jueves, 3 de julio de 2014

Mariano Fiallo Oyanguren: La poesía, la justicia y la santidad se abrazan

“Santo no es quien reza, sino quien actúa bien” 
El 25 de junio, reciente, falleció en León, Nicaragua, un hombre que, en su vida, actuó bien, destacándose como universitario y funcionario electoral: el doctor Mariano Fiallo Oyanguren.
El fue Rector de la UNAN (1974) y Presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE). Hombre probo, jurista notable. Era del criterio de que debíase tener “memoria histórica y hacer al jurista de buena base para tener un buen abogado” (Francisco Valladares). Mesurado, muy inteligente, diríase más bien, sabio. Nunca tomaba una decisión a la ligera.
En momentos de falta de paz, la mesura ha de brillar.
Cómo ha debido ser su probidad y su equilibrio, que fue capaz, con valentía digna de encomio, de defender la autonomía universitaria ante la dictadura somocista cruenta, que amenazó muchas veces con intervenir la universidad, y de presidir un órgano electoral (CSE, 1990) de manera transparente e independiente (Sergio Ramírez), donde Violeta de Chamorro resultara electa Presidente (1990-1996).
Sostiene Ramírez, excelente escritor, ex vicepresidente de la República, que Fiallo Oyanguren “demostró que en Nicaragua podían haber jueces electorales honrados, sin importar su afiliación política y supo demostrar que en un país que buscaba la institucionalidad perdida o nunca encontrada, se podía presidir un órgano electoral independiente y transparente”. Hombre, que siendo sandinista, tuvo personalidad para dirigir las instituciones e interpretar las leyes, determinantes para el destino de una nación (Ramírez).
Honrado. “Mariano era diez mil veces honrado” (Carlos Fonseca Amador).
Mariano Fiallo es Héroe de la democracia, el más íntegro de todos. Descansará eternamente y se abrazará con Rubén Darío, que reposa en la bella Catedral de León. La fuerza de la poesía y de la justicia darán luz por siempre sobre las tinieblas. Una luz, que, como un faro, alumbra más allá de Nicaragua. De una luz que los pueblos necesitan, que son bienes del cielo, de Dios, de su Hijo amado, Jesucristo, que son superiores a los materiales, también necesarios para la paz de todos ellos.
Nota final: Permítanme escribir este pensamiento que he acuñado: Los principios son eternos, no se debilitan nunca. Se debilitan quienes los violan. Llámense países, naciones, estados, personas, empresa, sindicato, partidos, iglesia, u otros.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo