Varios son los elementos que identifican al Hombre Nuevo y cómo llegar a serlo, a través de un proceso que dura toda la vida.
1. No debe acomodarse al mundo presente. Como dice el Apóstol Pablo: ¨no se acomoden al mundo presente, antes bien transformense mediante la renovación de sus mentes, de forma que puedan distinguir cuál es la voluntad de Dios...¨( 12, 2).
2. No debe ser conformista con el presente. Ir más allá de la adaptación al mundo actual.
3. Debe transformar su manera de pensar. Cambiar el pensamiento del hombre viejo, dirigido en general hacia la posesión, el bienestar, la influencia, el éxito y la fama.
4. Debe estar en Cristo: ¨El que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo¨( 2 Co 5, 17 ). Ya no se vive para sí en virtud de sí mismo, sino por Cristo que está en él.
5. Debe tener una fe adulta y estar comprometido con los soplos del Espíritu Santo, del Espíritu de Dios.
Con Cristo se alcanza una fe adulta, una humanidad madura. No podemos seguir siendo ¨niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina ( Ef 4, 14). No correr a postrarse ante los vientos de la moda. Tener valentía para unirse a la fe de la Iglesia, incluso si contradice al ¨esquema ¨del mundo contemporáneo.
Fe adulta para asumir compromisos con valores que no son negociables, como ser, la defensa de la vida, desde su concepción, la familia, el matrimonio para toda la vida entre un hombre y una mujer...
6. Debe actuar según la verdad en la caridad ( cfr. Ef 4, 15).
Al hacerlo contribuimos a que todo el universo crezca hacia Cristo.
7. Debe mantener una relación íntima con Dios, mediante la oración, y escuchar primero la palabra de El, para alcanzar tener un buen corazón que ilumine la razón.
He seguido la homilía de Benedicto XVI al clausurar el Año Paulino, proclamada el 29 de junio pasado, fiesta de San Pedro y San Pablo ( Zenit.org) para eleaborar el perfil del hombre nuevo, para un mundo nuevo, y cómo lograrlo. Lo que nos deja Pablo: Junto a él venir a conocer a Jesús y como él, ser iluminados y transformados por el Evangelio, formará siempre parte de la existencia cristiana, como dijera el Santo Papa en dicha clausura.
1. No debe acomodarse al mundo presente. Como dice el Apóstol Pablo: ¨no se acomoden al mundo presente, antes bien transformense mediante la renovación de sus mentes, de forma que puedan distinguir cuál es la voluntad de Dios...¨( 12, 2).
2. No debe ser conformista con el presente. Ir más allá de la adaptación al mundo actual.
3. Debe transformar su manera de pensar. Cambiar el pensamiento del hombre viejo, dirigido en general hacia la posesión, el bienestar, la influencia, el éxito y la fama.
4. Debe estar en Cristo: ¨El que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo¨( 2 Co 5, 17 ). Ya no se vive para sí en virtud de sí mismo, sino por Cristo que está en él.
5. Debe tener una fe adulta y estar comprometido con los soplos del Espíritu Santo, del Espíritu de Dios.
Con Cristo se alcanza una fe adulta, una humanidad madura. No podemos seguir siendo ¨niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina ( Ef 4, 14). No correr a postrarse ante los vientos de la moda. Tener valentía para unirse a la fe de la Iglesia, incluso si contradice al ¨esquema ¨del mundo contemporáneo.
Fe adulta para asumir compromisos con valores que no son negociables, como ser, la defensa de la vida, desde su concepción, la familia, el matrimonio para toda la vida entre un hombre y una mujer...
6. Debe actuar según la verdad en la caridad ( cfr. Ef 4, 15).
Al hacerlo contribuimos a que todo el universo crezca hacia Cristo.
7. Debe mantener una relación íntima con Dios, mediante la oración, y escuchar primero la palabra de El, para alcanzar tener un buen corazón que ilumine la razón.
He seguido la homilía de Benedicto XVI al clausurar el Año Paulino, proclamada el 29 de junio pasado, fiesta de San Pedro y San Pablo ( Zenit.org) para eleaborar el perfil del hombre nuevo, para un mundo nuevo, y cómo lograrlo. Lo que nos deja Pablo: Junto a él venir a conocer a Jesús y como él, ser iluminados y transformados por el Evangelio, formará siempre parte de la existencia cristiana, como dijera el Santo Papa en dicha clausura.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo