Hoy es día de San Ignacio de Loyola. De él aprendemos: A saber ser fuertes ante los problemas de la vida; saber desprenderse de las riquezas; a amar a Dios por sobre todas las cosas; a saber transmitir a los demás el entusiasmo por seguir a Cristo; a vivir la virtud de la caridad ya que él siempre se preocupaba por los demás; a perseverar en nuestro amor a Dios; a ser siempre fieles y obedientes al Papa, representante de Cristo en la tierra ( Fuente: Catholic. net. Autor: Cristina Fernández ).
San Ignacio de Loyola logró convertirse. La fe verdadera le cambió la vida para siempre. Se consagró a Cristo y a servir a los demás. Fue el fundador de la Compañía de Jesús( Jesuitas).
San Ignacio de Loyola no tomó en cuenta que Jesús era el hijo del carpintero. Así se dice comúnmente; pero resulta que José, era artesano.
Al lograr la conversión, después de atravezar aridez espiritual, su vida cambió radicalmente. Dobló sus rodillas, en los cielos, en la tierra, en los abismos y confesó a los cuatro vientos que Jesús es el Señor.
Necesitamos una actitud de profunda fe y confianza en Jesucristo para estudiar, internalizar y escuchar su palabra. Predicarla.
Que nuestra fe nos permita dejarnos llevar de las manos de Dios, luchar para amar, creer firmemente que Él proveerá milagrosamente para satisfacer nuestras necesidades, luchar para que Cristo viva por dentro de cada uno de nosotros, luchar contra el pecado, por practicar la caridad, aceptar el sacrificio como prueba de amor a Jesús, servir a los demás y amar a los sencillos, humildes y pobres porque de ellos aprendemos. Y no despreciarles como ocurriera en Nazaret, que no permitieron que Jesús, por ser pobre, fuera profeta en su tierra.
¨Te alabo Señor, Hijo del artesano porque ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla¨( 11,25).
La Liturgia de la Palabra de hoy:
Primera Lectura: Lev 23, 1-3-11, 15-16, 27, 34-37.
Sal 80
Ev Mt 13, 54- 58
San Ignacio de Loyola logró convertirse. La fe verdadera le cambió la vida para siempre. Se consagró a Cristo y a servir a los demás. Fue el fundador de la Compañía de Jesús( Jesuitas).
San Ignacio de Loyola no tomó en cuenta que Jesús era el hijo del carpintero. Así se dice comúnmente; pero resulta que José, era artesano.
Al lograr la conversión, después de atravezar aridez espiritual, su vida cambió radicalmente. Dobló sus rodillas, en los cielos, en la tierra, en los abismos y confesó a los cuatro vientos que Jesús es el Señor.
Necesitamos una actitud de profunda fe y confianza en Jesucristo para estudiar, internalizar y escuchar su palabra. Predicarla.
Que nuestra fe nos permita dejarnos llevar de las manos de Dios, luchar para amar, creer firmemente que Él proveerá milagrosamente para satisfacer nuestras necesidades, luchar para que Cristo viva por dentro de cada uno de nosotros, luchar contra el pecado, por practicar la caridad, aceptar el sacrificio como prueba de amor a Jesús, servir a los demás y amar a los sencillos, humildes y pobres porque de ellos aprendemos. Y no despreciarles como ocurriera en Nazaret, que no permitieron que Jesús, por ser pobre, fuera profeta en su tierra.
¨Te alabo Señor, Hijo del artesano porque ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla¨( 11,25).
La Liturgia de la Palabra de hoy:
Primera Lectura: Lev 23, 1-3-11, 15-16, 27, 34-37.
Sal 80
Ev Mt 13, 54- 58
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo