sábado, 1 de agosto de 2009

El pan de vida: Jesucristo



Cuando a Jesús la multitud lo busca y lo encuentra en Cafarnaúm, el Maestro les señala que se han hartado de pan y lo buscan para lo mismo. No han entendido. El les dice: trabajen por el alimento que no perece, el pan que dará él mismo, el Hijo del hombre, a quien el Padre ha marcado con su sello.
Esa multitud de judíos quiere saber qué obras deben realizar para obtener ese pan y Jesús les dice que el trabajo que Dios quiere, es creer en su propio enviado, es decir, en Cristo mismo.
La multitud piensa con el estómago y le recuerdan a Jesús que el maná que comieron sus padres en el desierto, cuando fueron liberados de Egipto, les fue dado por Moisés. Jesús, les afirma, que no fue así, que fue Dios y no Moisés, quien dio ese alimento material y perecedero.
Cuando esa multitud le pide ese pan de vida, Jesús les responde diciendo: ¨Yo soy el pan de vida. El que viene a mi no pasará hambre y el que cree en mi no pasará nunca sed ¨.
La fe es creer en Jesús que es el pan de vida, para la vida eterna.
Seguir a Cristo es no vivir como los gentiles que andan en la vaciedad de sus criterios. Es dejar que el Espíritu renueve nuestras mentes. Que se deje a un lado el hombre viejo, corrompido por los pecados, por un hombre nuevo, recreado en el bautismo, a imagen de Dios y Jesucristo.
Liturgia de la Palabra: Ex 16, 2-4, 12-15; sal 77 ; Ef 4, 17, 20-24; Ev Jn 6, 24- 35.
Notas elaboradas siguiendo la lectura de Caballero B. La Palabra de cada domingo. Páginas 356 y ss.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo