Si la América Latina estableciera el precedente de la renuncia por mentirle al pueblo, antes, siendo candidato, y después, al ser presidente, llevaría al ex obispo, Fernando Lugo, a renunciar, de inmediato, a la máxima jefatura de su país, Paraguay.
No le bastaría con pedir perdón por haberle faltado a la Iglesia, a su país y a quienes confiaron en él, principalmente, los humildes.
Razón tiene un articulista de la prensa que se edita en Caracas, para afirmar que. siendo como era, un obispo, cuya jerarquía, como representante de Dios en la Tierra, le obligaba a actuar como un psiquiátra, sin valerse de su condición para fornicar con sus pacientes o con sus fieles, mujeres, como en el caso de Lugo. Es asqueante. !Pobre América Latina!.
Ese obispo no respetó los diez mandamientos de Dios. Irrespetó a Dios. Por supuesto, que merece el perdón como pecador arrepentido pero su sanción, más allá de la divina, es dimitir.
Ojalá, el Congreso de Paraguay lo obligue. La institucionalidad de ese país sureño se vería robustecida en una nación donde las dictaduras, de corte militar, han llegado a eternizarse. Se establecería un precedente ejemplarizante, no solo para esta región del planeta, sino para todos los políticos en el mundo. Esperemos que así sea.
No sé si la Iglesia de Paraguay fije una posición al respecto. Sería interesante que lo hiciera porque las sotanas no sirven para esas cosas...
No le bastaría con pedir perdón por haberle faltado a la Iglesia, a su país y a quienes confiaron en él, principalmente, los humildes.
Razón tiene un articulista de la prensa que se edita en Caracas, para afirmar que. siendo como era, un obispo, cuya jerarquía, como representante de Dios en la Tierra, le obligaba a actuar como un psiquiátra, sin valerse de su condición para fornicar con sus pacientes o con sus fieles, mujeres, como en el caso de Lugo. Es asqueante. !Pobre América Latina!.
Ese obispo no respetó los diez mandamientos de Dios. Irrespetó a Dios. Por supuesto, que merece el perdón como pecador arrepentido pero su sanción, más allá de la divina, es dimitir.
Ojalá, el Congreso de Paraguay lo obligue. La institucionalidad de ese país sureño se vería robustecida en una nación donde las dictaduras, de corte militar, han llegado a eternizarse. Se establecería un precedente ejemplarizante, no solo para esta región del planeta, sino para todos los políticos en el mundo. Esperemos que así sea.
No sé si la Iglesia de Paraguay fije una posición al respecto. Sería interesante que lo hiciera porque las sotanas no sirven para esas cosas...
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo