jueves, 4 de agosto de 2005

La inconformidad de Chávez

La inconformidad es con él mismo. La que le deviene de su fracaso como gobernante. La autocrítica le arroja ese resultado y lo expresa eludiendo su responsabilidad, atribuyendosela a unos pobres y temerosos funcionarios incapaces de renunciarle.
Regaña en público. No respeta a nadie ni a sus acólitos; pero es tal la molestia de éstos que, por lo menos, algo de descontento experimentan.
Ese descontento lo expresaron, el triregañado Julio Montes, ministro de la vivienda, y la gobernadora de Portuguesa, la negrita Antonia Muñoz.
Hombres con recia personalidad le renuncian. Aunque debo decir, antes de continuar con estas notas, que Chávez debería renunciar ante su fracaso, manifestado en público.
Si en Venezuela las instituciones funcionaran, a Chávez le hubieran destituido. No sólo eso, sino que estuviera en la cárcel por todos sus desafueros, errores y actos de corrupción de su desgobierno.
Al hablar de hombres de recia personalidad, recuerdo, apelando a la historia, a Gumersindo Tórres, quien siendo Ministro durante la dictadura de Gómez, en desacuerdo con éste, le renunció, prefiriendo ir a la prisión. El general Juan Vicente Gómez posteriormemte le confirió la libertad y lo nombró nuevamente Ministro. Pero hay que decir, en honor de la verdad, que el dictador tuvo gabinetes de hombres capaces y honestos, no cuida puestos.
Gumersindo Tórres fue el que redactó la primera Ley de Minas e Hidrocarburos que reguló las relaciones del Estado Venezolano con las compañías petroleras. Fue un ilustre venezolano, una luz en el túnel gomecista.
Señor presidente Chávez, usted ha fracasado. Renuncie. Recuerde que es lo mejor para usted y su proyecto. Después no se queje. Mártir no va a ser porque usted, como dijera Petkoff, en sus Dos Izquierdas, no es de los hombres, como Allende y el Che Guevara capaces de inmolarse por lo que creen.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo