viernes, 22 de junio de 2007

La libertad y la prudencia

La libertad lo merece todo. Por ella, hasta la vida.
La libertad no es ilimitada. Obviamente, no es absoluta.
La libertad implica el ejercicio de la responsabilidad. La responsabilidad es el arte de responder.
Ser responsable en el ejercicio de la libertad lleva a tener presente que ésta termina donde comienza el derecho de los demás. Benito Juárez diría, que mi derecho termina donde comienza el derecho de mi vecino.
La responsabilidad conlleva el ejercicio de la prudencia.
La prudencia es virtud. Es ser cauteloso, previsivo.
La prudencia conlleva la reflexión, el análisis, la consulta y la comparación de todos estos elementos con el proyecto de Dios para nosotros.
Después del agudizar el pensamiento, de darle nuevo estudio a una situación, decidir.
La decisión viene a ser la libertad de elegir, siendo responsable y siendo prudente.
La libertad tiene sus límites y por eso no es absoluta.
Esos límites se refieren al cumplimiento de las leyes para la necesaria convivencia social.
Por supuesto, esas leyes pueden ser justas e injustas, morales e inmorales o arbitrarias.
Si las leyes son injustas, inmorales y arbitrarias, en el ejercicio de la libertad podemos acatarlas pero criticarlas, luchar por su derogatoria; y si partimos que, en su origen la libertad es ilimitada, corriendo todo riesgo y consecuencias, no acatarlas, rechazarlas. Y es que ante una ley que por ejemplo vaya contra el derecho natural, la vida la propiedad individual, etc., existe el derecho supraconstitucional de la resistencia.
Son los alcances de la libertad fundamento de un gobierno justo, humano, democrático y respetuoso de la persona humana.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo