miércoles, 6 de mayo de 2009

La Fuerza de la Palabra

Escuchar en uno al Espíritu Santo conlleva hablar menos y que sea Dios quien se apodere de nuestra boca.
Si. Para leer la Palabra de Dios, estudiarla, internalizarla, y ser capaz de proceder de acuerdo con élla y difundirla.
La Palabra de Jesús es luz. Luz que ha venido para enseñarnos a distinguir las tinieblas, la noche, de la luz. Para que seamos capaces, también, de distinguir en el rostro de un hombre o de una mujer, a un hermano o hermana.
Bernabé y Saulo, ayudados o asistidos por Juan, proceden impulsados por el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo dijo: ¨Aparténme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado¨( He 12, 24; 13, 5).
Esa misión es evangelizar. Es llevar la Fuerza de la Palabra por todos los pueblos por donde les tocó andar: Antioquía, Chipre, Seleucia y Salamina. Llevaban el Evangelio de Jesús.
Todos los pueblos que alaben a Dios ( Sal 66).
Jesús nos dice: ¨El que cree en mi, no cree en mi, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mi ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mi no quedará en tinieblas¨( Jn 12, 44-50).
Jesús se refiere a Dios, quien, siendo su Padre, lo ha enviado. Creer en Jesús es creer en Dios. Es creer en la Palabra. En la Fuerza de su Palabra. Y es tal esta Fuerza, que quien no crea en élla, la Palabra lo juzgará el último día. No es Jesús porque no vino a juzgar a nadie sino a salvar al mundo.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo