sábado, 8 de noviembre de 2008

Lleven sus negocios honradamente

Como entroito: Pido a María que nos conceda la fuerza para saber responder a Dios cada día con mayor autenticidad y responsabilidad.
Cuando leo, oigo y veo, a través de los medios, los escándalos de corrupción, tanto a nivel nacional como internacional , inmediatamente pienso en las causas.
Primero, observo, que no es cosa de sistemas políticos. Es el drama de la condición humana expresada en la ausencia de Dios o en alejamiento de El, de falta de valores cristianos. Es la codicia o avaricia, ese afán obsesivo de acumular dinero, riquezas, sin importar los medios para lograrlos. Es triste esas cadenas, que se materializan en pies y brazos; pero que son más graves cuando encadenan el alma.
Jesús jamás ha dicho que no crees riqueza. Ha afirmado que ¨no sólo de pan vive el hombre¨. Primero es Amar a Dios por encima de todas las cosas y luego el trabajo, la libertad de emprender para hacer riquezas y ganar dinero para comer el pan; pero Jesús, no avala la corrupción. Sólo toma de lo malo lo mejor que, en el caso de los que viven en ese mundo de tinieblas, esclavizados, es la habilidad y la sagacidad para hacer negocios; habilidad que los ciudadanos del cielo, de la luz , pongan en práctica para lograr en la tierra el Reino de Dios.
Lo que se quiere, a la luz de la doctrina de Jesús, es hacer un buen uso de la riqueza.
Pablo recomienda a los filipenses , única comunidad cristiana pendiente de sus necesidades, para que él pudiera dedicarse a evangelizar. Les dice: he aprendido a contentarme con lo que tengo.
Y va diciendoles cosas, que ayer, hoy y siempre, estarán vigentes: 1. He aprendido a conformarme con lo que tengo. 2. Me he acostumbrado a todo: a comer bien y a pasar hambre; a la abundancia y a la escasez. 3. Todo lo puedo por aquel que me da fuerza. 4. Y mi Dios, con su infinita riqueza, remediará con esplendidez todas sus necesidades ( Fil 4, 10- 19 ).
Hoy, algunos ricos - quiza muchos, quiza pocos - y quienes tienen poco, están compartiendo. No están amarrados, esclavizados, con el dinero: sirven primero a Dios y aman al prójimo como así mismo.
Son hombres y mujeres que son fieles en lo mucho y en lo poco. Que llevan sus negocios públicos y privados con honradez ( Sal 111 ).
Son hombres y empresas, que han creado instituciones, que están pendientes de las necesidades de la Iglesia y de los evangelizadores, para colaborar a satisfacer sus necesidades en aras de lograr un mundo más humano. Han comprendido que, en un futuro, quizas no remoto, la acumulación de riquezas pudiera llegar a ser un delito contra la humanidad. Que están convencidos de que la riqueza que se estanca se pudre, como ocurre con las aguas que no circulan. Tiene que haber una justa distribución de la riqueza.
Los que se han enriquecido injustamente, escuchen a Jesús: ¨Con el dinero tan lleno de injusticias, ganénse amigos que cuando ustedes mueran los reciban en el cielo ( Lc 16, 9-15 ).
Dios conoce los corazones. Hay que usar el dinero como medio y no como fin para servirle a Dios y al prójimo. Házlo, que es urgente.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo