viernes, 4 de mayo de 2007

La pobreza

En todas las eras o edades del hombre siempre ha estado presente la pobreza.
Jesucristo nos dice que pobres siempre veréis, pero a mi no me veréis siempre. Lean a San Mateo en Los Evangelios, en el Nuevo Testamento, y encontraran lo dicho por Jesús.
Jesucristo se inclina, ama, a sus hermanos menores, que son los pobres.
Hay que partir de hacer por los pobres una opción preferencial. Ayudando a que puedan hacer más llevadera su situación.
Se requiere, por tanto, una posición cristiana, basada en el amor al prójimo, o ser persona de buena voluntad para ayudarlos.
Débese tener presente que además de ayudar a los pobres a salir de su situación, de eliminar la pobreza extrema, hay que ayudar, proteger a niños que trabajan, a los discapacitados, y a quienes no han podido crecer y se han quedado estancados.
Es noble, es loable, es ético, es moral, luchar por atenúar, eliminar o hacer más llevadera la pobreza. En este contexto, se ubica, la política ejercida como la manera más cristiana de servirle a los demás. Se ubica también, con esta misma naturaleza, la eliminación del desempleo a escala planetaria.
Para quienes somos católicos, es un deber para con Dios, el ayudar a los pobres, a los que sufren por distintas causas, a los débiles. Ello está enmarcado en el mandamiento cristiano de amar al prójimo como a ti mismo, sea tu amigo o tu enemigo. Así amamos a Dios y su Hijo, Jesús.
En la lucha en contra de la pobreza debe privar el respeto por el hombre y su dignidad personal. No es inculcar el odio, no es llevarlo a la lucha de clases, a dictaduras, de la índole que sean. Estas son vías que nada contribuyen con su bienestar. La historia más recién lo demuestra.
Recordemos que debemos siempre ayudar al pobre. Eso es ser solidario con su dolor.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo