Las desigualdades económicas y sociales - de toda índole - deben plantear nuevas soluciones ante la crisis cultural y moral que vive el hombre en todas partes del planeta, que se viene dando desde hace hace ya largo tiempo. Es de urgencia.
Ello plantea una economía fundada en el amor, en la ¨civilización del amor ¨( Pablo VI). Una economía que no deje a un lado la caridad, la verdad, la solidaridad y el altruismo.
Una economía que tenga por fin principal el bienestar del hombre. Que tenga en cuenta que el hombre es su mejor capital.
Pablo VI, en Populorum Progressio, planteaba, para una nueva economía, el estimular todas las fuerzas pero asociando a esta empresa las iniciativas privadas y los cuerpos intermedios, para no correr el riesgo de colectivización integral y negación de la libertad.
Al negarse la libertad, se excluye el ejercicio de los derechos humanos, entre ellos, el de libre expresión del pensamiento.
Reducir las desigualdades, educar en libertad, en ejercicio de ciudadanía, donde los gobernantes sean servidores y no dictadores o autócratas, es garantía de convivencia social. Es garantía de una democracia, es garantía de paz y desarrolo.
Urge a nivel planetario la revisión, la reorientación de la economía, como dijo Juan Pablo II, en Jornada Mundial de la Paz.
La economía y lo social, mis queridos amigos y amigas, no pueden estar separados.
La concepción del bienestar, según el siempre recordado Papa, Juan Pablo II, no puede dejar de un lado la solidaridad y el altruismo.
Yo estoy siguiendo en la estructuración de estas notas a la encíclica Cáritas in veritate de Benedicto XVI.
Para Benedicto XVI es urgente una revisión honda del modelo de desarrollo. Según el Santo Papa, lo exige el estado de salud ecológica del planeta, lo requiere sobre todo la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son evidentes en todo el planeta desde hace tiempo.
Ello plantea una economía fundada en el amor, en la ¨civilización del amor ¨( Pablo VI). Una economía que no deje a un lado la caridad, la verdad, la solidaridad y el altruismo.
Una economía que tenga por fin principal el bienestar del hombre. Que tenga en cuenta que el hombre es su mejor capital.
Pablo VI, en Populorum Progressio, planteaba, para una nueva economía, el estimular todas las fuerzas pero asociando a esta empresa las iniciativas privadas y los cuerpos intermedios, para no correr el riesgo de colectivización integral y negación de la libertad.
Al negarse la libertad, se excluye el ejercicio de los derechos humanos, entre ellos, el de libre expresión del pensamiento.
Reducir las desigualdades, educar en libertad, en ejercicio de ciudadanía, donde los gobernantes sean servidores y no dictadores o autócratas, es garantía de convivencia social. Es garantía de una democracia, es garantía de paz y desarrolo.
Urge a nivel planetario la revisión, la reorientación de la economía, como dijo Juan Pablo II, en Jornada Mundial de la Paz.
La economía y lo social, mis queridos amigos y amigas, no pueden estar separados.
La concepción del bienestar, según el siempre recordado Papa, Juan Pablo II, no puede dejar de un lado la solidaridad y el altruismo.
Yo estoy siguiendo en la estructuración de estas notas a la encíclica Cáritas in veritate de Benedicto XVI.
Para Benedicto XVI es urgente una revisión honda del modelo de desarrollo. Según el Santo Papa, lo exige el estado de salud ecológica del planeta, lo requiere sobre todo la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son evidentes en todo el planeta desde hace tiempo.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo