Si somos cristianos ¨seamos perfectos¨. No lo lograremos, pero, en tensión constante, caminaremos como Dios manda.
Hoy deberíamos pedirle - como todos los días - que nos de su gracia, sin la cual nada puede nuestra fragilidad humana, para cumplir el mandamiento: ¨Amarás a tus enemigos¨( Mt 5, 43- 48).
Dios es amor y es bueno con todos. Asi debemos ser los cristianos. Amando a los enemigos, orando por ellos. Así se rompe la violencia, se derrumba la ley del Talión del ojo por ojo y diente por diente. Se impone la no violencia, que es de fe y de inteligentes.
Amar a todos. Ser generosos, con una generosidad solidaria permanente. Como actuaban las comunidades cristianas de Macedonia que, en medio de las pruebas y de los sufrimientos, era inmensa su alegría y su extrema pobreza producía tesoros de generosidad ( 2 Co 8, 1 -9).
Macedonia se distinguía por su fe, palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia nosotros. Pablo invita a esas comunidades, para comprobar su amor sincero, a distinguirse en solidaridad con los demás, para con todos.
Pablo les recuerda a Jesucristo que, siendo rico se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza. Pablo se está dirigiendo a los corintios que eran ricos. Y les está poniendo el ejemplo de los macedonios, para que, en la colecta por las iglesias pobres de Jerusalen, sean generosos.
La generosidad es el fundamento del amor sincero para con todos, amigos o enemigos, sobre todo para los necesitados.
Jesús dijo a sus discípulos: ¨Han oído ustedes que se dijo: ¨Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿ qué recompensa merecen? ( Mt 5, 43 - 48).
Es la actitud que todo hombre, creyente o no, de buena voluntad y rectitud moral, debería tener para con todos. Si es gobernante o empresario, político o sindicalista, o autoridad civil o religiosa, debe tener presente que Dios manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Es el Padre para con sus hijos, los ama a todos por igual.
Hoy deberíamos pedirle - como todos los días - que nos de su gracia, sin la cual nada puede nuestra fragilidad humana, para cumplir el mandamiento: ¨Amarás a tus enemigos¨( Mt 5, 43- 48).
Dios es amor y es bueno con todos. Asi debemos ser los cristianos. Amando a los enemigos, orando por ellos. Así se rompe la violencia, se derrumba la ley del Talión del ojo por ojo y diente por diente. Se impone la no violencia, que es de fe y de inteligentes.
Amar a todos. Ser generosos, con una generosidad solidaria permanente. Como actuaban las comunidades cristianas de Macedonia que, en medio de las pruebas y de los sufrimientos, era inmensa su alegría y su extrema pobreza producía tesoros de generosidad ( 2 Co 8, 1 -9).
Macedonia se distinguía por su fe, palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia nosotros. Pablo invita a esas comunidades, para comprobar su amor sincero, a distinguirse en solidaridad con los demás, para con todos.
Pablo les recuerda a Jesucristo que, siendo rico se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza. Pablo se está dirigiendo a los corintios que eran ricos. Y les está poniendo el ejemplo de los macedonios, para que, en la colecta por las iglesias pobres de Jerusalen, sean generosos.
La generosidad es el fundamento del amor sincero para con todos, amigos o enemigos, sobre todo para los necesitados.
Jesús dijo a sus discípulos: ¨Han oído ustedes que se dijo: ¨Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿ qué recompensa merecen? ( Mt 5, 43 - 48).
Es la actitud que todo hombre, creyente o no, de buena voluntad y rectitud moral, debería tener para con todos. Si es gobernante o empresario, político o sindicalista, o autoridad civil o religiosa, debe tener presente que Dios manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Es el Padre para con sus hijos, los ama a todos por igual.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo