domingo, 30 de agosto de 2009

Un buen cristiano

Lo más importante es cumplir los mandamientos de Dios. Sus preceptos contienen sabiduría y prudencia. El pueblo, el hombre en lo individual, al practicarlos se hace sabio y prudente. Nunca se extravía y se hace grande, tanto el pueblo en lo colectivo como la persona en lo indivual; pero pobre será el que los ignora.
Hay que ser consecuente con la palabra y esto se logra con su práctica.
El buen cristiano sigue los mandamientos y cumple con la Palabra de Dios, la estudia, la internaliza y la predica. Se hace justo con los que sufren, con los huérfanos, las viudas, con los pobres, marginados y excluidos.
Un buen cristiano es recto, es justo, no le hace mal al prójimo, no daña al vecino, no calumnia,hace un buen uso de la lengua para no desprestigiar a nadie. No es usurero ni acepta soborno en contra de inocentes.
Pero lo más importante: la correspondencia entre la palabra y la acción.
Un buen cristiano, aun cuando está en este mundo corrompido, se guarda, se preserva. No admira, no acepta al malvado.
Un buen cristiano debe purificar su corazón. Que de éste nazcan buenas acciones, tales como amor, misericordia, bondad y perdón; porque lo que contamina al hombre, como dice Jesús, es lo que sale de su boca, de su corazón, cuando de éste, nacen robos, desenfrenos, homicidios, secuestros, fornicaciones, desenfrenos, codicia, envidia, entre otras, malas acciones.
En la mente del cristiano deben albergarse sólo pensamientos que bendigan. Hay que cuidar el pensamiento que nace del corazón.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo