¨La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza se deben por siempre a nuestro Dios ¨( Ap 7, 2-4 9-14 ).
Nuestro Señor, que es Unico, expresado en El, Jesús y el Espíritu Santo, que constituyen la Santísima Trinidad, espera una clase de hombres que le buscan: ¨El hombre de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso ¨( Sal 23 ).
Ese hombre logrará la bendición de Yahvé, el perdón de Dios, su Salvador, su roca, su refugio.
Los Santos y quienes luchan por la santidad, y todos los que creemos, alaban a Dios todos los días, a toda hora, en todo momento y en cualquier circunstancia.
La santidad consiste en amar. En dar la vida al servicio de los demás, como lo hiciera Jesús para el perdón de los pecados. En esto consiste el amor verdadero.
El Santo es hombre de fe puesta en el Señor. Ha luchado por ser semejante a Jesús, por imitarle, y esa conducta es su esperanza: ¨se purifica a si mismo por ser tan puro como El ¨( 1 Jn 3,1-3 ).
Lo que nos salva es el amor que Dios nos tiene. ¨Eso es lo que nos transforma, lo que nos reconcilia, lo que nos hace vivir a plenitud... que nos hace cambiar de actitud , de forma de relacionarnos con los demás. Es un amor que hace a la persona más tolerante, comprensiva, más misericordiosa. ¨( Llorente, Aristóbulo. http://www.ciudadredonda.org/).
Entonces, lo antes expuesto, nos indica los signos de la santidad.
El Santo no encuentra felicidad en acaparar riquezas. Su felicidad es confiar en Dios, más que en la riqueza y el poder; el santo es bienaventurado por luchar por la justicia, por los que sufren, por los emigrantes y en contra de las causas que lo separan de su lar; santo es el que lucha en contra de la pobreza, del hambre, de la exclusión; santo es el predica el evangelio corriendo todo riesgo y persecuciones; santos son los misericordiosos sin límites; son santos los de corazón recto que condenan la corrupción, la violencia, el tráfico de armas, el narcotráfico; son santos los que luchan por un mundo de paz y donde rija el amor. Son los dichosos, que han seguido y siguen las
bienaventuranzas del evangelio de hoy, Día de todos los Santos ( Mt 5, 1-12 )
Nuestro Señor, que es Unico, expresado en El, Jesús y el Espíritu Santo, que constituyen la Santísima Trinidad, espera una clase de hombres que le buscan: ¨El hombre de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso ¨( Sal 23 ).
Ese hombre logrará la bendición de Yahvé, el perdón de Dios, su Salvador, su roca, su refugio.
Los Santos y quienes luchan por la santidad, y todos los que creemos, alaban a Dios todos los días, a toda hora, en todo momento y en cualquier circunstancia.
La santidad consiste en amar. En dar la vida al servicio de los demás, como lo hiciera Jesús para el perdón de los pecados. En esto consiste el amor verdadero.
El Santo es hombre de fe puesta en el Señor. Ha luchado por ser semejante a Jesús, por imitarle, y esa conducta es su esperanza: ¨se purifica a si mismo por ser tan puro como El ¨( 1 Jn 3,1-3 ).
Lo que nos salva es el amor que Dios nos tiene. ¨Eso es lo que nos transforma, lo que nos reconcilia, lo que nos hace vivir a plenitud... que nos hace cambiar de actitud , de forma de relacionarnos con los demás. Es un amor que hace a la persona más tolerante, comprensiva, más misericordiosa. ¨( Llorente, Aristóbulo. http://www.ciudadredonda.org/).
Entonces, lo antes expuesto, nos indica los signos de la santidad.
El Santo no encuentra felicidad en acaparar riquezas. Su felicidad es confiar en Dios, más que en la riqueza y el poder; el santo es bienaventurado por luchar por la justicia, por los que sufren, por los emigrantes y en contra de las causas que lo separan de su lar; santo es el que lucha en contra de la pobreza, del hambre, de la exclusión; santo es el predica el evangelio corriendo todo riesgo y persecuciones; santos son los misericordiosos sin límites; son santos los de corazón recto que condenan la corrupción, la violencia, el tráfico de armas, el narcotráfico; son santos los que luchan por un mundo de paz y donde rija el amor. Son los dichosos, que han seguido y siguen las
bienaventuranzas del evangelio de hoy, Día de todos los Santos ( Mt 5, 1-12 )
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo