domingo, 15 de marzo de 2009

Un templo nuevo

Cuando vamos a las iglesias, son raras aquellas donde la feligresía entiende que son sagradas, para orar. Que son oratorios y no conversatorios, y no son centros de relaciones públicas.
En la Iglesia oramos y rezamos, y estamos en presencia de Dios.
Todo cristiano católico debería tenerlo en cuenta e incluso tener cuidado con la vestimenta que se utiliza para asistir a la Iglesia. No es cuestión de calidad o de altos costos, sino de prendas que realzen la magestad del templo, así sean sencillas y humildes. Esto no importa.
Iglesias hay donde se comercia con todo. Son mercados que desdicen del carácter sagrado de ellas.
Un cristiano católico debe seguir al pie de la letra los mandamientos de Dios. Uno de ellos, es amar a Dios por encima de todas las cosas y no tomar su nombre en vano.
Al seguir a Jesús debe respetar el templo.
¿ Cuál es ese templo ?
Jesús dice, al verlo convertido en un mercado, que lo destruirá y lo reconstruirá en tres días. Anunciaba su resurrección e indicaba que ese templo, era su cuerpo.
Ese cuerpo que, con su pasión, muerte y resurrección, nos enseñó a respetar el nuestro, para que sea recinto del Espíritu Santo. Y sea para purificarlo en tiempos de cuaresma.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo