miércoles, 18 de junio de 2014

El sistema económico ya no se aguanta

“… las grandes economías mundiales sacrifican al hombre a los pies del ídolo dinero” Francisco
El dinero no puede estar en el centro donde tiene que estar el ser humano.
La economía ha de estar al servicio del hombre y de la mujer. No siendo así, la indignación seguirá creciendo en el planeta. La violencia, con la que no comulgamos, las protestas, seguirán inundando a nuestra sociedad. Ya resulta insoportable la concentración de la riqueza en los dueños del capital. Las ganancias exorbitantes superan el crecimiento económico. Caminan más rápido los ingresos para el capital que el crecimiento de la economía. Se vislumbran tormentas.
Todo porque se ha caído en la idolatría del dinero, donde para adquirir no importan la benignidad de los medios para lograr los fines crematísticos. Sufren las consecuencias los trabajadores, los jóvenes, que cada día emigran más en búsqueda de trabajo decente. Se les descarta al igual que a los viejitos, porque no producen. Cruel destino depara al mundo esta situación carente de justicia. La paz siempre estará en vilo.
La globalización tiene beneficios que nadie puede negar; pero no parece respetar la particularidad, las economías de los pueblos, su identidad, su riqueza y su cultura. Se les niega el derecho a tener economías reales y diversificadas, muchas destruidas por economías poderosas que han creado un “sistema económico que ya no se aguanta”, como, valientemente, afirma nuestro santo Papa Francisco.
Ya han surgido voces calificadas disidentes del actual estado de cosas carentes de justicia y paz. Un economista, Thomas Piketty, con su libro El Capital en el siglo XXI (Le Capital au XXI siécle) sostiene que cuando la tasa de acumulación de capital crece más rápido que la economía, entonces la desigualdad aumenta, y plantea, ante un capitalismo patrimonial, impuestos progresivos y un impuesto mundial sobre la riqueza para ayudar a resolver el aumento de la desigualdad.
Téngase en cuenta que la pobreza es “distinta al pauperismo”. Dice Francisco, que, le gustaría pasar a la historia recordado como “… un buen tipo que hizo lo que pudo y no fue tan malo. Con eso me conformo”. Y él, sostiene que Jesús “quiere que los obispos no seamos príncipes, sino servidores”. Al Papa le gusta “servir a la gente desde dentro de si mismo”. Acorde con aquello de que Jesús vino a servir y no a ser servido.

Hagamos de nuestra fe en Cristo una vida consagrada a servir al prójimo. La economía debe estar impregnada de este espíritu para el bien de todos, de la justicia y de la paz.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo