domingo, 15 de febrero de 2009

No a la exclusión y marginación social

La homilía tiene bastante material que le suministra las lecturas de la Liturgia de la Palabra de hoy domingo.
En el Lev 13, 1-2, 44-46, se plantea lo relacionado con la pena de exclusión que recibía el leproso. Mientras tenía la enfermedad estaba marginado y tenía que vivir sólo, aislado y no podía asistir a la Eucaristía a recibir a Dios.
Pablo nos enseña que debemos procurar dar gusto a todos en todo, sin buscar nuestro propio interés, sino el de los demás, para que se salven ( 1 Co 10, 31-11, 1 ). El apóstol no excluye a nadie por ninguna razón. Y eso es lo que hace Jesús cuando cura al leproso.
¨Si tu quieres, puedes sanarme¨, le dice el leproso, con suma fe, al Maestro, quien, conmovido, se compadece de él y le responde: ¨Si, quiero: Sana¨. Inmediatamente quedó sano.
Jesús nos señala un camino: no excluir a nadie, esté enfermo, pobre, preso, sea un delincuente, una prostituta, un niño de la calle. un drogadicto, un perseguido político... cualquiera que esté marginado.
Lo que nos indica que, cualquier cosa que esté al alcance para ayudar a la reinserción social del excluido, debemos hacerla. No eludir ese compromiso cristiano. Es una forma de agradar a Nuestro Señor Jesucristo.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo