierno, que respeta  la vida y la propiedad privada. Sus trabajadores trabajan duro, los impuestos son caros, aunque tratan de ser competitivos, los salarios les garantizan calidad de vida. Entretanto, en otros países - ¿Venezuela entre ellos? – el petróleo ha servido para crear enormes diferencias sociales entre ricos y pobres, con calidad de vida precaria.
Es Noruega un país de gente feliz, que sabe que su gobierno trabaja con la razón, con sano pragmatismo y no con la fuerza. Que es previsivo y ya se prepara para enfrentar con políticas fundadas en la ciencia y la tecnología, cuando el petróleo y el gas se acaben. Ya han comenzado a actuar en esa dirección. Hay autos eléctricos rodando por la hermosa geografía vikinga.
Sus dirigentes y su gente en general, no muestran gastos ostentosos, no hay lujosos autos con vidrios ahumados, ni se es propietario de caballos de paso, ni tiendas de carteras de marca, ni clubes nocturnos exclusivos, ni hay ricos súbitos o de la noche a la mañana, ni se asaltan los recursos que provienen de esa riqueza. La corrupción campea por su ausencia.
La Universidad de Columbia de Nueva York declaró a Noruega uno de los países más felices del mundo. La esperanza de vida al nacer es de 81.3 años, su escolaridad es de 12.6 años y el ingreso bruto per cápita es de 48.688 dólares anuales.
Saquen la cuenta, amigos lectores, de cuánto es  el salario mínimo venezolano: unos 50 dólares mensuales; lo mismo, que el monto de la pensión de los ancianos, y cuánto será el fondo soberano de reserva de nuestro país.

Decía Mario Briceño Iragorry que “nadie puede negar la ventaja que la República ha podido derivar de las fuertes sumas… devinientes del petróleo. En cambio, nadie se atreve a negar tampoco que la falta de sentido patriótico y la ausencia de espíritu de previsión han hecho de la abundancia venezolana un instrumento de disolución nacional propicio a la apertura de caminos de corrupción y de molicie… Gracias a la posibilidad de gastar a mano abierta, se ha tirado el dinero al voleo, hasta hacer el país una inmensa mina realenga que privilegiados indígenas y forasteros (éstos con mayor provecho) procuran explotar a sus anchas”. (Habla la Historia al presente en Mensaje sin Destino, del insigne venezolano citado).

jueves, 21 de agosto de 2014

Francisco y su viaje a Corea

“Tierra de mañana tranquila” Papa Francisco.

En tensión permanente vive Corea del Sur ante un vecino dominado por una dictadura comunista cruel, despiadada, para la cual la libertad y dignidad humana nada valen. No entro en detalles de sus horripilantes ejecutorias recientes, ordenadas por el “joven” que está al frente de Corea del Norte. Por pura “coincidencia” lanzó unos misiles para celebrar la independencia del yugo japonés, el día que llegó a esa región nuestro santo Papa.
No hace muchos días amenazó, ese “joven” a los Estados Unidos con una guerra nuclear. De volar la Casa Blanca.
Hasta esa tensionada nación, tierra de mañana tranquila, viajó Francisco. Tierra de gente amistosa y cordial, de bellezas naturales y riqueza histórica y cultural.
La valentía del Papa le ha conducido a una región que “ha sufrido durante años la violencia, la persecución y la guerra fría, pero que nunca ha perdido la esperanza, firme en la justicia, paz y unidad”, valores que no sólo deben regir en esta parte asiática del planeta, sino en el mundo entero. Venezuela, obviamente, no es la excepción.
Francisco asistió para estar presente en la VI Jornada de la Juventud Asiática, que reunió a más de dos mil delegados de numerosos países de ese inmenso continente. Todo en aras de una gozosa celebración de la fe en Jesucristo.
La cultura coreana ha sabido respetar a los ancianos y la sabiduría que ellos guardan, y reconocerles su puesto en la sociedad. Muchos han vivido el martirio por vivir totalmente para Dios y por hacer el bien a los demás.
Los jóvenes aprenden mucho de los ancianos, y éstos de ellos.
A los jóvenes hay que enseñarles valores, entenderles en sus anhelos y preocupaciones. Educarles en el don de la paz.
Corea ha sufrido mucho por la ausencia de paz. Realiza muchos esfuerzos por la reconciliación, incluso, no pierden la esperanza de ver unida a las dos Coreas en una sola. Esos esfuerzos hay que apoyarlos para el logro de la estabilidad de toda esa región y de todo el mundo, cansado de las guerras, de la violencia y de la confrontación permanentes que sólo debilitan y destruyen.
Diplomacia y no guerra. Para Francisco la diplomacia es arte, es diálogo, es escucha atenta, sin recriminaciones ni críticas inútiles ni demostraciones de fuerza. Para él, la paz no consiste simplemente en la ausencia de guerra, sino que “es obra de la justicia” (cf. Is 32, 17).
La justicia, como virtud, requiere la disciplina de la paciencia. No se trata de olvidar las injusticias del pasado, sino de superarlas mediante el perdón (Mt 18, 21 s), la tolerancia y la colaboración.
Todos construyamos la paz en estos días tan peligrosos en la tierra. Oremos para que cesen las guerras. Se necesitan hombres y mujeres sabios, virtuosos y profundamente espirituales, ganados, con desinterés, ajenos a intereses propios, para conseguir urgentemente en el mundo la paz, la justicia y la unidad.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Principios para la convivencia social

“… la Iglesia habla desde la luz que le ofrece la fe” Benedicto XVI.
La dimensión social de la evangelización nos lleva a hacer presente en el mundo, el Reino de Dios. A asumir compromisos por el bien común, la justicia y la paz. Esta se construye día a día luchando por el desarrollo integral de todos los hombres y mujeres que habitamos en este sufrido planeta tierra.           
No podemos permitir, en aras del respeto de la dignidad humana, que nos arrastren como masa; al contrario, estamos obligados a participar por la existencia de una ciudadanía, que tenga vida política, paz, justicia y fraternidad.
Hemos venido estudiando y meditando, sacándole el jugo, a la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, del Papa Francisco. El habla de cuatro principios  que aplicados garantizan el desarrollo “de la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común” (EG, 221). Son principios que “brotan de los grandes postulados de la Doctrina Social de la Iglesia” y que están relacionados con la realidad social.
Son cuatro: 1. El tiempo es superior al espacio. Permite trabajar a largo plazo sin obsesionarse por los resultados inmediatos (EG, 223), que pueden producir “un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no construyen la plenitud humana” (EG 224). Hay que evitar la velocidad, andar sin prisa pero sin pausa, siguiendo procesos, “sin ansiedad pero sí con convicciones claras y tenacidad”, con calma y cordura.
Este criterio también “es muy propio de la evangelización, que requiere tener presente el horizonte, asumir los procesos posibles y el camino largo” (EG, 225). Esperar la acción del Espíritu Santo, la de la Palabra de Dios.
2. La unidad prevalece sobre el conflicto. Es necesario este principio, para construir la “comunión en las diferencias”, “la amistad social”; pero eso sí, asumiendo el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso (EG, 226).
Dice nuestro santo Papa que “este criterio evangélico nos recuerda que Cristo  ha unificado todo en sí: cielo y tierra. Dios y hombre, tiempo y eternidad, carne y espíritu, persona y sociedad. La señal de esta unidad y reconciliación de todo en sí  es la paz. Cristo es nuestra paz” (Ef 2, 14).
Hay una frase muy hermosa que no puedo pasar por alto: “diversidad reconciliada”, enseñanza de los Obispos del Congo (EG, 230).
3. La realidad es más importante que la idea. Como la realidad es y la idea se elabora, se hace imprescindible un diálogo permanente entre realidad social  e idea. Razonar esa realidad, verla con “objetividad armoniosa”. De otro modo se manipula la verdad (EG 232).
No ver objetivamente la realidad social, hace que el pueblo no siga al dirigente político o religioso. Porque no los comprenden. Hacen un discurso de una racionalidad ajena a la gente. Hay que encarnar la Palabra con esa realidad. Llevarla a la práctica con obras de justicia y de caridad  para que sea fecunda. No hacerlo de esa manera es quedarnos en la pura idea. “En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne es de Dios” (1 Jn 4, 2) (EV, 233).
4. El todo es superior a la parte. Una persona no se anula por integrar cordialmente una comunidad, siempre habrá nuevos estímulos para su propio desarrollo. Integrarnos como locales a la globalización nos hace ampliar la mirada, nos enriquece, nos convierte en integrales.
El evangelio que se nos envía a predicar es de totalidad o integridad.  No termina de ser Buena Noticia  hasta que no es anunciado a todos, hasta que no fecunda y sana todas las dimensiones del hombre y hasta que no integra a todos los hombres en la mesa del Reino. El todo es superior a la parte. (EG, 237).

martes, 22 de julio de 2014

Paz, paz y paz

“El reino de los cielos está en vosotros”, conduce hacia la paz interior y de ésta hacia la paz exterior.
Estos días que transcurren no han sido nada positivos para la paz.
El conflicto dramático y añejo del Medio Oriente, el de Ucrania, y por qué no decirlo, el de nosotros los venezolanos, lo demuestran. Más allá se habla de una nueva Guerra Fría.
Son momentos que nos hacen recordar, aquellos que la humanidad vivió,  con profundo y justificado nerviosismo, por los inicios de la década de los años sesenta, ápice  de la Guerra Fría, que llevó al Papa Juan XXIII – hoy San Juan XXIII - a hacer un llamado a la paz, ya que se estaba al borde de una conflagración nuclear y sus devastadores efectos.
El contenido del llamado dice así: “Con la mano en la conciencia  escuchen el grito angustioso que desde todos los puntos de la tierra, desde los niños inocentes a los ancianos, desde las personas a las comunidades, sale hacia el  cielo: ¡Paz, paz!” (Radio Mensaje del 25 de octubre de 1962).
Podría esgrimirse, que el antecedente o fundamento inmediato, de la Encíclica “Pacem in Terris” está expresado en ese angustioso llamado, dirigido a los que tenían la responsabilidad del poder; encíclica que, no hace mucho, cumplió 50 años con actualidad digna de encomio.
El mundo ha logrado avances en materia de paz. Actuaciones de Papas, como la de los santos Juan XXIII y Juan Pablo II, lo prueban, al lograr abrir espacios de libertad y de diálogo; pero, lamentablemente, sigue actual el llamado a la paz: Señor danos la paz, Señor danos la paz, Señor danos mucha paz.
Hay dos caminos, a ejemplo de Jesucristo, para construir la paz, que es tarea de todos. Antes de exponerlos, quiero expresar que, no sólo es fracaso de la paz la guerra; es fracaso de líderes, de gobernantes.
Los dos caminos son: promover y practicar la justicia, con verdad y amor; contribuir, en la medida de las posibilidades, al desarrollo humano integral. No olvidando el origen divino del hombre y su dignidad.
No son sólo derechos civiles y políticos, que deben ser garantizados; sino los de alimentos, agua, electricidad, casa, atención sanitaria, insumos médicos, medicinas, educación y la posibilidad de formar y sostener a una familia. La paz duradera, tanto nacional como internacional, depende del cumplimiento de esos derechos, muy humanos.
Las soluciones no son dogmáticas; sino prácticas, basadas en el diálogo, la escucha, la paciencia, el respeto del otro, la sinceridad, la disponibilidad y revisión de la propia opinión. Así lo planteó san Juan XXIII y tiene razón.
La crisis económica mundial del presente es síntoma grave de la falta de respeto por el hombre… ¡Vergüenza! ha denunciado el santo Papa Francisco el caso de las víctimas de la tragedia que resulta la inmigración… verbigracia, el caso de los niños que emigran de Centroamérica en búsqueda del pan que sacie su hambre; ayer cercano, las del trágico naufragio en el mar de Lampedusa.
María, Reina de la paz, intercede ante tu Hijo por la paz. Danos la paz.
(Invito a la lectura del discurso del Papa Francisco en un encuentro organizado por el Consejo Pontificio “Justicia y Paz” en el 50 aniversario de la encíclica “Pacem in Terris”, del 3 de octubre de 2013).

martes, 15 de julio de 2014

El Consuelo que recibimos de Dios

“… la luz de la esperanza cristiana nunca defrauda”  (Rm 5, 5)
El día viernes, 11 de julio, próximo pasado, la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV), en su CII Asamblea, recientemente celebrada con los Obispos y una calificada representación de los presbíteros de las diócesis y vicariatos apostólicos, publicó sus reflexiones que, todos los católicos, y personas no católicas, pero de buena voluntad, debemos leer e internalizar en nuestras conciencias.
Las reflexiones abordan la situación nacional actual, invitan al estudio y profundización de la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” y la convocatoria para la realización de una Asamblea Nacional de Pastoral 2015.
Se hizo un reconocimiento, muy merecido a los sacerdotes que, en su gran mayoría, se esfuerzan por guardar “integra fidelidad a sus compromisos y su trabajo produce como los campos del sembrador del Evangelio” (Mt 13, 23). Ellos, son “estímulo y ejemplo para todo el Pueblo de Dios y fomento de las vocaciones” (CPV no. 27), que, cada día, se requieren en abundancia.
A nuestros pastores les toca a diario, en medio de un país polarizado en lo político, “tender puentes para propiciar el encuentro entre adversarios, y promover la reconciliación de nuestro pueblo… Actuar movidos por Jesús que dijo antes de su Pascua” te ruego por ellos, para que sean uno, como tú y yo somos uno… (Conc. Vat. II no. 1 . Lumen Gentium). Son puentes para ir tejiendo desde abajo la Unidad  de los venezolanos, sin distingos de ningún tipo.
Las reflexiones no podían pasar por alto la Exhortación de nuestro Santo Papa, y, en este sentido, la CEV se refiere a la invitación de Francisco de leer, meditar y poner en práctica la “Evangelii Gaudium”, que, no es otra cosa que la tan deseada transformación misionera de la Iglesia. Anunciarla con alegría en el contexto de sufrimientos, confrontaciones, violencia, y del drama que muchas veces caracteriza nuestra historia actual (EG no. 10).
La Iglesia ha de ser siempre como quiso su Fundador. Con la mano extendida con franqueza, con cordialidad, con deseo de hacer el bien a todos, acorde con la característica fundamental del Cristianismo, que debe conservar y profundizar en las actuales circunstancias (EG no. 24).
La Iglesia existe para evangelizar, lo recordaba Pablo VI en “Evangelii Nutiandi”, no. 14. Anunciar en primer lugar a Jesucristo, la salvación obrada a través de su misterio pascual. Y más allá de realidades espirituales y la vida eterna, anunciar aspectos socio-políticos, como la inclusión de los pobres, la paz y el diálogo.
Haciendo uso de un legítimo derecho de opinar, sobre todo aquello que afecte la vida de las personas, nuestros pastores promueven el desarrollo integral de cada ser humano (EG no. 218). Es tarea evangelizadora, es servicio, es un deber, la defensa de la dignidad humana, y del bien común, del pueblo venezolano, que sufre la violencia, la inseguridad, la criminalidad cruenta, el desabastecimiento, las largas y humillantes colas para obtener el mínimo sustento necesario, el alza constante del costo de la vida, las sucesivas devaluaciones de la moneda, controles excesivos a la actividad productiva, las fallas de servicios fundamentales como el agua y la luz eléctrica. Todo este padecimiento de la familia venezolana ante la indiferencia de quienes deben resolver estos problemas, más interesados en la pantalla ideológica que de los pobres.
Se agrava el drama, descrito acorde con la verdad, con la pretensión de imponer un modelo político totalitario (CEV. Presidencia. Mensaje. “Responsables de la Paz y el Destino Democrático de Venezuela” 2-4-2014. No. 2) y un sistema educativo ideologizado.
Se pretende desde ya, que la Asamblea Nacional de Pastoral, sea una contribución para el reencuentro de los venezolanos y la reconstrucción del país. Para transmitir la fe en Jesucristo, que nos ama, que dio su vida para salvarnos y ahora está vivo para salvar a Venezuela, para iluminarnos, fortalecernos y liberarnos. Se hará una contribución a la aplicación de las directrices del Concilio Plenario de Venezuela.
La Iglesia en el compromiso evangelizador quiere “saber decir una palabra de aliento al abatido” (Is 50, 4), con la luz de la esperanza cristiana, que nunca defrauda (Rm 5, 5), que está cimentada en la palabra y la promesa de Dios.

Los Obispos piden a la Virgen Santísima su intercesión en este caminar. A nuestra Madre de Coromoto, para que nos acompañe. Ella siempre, amorosamente, camina con su Iglesia.

miércoles, 9 de julio de 2014

El amor de Francisco por los ancianos

“No puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano en situación de calle y que si lo sea una caída de dos puntos en la bolsa” (EG 53).
No creo pecar de atrevido si afirmo que el amor de nuestro Santo Papa Francisco viene desde su niñez. El mismo lo confiesa al exponer una historia vivida cuando niño.
Resulta que estaba un anciano almorzando con su hijo, nieto y nuera, y al tomar la sopa se manchó la camisa. Esto produjo el enojo de su hijo, quien lo apartó de la mesa y ordenó hacerle una para que comiera sólo.
Pasados los días, encontró al hijo con su madre trabajando, y el padre, curioso, le preguntó al muchacho ¿Qué estás haciendo?, a lo que el niño respondió; Papá, una mesa para cuando tú seas viejo…
Esta historia impresionó al niño Bergoglio, y por ello, afirmo, sin ambage alguno, que de allí nace su amor por los ancianos y por los abuelos.
Desde entonces, durante su vida, y más desde que fuera electo Papa, han sido muchas las intervenciones a favor de los ancianos y de los abuelos, que junto con los jóvenes, son los polos de la vida de los pueblos. Pero, lamentablemente, la civilización mundial, actual, principalmente Occidente, se ha “pasado la rosca” y ha hecho al “dios dinero” causa de exclusión, de descarte, consecuencia de una economía que “mata”, que ha hecho una brecha – la sigue haciendo – entre una minoría feliz y millones de seres humanos sin derecho, incluso, a ser si quiera explotados por no tener empleo y ser considerados desechos sociales.
Para la meditación permanente de los gobernantes, empresarios, creyentes y no creyentes, personas de buena voluntad, financieros, debería ser aquello de que “un pueblo tiene futuro si va adelante con los dos puntos: con los jóvenes, con la fuerza, porque lo llevan adelante, y con los ancianos, porque estos aportan la sabiduría de la vida” (Francisco).
Un pueblo que no respeta a los abuelos es un pueblo sin memoria.
La historia bíblica nos habla de muchos ancianos y lo que han sido capaces de hacer. Abraham, Simeón, Ana, Policarpo y Eleazar por sólo indicar algunos. En el caso de Eleazar, en vez de cuidarse a sí mismo, piensa en los jóvenes, en lo que con valentía les dejará como recuerdo: coherencia de fe en Dios, y testimonio de rectitud. Eligió el martirio para ser ejemplo para con los jóvenes, no se convirtió en un aventurero, de esos que hoy saltan fácilmente de un partido a otro, de una religión a otra, de venderse por contratos…
Hay que orar y rezar mucho por los ancianos, cuidarlos, no abandonarlos, no dejarlos botados en asilos, no permitirles hablar ni actuar, de denunciar a pleno pulmón la eutanasia escondida de la que habla el anciano Francisco, de una eutanasia, también, en lo cultural.
“Acuérdense de quienes los dirigían, porque ellos les anunciaron la Palabra de Dios: consideren cómo terminó su vida e imiten su fe”. (Carta a los Hebreos capítulo 12).
La vejez es un tesoro de la sociedad. “La vejez es la sede de la sabiduría de la vida. Donemos esa sabiduría a los jóvenes” (Francisco).
Todas estas intervenciones del Papa Francisco, han llevado a la celebración de la Jornada Internacional dedicada a la tercera edad el próximo 28 de septiembre en la Plaza de San Pedro en Roma, al encuentro del sumo Pontífice, hombre sabio, santo, humilde y sencillo con los ancianos y abuelos que, espero, se institucionalice por toda la eternidad y cada año sea celebrada para recordarle a la humanidad entera que hay que cuidar a los ancianos y a los abuelos: Tesoro de la Sociedad.

jueves, 3 de julio de 2014

Mariano Fiallo Oyanguren: La poesía, la justicia y la santidad se abrazan

“Santo no es quien reza, sino quien actúa bien” 
El 25 de junio, reciente, falleció en León, Nicaragua, un hombre que, en su vida, actuó bien, destacándose como universitario y funcionario electoral: el doctor Mariano Fiallo Oyanguren.
El fue Rector de la UNAN (1974) y Presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE). Hombre probo, jurista notable. Era del criterio de que debíase tener “memoria histórica y hacer al jurista de buena base para tener un buen abogado” (Francisco Valladares). Mesurado, muy inteligente, diríase más bien, sabio. Nunca tomaba una decisión a la ligera.
En momentos de falta de paz, la mesura ha de brillar.
Cómo ha debido ser su probidad y su equilibrio, que fue capaz, con valentía digna de encomio, de defender la autonomía universitaria ante la dictadura somocista cruenta, que amenazó muchas veces con intervenir la universidad, y de presidir un órgano electoral (CSE, 1990) de manera transparente e independiente (Sergio Ramírez), donde Violeta de Chamorro resultara electa Presidente (1990-1996).
Sostiene Ramírez, excelente escritor, ex vicepresidente de la República, que Fiallo Oyanguren “demostró que en Nicaragua podían haber jueces electorales honrados, sin importar su afiliación política y supo demostrar que en un país que buscaba la institucionalidad perdida o nunca encontrada, se podía presidir un órgano electoral independiente y transparente”. Hombre, que siendo sandinista, tuvo personalidad para dirigir las instituciones e interpretar las leyes, determinantes para el destino de una nación (Ramírez).
Honrado. “Mariano era diez mil veces honrado” (Carlos Fonseca Amador).
Mariano Fiallo es Héroe de la democracia, el más íntegro de todos. Descansará eternamente y se abrazará con Rubén Darío, que reposa en la bella Catedral de León. La fuerza de la poesía y de la justicia darán luz por siempre sobre las tinieblas. Una luz, que, como un faro, alumbra más allá de Nicaragua. De una luz que los pueblos necesitan, que son bienes del cielo, de Dios, de su Hijo amado, Jesucristo, que son superiores a los materiales, también necesarios para la paz de todos ellos.
Nota final: Permítanme escribir este pensamiento que he acuñado: Los principios son eternos, no se debilitan nunca. Se debilitan quienes los violan. Llámense países, naciones, estados, personas, empresa, sindicato, partidos, iglesia, u otros.

miércoles, 18 de junio de 2014

El sistema económico ya no se aguanta

“… las grandes economías mundiales sacrifican al hombre a los pies del ídolo dinero” Francisco
El dinero no puede estar en el centro donde tiene que estar el ser humano.
La economía ha de estar al servicio del hombre y de la mujer. No siendo así, la indignación seguirá creciendo en el planeta. La violencia, con la que no comulgamos, las protestas, seguirán inundando a nuestra sociedad. Ya resulta insoportable la concentración de la riqueza en los dueños del capital. Las ganancias exorbitantes superan el crecimiento económico. Caminan más rápido los ingresos para el capital que el crecimiento de la economía. Se vislumbran tormentas.
Todo porque se ha caído en la idolatría del dinero, donde para adquirir no importan la benignidad de los medios para lograr los fines crematísticos. Sufren las consecuencias los trabajadores, los jóvenes, que cada día emigran más en búsqueda de trabajo decente. Se les descarta al igual que a los viejitos, porque no producen. Cruel destino depara al mundo esta situación carente de justicia. La paz siempre estará en vilo.
La globalización tiene beneficios que nadie puede negar; pero no parece respetar la particularidad, las economías de los pueblos, su identidad, su riqueza y su cultura. Se les niega el derecho a tener economías reales y diversificadas, muchas destruidas por economías poderosas que han creado un “sistema económico que ya no se aguanta”, como, valientemente, afirma nuestro santo Papa Francisco.
Ya han surgido voces calificadas disidentes del actual estado de cosas carentes de justicia y paz. Un economista, Thomas Piketty, con su libro El Capital en el siglo XXI (Le Capital au XXI siécle) sostiene que cuando la tasa de acumulación de capital crece más rápido que la economía, entonces la desigualdad aumenta, y plantea, ante un capitalismo patrimonial, impuestos progresivos y un impuesto mundial sobre la riqueza para ayudar a resolver el aumento de la desigualdad.
Téngase en cuenta que la pobreza es “distinta al pauperismo”. Dice Francisco, que, le gustaría pasar a la historia recordado como “… un buen tipo que hizo lo que pudo y no fue tan malo. Con eso me conformo”. Y él, sostiene que Jesús “quiere que los obispos no seamos príncipes, sino servidores”. Al Papa le gusta “servir a la gente desde dentro de si mismo”. Acorde con aquello de que Jesús vino a servir y no a ser servido.

Hagamos de nuestra fe en Cristo una vida consagrada a servir al prójimo. La economía debe estar impregnada de este espíritu para el bien de todos, de la justicia y de la paz.

miércoles, 11 de junio de 2014

El anuncio del Evangelio y la preferencia por los pobres

“Nada de caridad a la carta” (Francisco, EG)
Sigo con Francisco y digo que la Iglesia tiene que ser lugar de la misericordia gratuita, y los bautizados,  protagonistas de la evangelización, lo que significa una presencia más visible del laico junto con los sacerdotes, religiosos y religiosas, y demás consagrados. Es misión de todos, - porque todos somos Iglesia -, llevar a Jesucristo a conocidos y desconocidos.
Evangelizar es poner en acción la dimensión social de la Iglesia. Es hacer presente con nuestra palabra, la Palabra de Dios, y su Reino. El mundo actual lo requiere con urgencia; su justicia y la paz vendrán sin hacerse esperar. Tenemos que escuchar a los pueblos, para saber discernir lo que quieren, lo que necesitan escuchar.
Seríamos jactanciosos si pretendiéramos tener el monopolio de la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones de los problemas contemporáneos, cada día más complejos. Es labor de conjunto entre fe y razón; entre fe y ciencia.
Por encima de todo, escuchar el clamor de los pobres y socorrerlos. No puedo entender a plenitud por qué hay tanta emigración de nuestros pueblos,  cuando en algunos han sido boyantes los recursos económicos;  ni tampoco el por qué no se garantiza la gobernabilidad, la seguridad y el bienestar.
Más que generosidad se necesita de solidaridad con la conciencia de que la posesión privada de los bienes se justifica para servir mejor al bien común. Al pobre y a los que han sido empobrecidos hay que devolverle lo que les pertenece.
No es más que una desvergüenza que se viaje al espacio y se maravillen muchos ante los avances científicos y tecnológicos y no se elimine el hambre. Francisco nos dice que el hambre es consecuencia de la mala distribución de la riqueza. De pequeñas élites poderosas super enriquecidas indiferentes al clamor de las inmensas mayorías que sufren con indignación la pobreza y en ésta la crítica que crece, crece y crece. Y lo que es grave, habiendo suficientes alimentos para todos no se elimina.
Nuestro santo Papa Francisco, nos recuerda a todos que Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que, hasta él mismo, se hizo pobre. La opción por los pobres es una categoría teológica.
Nuestro sumo pontífice quiere que haya una Iglesia para los pobres. Estar cerca de los pobres.
Que nadie se moleste por estas cosas que se exponen en Evangelii Gaudium, sino más bien, que haga su aporte por seguir sus exhortaciones para beneficio suyo y de los demás. Aporte para la justicia y la paz social.

jueves, 29 de mayo de 2014

Preocupación sincera por los pobres

“¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres!” (Francisco)
La política, tan denigrada, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Lo afirmaba, Pío XI, en su Mensaje del 18 de diciembre de 1927.
El laico católico, de vida social, ha de tener presente que debe llevar el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo a todos. El Reino de Dios ha de llegar a todo el planeta. Y es que el Mensaje, en su contenido, tiene repercusiones comunitarias y sociales.
Todos los hombres y mujeres tienen dignidad, que Dios les confirió. El católico, pastor o laico, ha de tener para con ellos, amor, fraternidad, respeto y solidaridad, que es tenerla consigo mismo, por aquello de “ama a tu prójimo como  a ti mismo”. La misericordia no le es ajena, porque la Palabra de Dios, que es eterna, como lo es su infinito amor (Dios es Amor)  ordena no hacer a otros lo que no queremos que nos hagan. De reflexión el texto bíblico (Mt 25, 40; 7, 2; Lc 6, 36-38).
Lo peor que le puede pasar a una persona es ser indiferente al dolor de su semejante. Se le devolverá la acción.
Si reina Dios, habrá  justicia, paz, caridad y fraternidad.
La tarea del católico es, al momento de evangelizar, la promoción integral del ser humano. Yo rechazo que se pretenda reducir la religión al ámbito privado. No señor.
Nuestro santo Papa Francisco, en Exhortación Apostólica Evangelli Gaudium, sobre el Anuncio del Evangelio en el mundo actual, se pregunta ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo.
En ese extraordinario documento citado, Francisco, se detiene en dos grandes cuestiones. Una, la inclusión social de los pobres; y la otra, el diálogo social.
Los pobres ocupan un lugar privilegiado en el Reino de Dios. Como católicos es nuestra opción preferencial. No podemos aceptar que se les engañe con políticas asistencialistas y populistas, que jamás irán radicalmente a la causa que genera la pobreza que, en muchos países, crece, alarmantemente, conjuntamente con el crecimiento de privilegios o privilegiados de nuevo cuño o de vieja data, que mueven a la indignación.
Francisco no se va por las ramas  e indica  ¿O denuncia? A la “autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera” como causas estructurales de la pobreza, de los descartados, en los que incluye a los ancianos. Lo afirmó también, nuestro Papa Emérito, Benedicto XVI, al hablar de las “disfunciones de la economía mundial”, en discurso al Cuerpo Diplomático del 8 de enero de 2007. A este sistema le importa poco “la dignidad de cada persona humana y el bien común” y el que hayan políticas económicas que atiendan estos valores, amén otros, como la ética, la solidaridad mundial, la distribución de los ingresos, la preservación y creación de fuentes de trabajo, y la fragilidad de los débiles. Les molesta y mucho.
La paz social la menciona la Palabra de Dios (Ga 5, 22). No es garantizarles la vida tranquila a los ricos y que los demás sobrevivan como puedan. No es aceptar injustas y cada día más denigrantes diferencias. Participar en política es una obligación moral para el católico. No puede desentenderse de realidades de injusticia y de falta de caridad. El conflicto ha de ser asumido y buscarle soluciones en aras de la convivencia social. Buscar soluciones justas a realidades caracterizadas por una estructura de pecado local y global.
El diálogo ha de ser sincero. Aceptando la realidad y que como social que es contribuya a la paz.
Seamos, con palabras de Francisco, “artesanos de la paz”, porque no existen industrias de paz. Esta se construye en el día a día acorde con la verdad, la justicia y la caridad.