lunes, 19 de febrero de 2007

El incorregible Juan

Querer a un amigo o a un familiar, o a un semejante, lo primero que debemos hacer es aceptarlo, como aceptarse uno, con todos los defectos. Como diría mi amigo colombiano Ignacio Arboleda Arboleda, que no sé de su vida, ¨si quieres afecto no mires defecto¨. Así es. Y agregaría que hay que salir de uno mismo y olvidarse del yo... el terrible yo.
Pues bien, cada vez que reaparece Juan, ya sea personalmente, o por teléfono, o por email o el chat, casi que repito lo mismo. El es incorregible pero lo aprecio y me siento feliz de contar con su amistad, que a veces es toda una locura.
Resulta que viene y me dice.
Tu sabes que llevo varios años de casado.
No lo sabía. Aja pero que me vas a decir.
Que reapareció una amiga de juventud. Siempre estuvimos enamorados pero... nada, nunca fuimos novios, no obstante, que nos gustamos. Ella es muy bella. Hasta su nombre es precioso.
Y qué pasó? Díme, Juan, que me tienes intrigado.
Que hablamos y pensamos en empatarnos. Yo le pedí el empate. Ella no dijo, nada. Empezé a visitarla en su colegio, donde da clases, además de propietaria y directora.
Sigue no te detengas. Cuenta...
No le paraba a eso del carro frente a su instituto de enseñanza. Corriendo el riesgo de que mi esposa lo viera...
Mi sorpresa, Rafael.
Resulta que un día me llama. Voy al llamado y encuentro que está reunida con una amiga, a quien le dice que no se vaya...
Qué pasó Juan?
Que de repente aparece mi esposa. Yo me pongo a su lado. Y aparecen varias personas entre ellos los hijos mios...
Qué pasó Juan?
Que vino mi amiga y formuló una pregunta... que molleja de sorpresa.
Cuál fue la pregunta?
La siguiente: Díme Juan con quién te quedas con tu esposa o conmigo..
Yo mire a mi esposa y le respondí: Con élla.
Rosita, mi amiga, dijo:
Bueno, ahora cuenten con mi amistad.
Yo concluyo, ratificando, que Juan es incorregible...

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo