No es ese el ayuno que Dios quiere, el de ayunar para luego hacer negocios y oprimir a los trabajadores. El ayuno que quiere el Señor es que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano ( Is 58, 1- 9 ).
El ayuno que quiere el Señor es el de la ¨ausencia ardiente ¨, que Jesús nos de un corazón contrito, que siempre lo tengamos en nuestros corazones para estar con el que sufre, con el necesitado, que seamos solidarios y seamos capaces de compartir. Que la boda nos lleve a tener siempre con nosotros al esposo, a Jesús ( Mc 9, 14 - 15 ). Que después de ayunar, seamos mejores discípulos de Jesucristo.
El valor y el sentido del ayuno.
La Cuaresma nos recuerda - afirma Benedicto XVI - los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública que alcanza su gloria con la resurrección. Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador ( el diablo ).
Ya en el Génesis el Señor impone al hombre la prohibición de consumir el fruto prohibido. Quizo liberarlo del pecado y mantenerlo en la vida eterna que, al momento de crearlo, le confirió; solo que el hombre no ayunó.
El pecado, los delitos, las violaciones a los preceptos de Dios, nos oprimen a todos. El ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con Dios.
El arrepentimiento de nuestros pecados, nos hacen merecedores de la Misericordia y del Perdón de Dios. Pidamos a El que, ayunando, nos enseñe sus caminos para cumplir con su Voluntad, nuestro verdadero alimento.
Fuentes: 1. Benedicto XVI. Mensaje para la Cuaresma 2009. 3 de febrero 2009.
2. GRACIA, Antonio. A los Pies del Maestro. Pág. 409.
3. SEVE, André. El Evangelio del Día. Pág. 44.
4. Pan Diario de la Palabra. Febrero 2009. No. 184 pág. 82.
El ayuno que quiere el Señor es el de la ¨ausencia ardiente ¨, que Jesús nos de un corazón contrito, que siempre lo tengamos en nuestros corazones para estar con el que sufre, con el necesitado, que seamos solidarios y seamos capaces de compartir. Que la boda nos lleve a tener siempre con nosotros al esposo, a Jesús ( Mc 9, 14 - 15 ). Que después de ayunar, seamos mejores discípulos de Jesucristo.
El valor y el sentido del ayuno.
La Cuaresma nos recuerda - afirma Benedicto XVI - los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública que alcanza su gloria con la resurrección. Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador ( el diablo ).
Ya en el Génesis el Señor impone al hombre la prohibición de consumir el fruto prohibido. Quizo liberarlo del pecado y mantenerlo en la vida eterna que, al momento de crearlo, le confirió; solo que el hombre no ayunó.
El pecado, los delitos, las violaciones a los preceptos de Dios, nos oprimen a todos. El ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con Dios.
El arrepentimiento de nuestros pecados, nos hacen merecedores de la Misericordia y del Perdón de Dios. Pidamos a El que, ayunando, nos enseñe sus caminos para cumplir con su Voluntad, nuestro verdadero alimento.
Fuentes: 1. Benedicto XVI. Mensaje para la Cuaresma 2009. 3 de febrero 2009.
2. GRACIA, Antonio. A los Pies del Maestro. Pág. 409.
3. SEVE, André. El Evangelio del Día. Pág. 44.
4. Pan Diario de la Palabra. Febrero 2009. No. 184 pág. 82.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo