viernes, 16 de febrero de 2007

Leyes sabias y pocas: grandeza de los pueblos

¨Cuantas más limitaciones y prohibiciones haya, más pobre será el pueblo.
Cuantas más leyes y decretos, más ladrones aparecen¨.
Son palabras de un sabio que existió cinco mil años antes de Cristo. Se trata de Lao Tse y de su clásica obra ¨El Tao¨, que está vigente.
Y es que ¨ante una jungla de mandatos contradictorios y confusos...¨se produce el incumplimiento de la ley. Nadie es capaz de entenderla. Ni los abogados.
Recalco que un estado de leyes confusas y numerosísimas hace delinquir a los individuos.
Las comillas encierran una opinión de Alvaro Vargas Llosa contenida en su interesante y muy actual libro, ¨Rumbo a la libertad¨.
La grandeza, la prosperidad y desarrollo de los pueblos, y por ende, la felicidad de las personas, depende de leyes sabias y pocas. Se requiere de juristas, ya sean jueces o legistas, entiéndase bien JURISTAS, que en vez de crearlas, las encuentren.
Dónde? En la conducta humana, en sus actividades variadas e infinitas.
Para afirmarlo con Hayek, en un artículo titulado, Derecho y Ley, el Derecho hay que encontrarlo y no crearlo.
En la actividad humana, en la costumbre y en la praxis. Allí, si se pretende hacer revolución en la Venezuela del presente, se encuentra el Derecho. Ese que entiende y aplica el pueblo, con libertad.
Siguiendo a Alvaro Vargas Llosa, en el libro citado, pongo un ejemplo de dónde encontrar el Derecho, distinto, a ese que tenemos que produce inseguridad.
Caso Perú y la llamada economía sumergida o informal.
En ese país, como podría ser cualquiera de Latinoamérica, ha surgido ¨una suerte de administración informal de justicia con organizacones vecinales... Una justicia privada nacida en los extramuros de la justicia estatal que equivale a una suerte de desobediencia civil contra las instituciones del derecho peruano¨.
Allí es donde debe acudir el JURISTA. Con sabiduría entraría y lo primero que encontrará es libertad en el ejercicio de las distintas actividades. Y privilegiará la libertad, la iniciativa individual, las libertades económicas.
Hallará normas simples, sencillas y claras en las regulaciones de las relaciones de las personas en el desarrollo de sus infinitas actividades.
Serán normas generales. Y el Estado deberá respetar la libertad, siendo esto, su mejor aporte.
Recurriendo nuevamente a Hayek en Los orígenes de la libertad, la propiedad y la justicia, ¨hay que sostener enfáticamente, que ¨es necesario, por tanto, que haya un estado de derecho encarnado en una normativa de carácter general que a cualquiera permita determinar quiénes son los sujetos o entes a los que corresponde establecer lo que procede hacer con los bienes ubicados en el ámbito personal¨¨.
Los romanos y los ingleses debieron su grandeza al hecho de que los reclamos privados eran resueltos ¨por parte de jueces que sólo tenían como guía los casos anteriores y producían el derecho a medida que enfrentaban los casos humanos y reales, no de formulaciones intelectuales preconcebidas que pretendían amoldar la realidad¨, como lo afirma Alvaro Vargas Llosa.
Desaparecería aquello de que el mundo del juez es el expediente o lo de verdad real y verdad legal, ajeno a la verdad. El individuo confiaría a plenitud en la justicia. Y con Luis Pazos finalizo diciendo que ¨el Derecho al encontrarlo que se exprese en ¨un conjunto de normas permanentes que garantizan derechos a los ciudadanos y limitan la conducta de los gobernantes¨ y garantizan los tres derechos fundamentales del ser humano: vida, propiedad y libertad.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo