sábado, 2 de julio de 2005

Me lo contó un amigo

- Chico, increíble. Si lo vieras.
- A quién muchacho?
- Imagínate que anda por esas calles en un carro modelo 56 a toda velocidad.
- Pero quién es?
Siempre ha sido costumbre suya contar sus cosas dandole suspenso. Parece un novelista.
- Mira, se cree un victorioso y esta pelando... no precisamente los dientes.
- Bueno Juan si no me dices quién es o no me informas de quién hablas, pasamos la página.
- No te pongas bravo. Yo soy de esta manera.
A mi no me gusta mucho esa expresión. La rechazo, sin embargo, hay que tolerar. Si busco afecto no debo mirar defecto.
- Se trata de Arturo, quien tenía muchos clientes, como contador pero cobraba demasiado porque él era costoso pero bueno.
Los profesionales en su mayoría deberían cultivar el arte para tener sensibilidad. La sociedad sería mejor. De aqui de Miami numerosas personas se van a otros países a buscar mejores precios en salud, odontología, ...y paro de contar.
- Imaginate que fui donde un odontólogo y antes que sacarme una muela pretendió sacarme un ojo...
Vamos al grano.
- El carro del 56 andaba con exceso de volúmen y hablando con el celular. Frenando arriba de los otros carros. El es un integrante de la generación de sordos.
Me dijo que tuviera cuidado con Arturo, que vive una vida artificial y sigue echando pinta.
Lo ví llegar a una vieja bodeguita. A qué iría?

1 comentario:

  1. Me gusta mucho cuando escribes este tipo de historias. Seguramente tendras muchas mas por alli escondidas en algun cuaderno que pudieras compartir con nosotros tus lectores.

    Saludos

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Gracias por comentar.
Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo