domingo, 7 de junio de 2009

Nos salvaron mis güaireñas

No soy cuentista, ojalá lo fuera, sin embargo, voy a revelarles un sueño.
Resulta que viene siendo recurrente.
Yo guardo, con orgullo, mis viejas cotizas güaireñas.
Esas cotizas que valían, en mi ya remota niñez, real y cuartillo. Su suela de goma exhibe la marca ¨good year¨.
Son o eran - la pobreza del pueblo las está usando de nuevo - elaboradas con las gomas de los cauchos de los carros. Cauchos llamamos en Venezuela a las llantas de los automóviles, camiones, o buses...
También las llaman ¨mojaneras ¨, porque las hacían o hacen en El Moján, un pueblo zuliano, del municipio Mara.
Cuando esos cauchos por su uso ya no servían, eran tomados por los ¨industriales de las cotizas ¨y procedían a hacerlas con tela encima de la lona. La cotiza mojanera hasta una gaita tiene... y cómo ha triunfado esa gaita. Es un homenaje al "calzado" del pobre.
Yo de vez en cuando me las pongo y más de uno de los míos y de los que no lo son, me miran como bicho raro, aunque hay quienes piensan de otra manera... y se preguntan ¿también éste se empobreció?
Voy al sueño.
Un grupo de guagiros y de otros, entre ellos, colombianos y maracuchos - muy pobres - irrumpieron violentamente en mi casa, armados, y procedieron a amenazarnos con quitarnos todo, incluso la vida... Nos restregaban las pistolas y las granadas en las caras...
De repente, salió uno de ellos a conversar con nosotros, con mi esposa, mis hijos y nietos, que viven con nosotros porque no han podido obtener una vivienda...y lucía serio.
Le llamó la atención una cesta de mangos, nisperos y manzanas que le ofrecimos para conversar...Le arremetió a las manzanas rojitas, muy rojitas... y empezó a comerse una...
Nos salimos de la casa con él. Parecía un palabrero...
Vamos a establecer una vacuna para protegerlos. Dijo el palabrero...
Estabamos rodeados por la banda que lucían sus güaireñas y sus mojaneras, y sus armas brillaban locas por vomitar el fuego que las embargaba sobre la humanidad de mi esposa y de la mía. Parecían desconfiar.
Tratame bien, hermano... miren, yo soy como ustedes. Usé y todavía las uso, mis güaireñas...¿se las enseño?
La sobrevivencia culminó con el establecimiento de una vacuna.
Tuve que detener a mi mujer, que quería devorarlos...
Por lo menos, las güaireñas les contuvo... porque hablaban de secuestro. No sabíamos si de los express...
Y el sueño se produjo en otro continente, a diez mil kilometros de distancia de Maracaibo...otro sueño...

1 comentario:

  1. jajajaja....esta bien ofiginal el sueño paito...jajaja....lo comentare mas adelante o dare como referencia tu blog...es maria elena...voy a registrarme para q puedas ver mis comentarios...

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Gracias por comentar.
Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo