jueves, 22 de septiembre de 2005

El Bien y el mal

Siguiendo a Juan Pablo II voy a tratar este tema en varias entregas.
Comienzo diciendo que Dios es el Bien y el mal es satanás; pero aún cuando el mal es una carencia, nunca habrá ausencia absoluta del Bien.
Acude Juan Pablo II a una parábola evangélica: la del trigo y la cizaña. Con ella se demuestra que el Bien y el mal coexisten. Representa la historia de la humanidad que, no obstante el pecado original, no se hizo totalmente mala.
Siempre habrá una lucha entre el Bien y el mal; pero siempre el Bien prevalecerá.
Los pueblos dominados por el mal, en estado de esclavitud, siempre se deciden y vencen a las ideologías que le representan; ideologías tales como el nazismo, el comunismo, entre otras. Negadoras de la libertad y dignidad de la persona.
Juan Pablo jugó un papel protagónico para vencer al comunismo.
La derrota de la URSS significó libertad para los pueblos.
La libertad implica buen uso de élla. Significa elegir entre el Bien o el mal.
Elegir el Bien, amando a Dios, significa hacerse bueno e influir positivamente en los demás.
Elegir el mal, se arraiga en quien lo haga, y se propaga en detrimento de los demás.
Elegir el Bien conlleva el no prescindir de la dimensión ética. La falta de ésta produce efectos devastadores. Es el mal.
Ese mal tiene numerosos rostros. Tienen en vilo al planeta.
Siempre debe tenerse presente que lo primero es la persona. Que ésta no es un medio.
Termino estas notas citando lo siguiente: ¨... solo cuando la acción que comporta un provecho es honesta, y son honestos también los medios utilizados, el fin pretendido por el sujeto puede considerarse honesto¨.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo