viernes, 12 de junio de 2009

A mis Hijos: No podemos fallarle a Dios

Hay dos situaciones en las cuales se nos pone a prueba. Una, cuando por nuestra fe, nuestras convicciones y nuestros principios, sufrimos toda clase de persecuciones pero no nos angustiamos, no nos desesperamos. Nos vemos perseguidos, pero no desamparados; derribados pero no vencidos ( 2 Co 4, 6 - 15 ).
Pruebas que son oportunidades para crecer en la fe; para ver a Dios actuando en nuestras vidas; para poner a resistir nuestra vital fragilidad, que nos hace sentir lo que somos, poca cosa; pero que es en esta debilidad donde brilla con más fuerza, la grandeza de Dios. El proveerá siempre pero no podemos fallarle en las adversidades y en las dificultades. No podemos fallarle, nunca.
La otra situación, las tentaciones.
Como consecuencia de esa debilidad podemos sucumbir a las tentaciones, ¿ por qué? porque nos asaltarán deseos y es allí donde se inicia el ! peligro ! si no nos dejamos iluminar en nuestras vidas por Dios, por la Palabra de El.
La tentación tiene ilimitadas formas de hacerse presente. Es en ese momento cuando debemos rezar, orar. Confiar a plenitud en el poder de la súplica a Dios; poder que siendo bondad, es de salvación. Juan Pablo II nos invitaba a orar sin cesar. Es en el estudio de las Sagradas Escrituras y en la profundización en éstas, de dejarnos iluminar en nuestras vidas y con éstas luminadas, iluminar a otras vidas.
Jesús nos invita a resistir las tentaciones.
Lee y medita el Evangelio de hoy ( Mt 5, 27 - 32 ) , que partiendo del rechazo del adulterio - en lo físico y en el deseo - nos lleva hasta ese infinito y tenebroso mundo, el de las tentaciones, el de Satanás. Ante éste, seguir a nuestro único líder: Jesucristo.
¿ Imposible ?
No.
Revisemos nuestras vidas. Pidamos perdón por nuestros pecados. Que imposible no existe si no intentamos tener un corazón limpio y la mirada pura de un niño. Que nuestro cuerpo esté libre de impurezas para servir bien.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo