martes, 24 de noviembre de 2015

Medellín quedó atrás ¿Se ha superado la injusticia en América Latina y en otros continentes?

Han pasado más de 40 años de cuando el CELAM (Conferencia del Episcopado Latinoamericano) realizara su Conferencia en Medellín. Ello sucedió entre agosto y septiembre de 1968, adoptando el evento, sus actuaciones, discursos y documentos el nombre de la ciudad que, durante muchos años, fue escenario de crueldades producto de la violencia, convirtiéndose en la más violenta del mundo. Dicen los que han ido últimamente a Medellín que es una bella ciudad donde se respira paz, bienestar y prosperidad, aunada a la cultura excelente de su gente. Colombia con altos y bajos, anda en búsqueda de la paz. Son más de 70 años de dolor, sufrimientos, asesinatos, de una guerra que pareciera no tener fin.
Fue un hecho religioso trascendente latinoamericano que fue instalado por el Papa Pablo VI, convirtiéndose en el primer pontífice en visitar a la América Latina.
Medellín es trascendente, no sólo para este continente latinoamericano, sino para Europa y otros continentes. Medellín es deudor del magisterio del Papa que lograra llevar al Concilio Vaticano II a su feliz culminación. Es un testimonio de denuncia al mundo de las injusticias que, ayer y hoy, siguen clamando al cielo. Por eso Medellín no ha quedado atrás, ni se han superado las injusticias, y el subdesarrollo, ha bajado de nivel. La realidad socio-económica indica flagrantes retrocesos en esta región y en el planeta. ¿Quién se atreve a negarlo?
En Medellín se aprobaron 16 documentos para abordar tres áreas: 1.- La promoción humana: haciéndose  énfasis, en el desarrollo, la justicia y la paz. 2.- Evangelización, crecimiento de la fe. Esta no puede estar separada de la vida. Fe y vida unidas. Fe que siguiendo a Cristo obra por el amor. 3.- Una Iglesia visible y con nuevas estructuras. Movimiento de laicos. Sacerdotes.  Pobreza de la Iglesia.
Medellín es fiel a Populorum Progressio, va a unir tres términos: desarrollo, justicia y paz. Al hablar de desarrollo se recurre a un término, devaluado en mi concepto, “subdesarrollo”. Hemos retrocedido. Medellín pudiera ser Venezuela, por ej., donde la frustración se capta al instante, diáspora, emigrantes creciendo a diario en número, violencia, asesinatos, extorsiones, secuestros, drogas, corrupción, desabastecimiento, colas infamantes para compras de lo que escasea en alimentos y medicinas, inflación la más alta del mundo; desigualdades hirientes; opresión; poder injusto; tensiones nacionales e internacionales…, sin justicia no hay paz; sin amor no hay paz; paz es fraternidad; fraternidad que viene del Príncipe de la Paz que quiere la reconciliación de todos los hombres con Dios.
A todas luces hay religiosos que se les asocia a los ricos, que no han asumido la pobreza no como la contraria a la voluntad de Dios, que es un mal; sino como vida sin lujos, sin ostentación, sin apego al dinero o a la riqueza, o como compromiso voluntario para testimoniar lo que sufre el pobre, el marginado y la creciente ola gigantesca de indignados que, en toma de conciencia, denuncian estos tipos de conducta que alejan en vez de atraer e incrementan la violencia.
Medellín condena tanto al liberalismo como al marxismo. Condena la violencia. Busca la purificación en el espíritu del Evangelio; rechaza la violencia revolucionaria que no es cristiana ni evangélica.
 ¿Se ha quedado atrás Medellín? ¿Las injusticias y las desigualdades se han por lo menos aminorado? Responda usted apreciado lector o apreciada lectora.

