miércoles, 20 de agosto de 2008

El partido deseable

En estos días he presenciado cómo algunas organizaciones políticas sustituyen la voluntad de sus militantes y simpatizantes para elegir candidatos por encuestas. Y lo insólito es que se definen democráticas, y de izquierda democrática.
Sustituir esa voluntad es ir contra la voluntad del pueblo. Es ilegal e inconstitucional.
Pienso que, el artículo 5 de la Constitución vigente, queda maltrecho con esa conducta.
La voluntad del pueblo se expresa a través del voto, a través de las formas previstas en la carta Magna y en la Ley.
Cuando un partido político o cualquier organización política procede de esa manera no es democrático.
Por cierto, desde hace tiempo ¨funcionan ¨los llamados partidos de maletín, así como las empresas de igual ¨funcionamiento ¨. Sirven para negociar y obtener dinero para apoyos a candidaturas. Para que los candidatos exhiban una sopa de letras que les apoya y engañen o se autoengañan diciéndose unitarios.
Un partido político deseable nunca debe ser dirigido por la voluntad de un sólo hombre. Ni mucho menos practicar el fracasado centralismo democrático.
Un partido deseable debe garantizar el ejercicio de la democracia interna.
Debe tener valores que le definan. Y actuar conforme a ellos.
Las vías de participación de los militantes en su vida y en sus actividades, en las decisiones, deben ser garantizadas. Incluso, idear mecanismos de participación de sus simpatizantes.
Las primarias deberían ser garantizadas para elegir sus candidatos.
Ya deberían idearse las maneras de ejercer política no pagando para que la gente, la pobre gente, asista a las concentraciones o mitines.
Es lo deseable.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo