No soy cuentista, ojalá lo fuera, sin embargo, voy a revelarles un sueño.
Resulta que viene siendo recurrente.
Yo guardo, con orgullo, mis viejas cotizas güaireñas.
Esas cotizas que valían, en mi ya remota niñez, real y cuartillo. Su suela de goma exhibe la marca ¨good year¨.
Son o eran - la pobreza del pueblo las está usando de nuevo - elaboradas con las gomas de los cauchos de los carros. Cauchos llamamos en Venezuela a las llantas de los automóviles, camiones, o buses...
También las llaman ¨mojaneras ¨, porque las hacían o hacen en El Moján, un pueblo zuliano, del municipio Mara.
Cuando esos cauchos por su uso ya no servían, eran tomados por los ¨industriales de las cotizas ¨y procedían a hacerlas con tela encima de la lona. La cotiza mojanera hasta una gaita tiene... y cómo ha triunfado esa gaita. Es un homenaje al "calzado" del pobre.
Yo de vez en cuando me las pongo y más de uno de los míos y de los que no lo son, me miran como bicho raro, aunque hay quienes piensan de otra manera... y se preguntan ¿también éste se empobreció?
Voy al sueño.
Un grupo de guagiros y de otros, entre ellos, colombianos y maracuchos - muy pobres - irrumpieron violentamente en mi casa, armados, y procedieron a amenazarnos con quitarnos todo, incluso la vida... Nos restregaban las pistolas y las granadas en las caras...
De repente, salió uno de ellos a conversar con nosotros, con mi esposa, mis hijos y nietos, que viven con nosotros porque no han podido obtener una vivienda...y lucía serio.
Le llamó la atención una cesta de mangos, nisperos y manzanas que le ofrecimos para conversar...Le arremetió a las manzanas rojitas, muy rojitas... y empezó a comerse una...
Nos salimos de la casa con él. Parecía un palabrero...
Vamos a establecer una vacuna para protegerlos. Dijo el palabrero...
Estabamos rodeados por la banda que lucían sus güaireñas y sus mojaneras, y sus armas brillaban locas por vomitar el fuego que las embargaba sobre la humanidad de mi esposa y de la mía. Parecían desconfiar.
Tratame bien, hermano... miren, yo soy como ustedes. Usé y todavía las uso, mis güaireñas...¿se las enseño?
La sobrevivencia culminó con el establecimiento de una vacuna.
Tuve que detener a mi mujer, que quería devorarlos...
Por lo menos, las güaireñas les contuvo... porque hablaban de secuestro. No sabíamos si de los express...
Y el sueño se produjo en otro continente, a diez mil kilometros de distancia de Maracaibo...otro sueño...
Resulta que viene siendo recurrente.
Yo guardo, con orgullo, mis viejas cotizas güaireñas.
Esas cotizas que valían, en mi ya remota niñez, real y cuartillo. Su suela de goma exhibe la marca ¨good year¨.
Son o eran - la pobreza del pueblo las está usando de nuevo - elaboradas con las gomas de los cauchos de los carros. Cauchos llamamos en Venezuela a las llantas de los automóviles, camiones, o buses...
También las llaman ¨mojaneras ¨, porque las hacían o hacen en El Moján, un pueblo zuliano, del municipio Mara.
Cuando esos cauchos por su uso ya no servían, eran tomados por los ¨industriales de las cotizas ¨y procedían a hacerlas con tela encima de la lona. La cotiza mojanera hasta una gaita tiene... y cómo ha triunfado esa gaita. Es un homenaje al "calzado" del pobre.
Yo de vez en cuando me las pongo y más de uno de los míos y de los que no lo son, me miran como bicho raro, aunque hay quienes piensan de otra manera... y se preguntan ¿también éste se empobreció?
Voy al sueño.
Un grupo de guagiros y de otros, entre ellos, colombianos y maracuchos - muy pobres - irrumpieron violentamente en mi casa, armados, y procedieron a amenazarnos con quitarnos todo, incluso la vida... Nos restregaban las pistolas y las granadas en las caras...
De repente, salió uno de ellos a conversar con nosotros, con mi esposa, mis hijos y nietos, que viven con nosotros porque no han podido obtener una vivienda...y lucía serio.
Le llamó la atención una cesta de mangos, nisperos y manzanas que le ofrecimos para conversar...Le arremetió a las manzanas rojitas, muy rojitas... y empezó a comerse una...
Nos salimos de la casa con él. Parecía un palabrero...
Vamos a establecer una vacuna para protegerlos. Dijo el palabrero...
Estabamos rodeados por la banda que lucían sus güaireñas y sus mojaneras, y sus armas brillaban locas por vomitar el fuego que las embargaba sobre la humanidad de mi esposa y de la mía. Parecían desconfiar.
Tratame bien, hermano... miren, yo soy como ustedes. Usé y todavía las uso, mis güaireñas...¿se las enseño?
La sobrevivencia culminó con el establecimiento de una vacuna.
Tuve que detener a mi mujer, que quería devorarlos...
Por lo menos, las güaireñas les contuvo... porque hablaban de secuestro. No sabíamos si de los express...
Y el sueño se produjo en otro continente, a diez mil kilometros de distancia de Maracaibo...otro sueño...
jajajaja....esta bien ofiginal el sueño paito...jajaja....lo comentare mas adelante o dare como referencia tu blog...es maria elena...voy a registrarme para q puedas ver mis comentarios...
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