jueves, 19 de noviembre de 2015

La actualidad de Populorum Progressio

Cuando observamos y analizamos la realidad del mundo actual, incluyendo obviamente la venezolana, de desabastecimiento alimentario, medicinal, de artículos de higiene personal, de una inflación considerada la más alta del planeta, aunada a inseguridad personal galopante, como galopante es la corrupción, el poco aprecio o ningún aprecio por valores como la vida, el alejamiento y negación de Dios, ya no provoca hablar de subdesarrollo porque ha bajado ese nivel en la mayoría de los pueblos de la tierra.
Finalizaba el Concilio Vaticano II, por los años finales de los sesenta del siglo XX, cuando salía a la luz pública la encíclica Populorum Progressio (26 de marzo de 1967) denunciando al orbe el subdesarrollo de millones de personas y la urgente necesidad de un desarrollo humano integral y solidario, ante las injusticias del “estado actual de cosas” que, se ha agravado y hoy está sumido en lo que ha sido calificado como la tercera guerra mundial (No creo que Francisco exagera). Pablo VI fue su autor, sin duda, un gran Papa, que hoy es Beato, que llegará a ser canonizado, como ocurriera con Juan XXIII y Juan Pablo II.
Destaco que la persona humana es el fin último de todo desarrollo. Venezuela, que iba en ese camino, ha retrocedido bárbaramente en los últimos veinticinco años, principalmente, con el llamado SSXXI o revolución bonita.
No está demás enumerar las características de ese desarrollo humano integral y solidario: en lo físico, intelectual, cultural, etc. Es mala la comparación, pero se ha afirmado que hoy tenemos “chatarra humana” expresada por un pueblo sin valores, ignorante, desnutrido y sin esperanza. En eso ha devenido un país en su integralidad con excepciones de minorías grosera e inmoralmente enriquecidas. (Lo de “chatarra humana” pertenece a Gumersindo Rodríguez, recientemente fallecido).
La degradación venezolana, injusta, porque se recibió un Himalaya de recursos económicos petroleros, no es sólo de este país. Hoy los pobres y empobrecidos están a su suerte en el globo terráqueo.
El hombre necesita de un medio ambiente que lo provea de bienes de todo orden, en solidaridad con todos; pero no para un consumismo exacerbado que lo aliene. Necesita ser titular de un derecho de propiedad no absoluto; de un mundo sin violencia; de libre iniciativa pero no descontrolada; de educación y democracia; de libertad que no de libertinaje; y del respeto a su cultura.
El hambre ha de ser erradicada. Las desigualdades minimizarlas o superarlas.
Oración y acción ante lo que ocurre para que haya un mundo de justicia y paz.

viernes, 6 de noviembre de 2015

La brecha entre ricos y pobres (Rerum Novarum)

Cuando el 15 de mayo de 1891, el Papa León XIII pone en vigencia la Carta Magna de la Iglesia en cuestiones sociales, se planteó, en dicha Encíclica, que, la problemática dantesca de los obreros, era de solución urgente. Ese planteamiento poco fue atendido porque no pasó mucho tiempo cuando se produjeron las dos guerras mundiales con sus consecuencias de sangre, lágrimas y dolor de los pueblos en pugna, donde más de cien millones de seres humanos perdieron la vida. El totalitarismo nazi-fascista llevó la batuta con el holocausto que mató a millones de judíos, por razones racistas, y los trabajadores fueron esclavizados. La URSS, con Stalin a la cabeza, después de la segunda de esas guerras, la más espantosa y cruel, con el socialismo real (comunismo) como sustento, asesinó a millones de seres y los campos de concentración emulaban los nazistas o hitlerianos. La producción económica se mantenía con la esclavitud de los proletarios.
La situación actual es de exclusión. La brecha entre ricos y pobres es alarmante y crece cada día.
Rerum Novarum nacía para condenar el socialismo porque negaba la propiedad privada y apelaba a la lucha de clases, excitando a los pobres a odiar a los ricos; condenaba, también, al capitalismo liberal al que atribuía la responsabilidad de la “cuestión obrera”.
Ahora ocurre que, la alianza capitalismo-socialismo, fascista, es el modelo político y económico para mantener esa brecha que permite ganancias obscenas con trabajadores manuales e intelectuales mal pagados, sin sindicatos, sin asociaciones en su defensa, sin seguridad social, Y lo más grave, se funda en lo palabrero en el socialismo, en una supuesta igualdad, generando pobreza y más pobreza, barrios paupérrimos, sin salubridad, semilleros de delincuencia.
Ya es inaguantable la brecha. Se habla de la cercanía de la tercera guerra mundial, que sería la aniquilación o exterminio de la humanidad sobre la faz de la tierra.
Sigue vigente la Carta de León XIII, documento básico de la Doctrina Social de la Iglesia. Quien tenga la osadía de negarlo vive “bien” y no sabe lo efímero de su riqueza que, no pocas veces, tiene un origen basado en la corrupción, en los delitos e injusticias, generadores de malestar social.