martes, 23 de junio de 2009

Dos caminos

Lot y Abrahán, pacíficamente, como deben ser arreglados los conflictos, se separan. Ya sus ganados no cabían en la tienda donde estaban y, a instancia del Patriarca, cada uno toma su camino. Lot elige los valles fértiles de la vega del Jordán, donde planta sus tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor.
Abrahán siguió el camino que Dios le señaló. Y en la tierra que el Señor le ofreció y le cumplió - Dios siempre cumple - plantó sus tiendas en el encinar de Mambré, en Hebrón, y construyó ahí un altar al Señor ( Gén 13, 2, 5-18).
Indudablemente, que Abrahán fue grato a los ojos del Señor.
¿ Quién será grato a tus ojos, Señor?
El que sigue a Dios tendrá la luz de la vida.
Es el hombre que procede honradamente, obra con justicia, es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia. Es el hombre que no hace mal al prójimo y está consciente que el mejor servicio que podemos ofrecerle a Dios es haciendo el bien a los demás. Es el hombre que no difama al vecino. Que no ve con aprecio al malvado, que honra a quienes temen al Señor ( Sal 14).
Es el hombre que procede, en todo, conforme al evangelio de Jesucristo que, hoy, nos dice que: 1. Cuidemos las cosas santas. 2. Que tratemos a los demás como queremos que ellos nos traten. 3. Que entremos por la puerta estrecha porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición ( Mt 7, 6, 12-14).
El evangelio debe entregarse con cariño y amor, pero teniendo presente que las perlas no se botan. Que hay que hacer felices a los demás con generosidad y afabilidad. Y seguir el camino de la entrega, solidaridad, y de seguimiento radical de Cristo.
Que interesante sería que todos los poderosos del mundo no hicieran a los demás lo que no quieren que les hagan a ellos. Que los gobernantes hicieran siempre el bien y respetaran la dignidad de las personas, su libertad y sus condiciones decorosas de vida.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo