Después de la Homilía.
El bautizo es un rito de iniciación y/o purificación. Consiste en una determinada aplicación del agua sobre una persona, invocando a la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Con el fin de hacer participar a quien lo recibe en la muerte y la resurrección de Jesucristo. El bautizo es un antídoto contra el pecado original ( http://es.wikipedia.org/ ).
El apóstol Isaías se refiere a lo que dice el Señor. Quien ha ungido a su siervo y en él ha puesto su Espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones y no se doblegue hasta imponer el derecho en la tierra y que las islas escuchen su enseñanza ( Is 42, 1-4, 6-7 ).
Isaías anuncia, desde ya, la venida de Jesucristo, porque él es el ungido del Señor, su Padre. Que vendrá a la tierra, como Hijo de Dios, y siendo Dios, a cumplir una misión: abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas en la tierra.
La voz de Dios es poderosa y se hace oir sobre aguas torrenciales ( Sal 28 ).
Dios acepta al que lo teme y practica la justicia, sin distinción de personas. Y envía a su Hijo amado para anunciar la paz en Israel, que es como decir, a todos los pueblos del mundo actual ( He 10. 34- 38 ).
Jesús, en gesto de gran humidad, le pide a Juan El Bautista, que lo bautice en las aguas del río Jordán, donde, a Dios gracias, tuviéramos la oportunidad de estar hace más de un año, y donde el sacerdote Laudi de Jesús Zambrano, hiciera un bautizo simbólico en nosotros con esas aguas benditas.
Jesús no tenía porque bautizarse. El era un hombre puro, libre de pecados e inocente. Lo hizo para solidarizarse con nosotros en nuestros pecados, asumirlos, para la salvación de nosotros y para que podamos alcanzar la vida eterna. Repito, que el bautizo es un antídoto en contra del pecado.
Juan El Bautista también expresa su gran humildad cuando, nuevamente, dice que, él, siendo poderoso, no es el Mesías. Sólo allana el camino de éste, anunciándolo. El es el precursor. Y como corroboración de lo antes expuesto, Juan El Bautista dice: ¨Ya viene detrás de mi uno que es más poderoso que yo, uno a quien no merezco ni siquiera inclinarme a desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero El los bautizará con el Espíritu Santo¨( Mc 1, 7-11 ).
El cielo se rasgó y Jesús vio que el Espíritu Santo, en figura de paloma, descendió sobre él y una voz poderosa decía: ¨Tu eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias¨( Cf Mc 1, 7- 11 ).
Lo anunciado por Isaías, en la primera lectura de la liturgia de la palabra de hoy, se cumplió y, a través de Jesús, la Palabra de Dios, se encarna en la tierra, para hacer el bien, sanar a los oprimidos del diablo. Dios estaba con Jesús.
El bautismo es más que un rito. Es el inicio de una misión, de todos los cristianos, para anunciar la Palabra de Dios para todos: pobres, ricos y autoridades. Sigamos la Buena Nueva que Jesús nos enseña y anunciemosla por doquier.
El bautizo es un rito de iniciación y/o purificación. Consiste en una determinada aplicación del agua sobre una persona, invocando a la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Con el fin de hacer participar a quien lo recibe en la muerte y la resurrección de Jesucristo. El bautizo es un antídoto contra el pecado original ( http://es.wikipedia.org/ ).
El apóstol Isaías se refiere a lo que dice el Señor. Quien ha ungido a su siervo y en él ha puesto su Espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones y no se doblegue hasta imponer el derecho en la tierra y que las islas escuchen su enseñanza ( Is 42, 1-4, 6-7 ).
Isaías anuncia, desde ya, la venida de Jesucristo, porque él es el ungido del Señor, su Padre. Que vendrá a la tierra, como Hijo de Dios, y siendo Dios, a cumplir una misión: abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas en la tierra.
La voz de Dios es poderosa y se hace oir sobre aguas torrenciales ( Sal 28 ).
Dios acepta al que lo teme y practica la justicia, sin distinción de personas. Y envía a su Hijo amado para anunciar la paz en Israel, que es como decir, a todos los pueblos del mundo actual ( He 10. 34- 38 ).
Jesús, en gesto de gran humidad, le pide a Juan El Bautista, que lo bautice en las aguas del río Jordán, donde, a Dios gracias, tuviéramos la oportunidad de estar hace más de un año, y donde el sacerdote Laudi de Jesús Zambrano, hiciera un bautizo simbólico en nosotros con esas aguas benditas.
Jesús no tenía porque bautizarse. El era un hombre puro, libre de pecados e inocente. Lo hizo para solidarizarse con nosotros en nuestros pecados, asumirlos, para la salvación de nosotros y para que podamos alcanzar la vida eterna. Repito, que el bautizo es un antídoto en contra del pecado.
Juan El Bautista también expresa su gran humildad cuando, nuevamente, dice que, él, siendo poderoso, no es el Mesías. Sólo allana el camino de éste, anunciándolo. El es el precursor. Y como corroboración de lo antes expuesto, Juan El Bautista dice: ¨Ya viene detrás de mi uno que es más poderoso que yo, uno a quien no merezco ni siquiera inclinarme a desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero El los bautizará con el Espíritu Santo¨( Mc 1, 7-11 ).
El cielo se rasgó y Jesús vio que el Espíritu Santo, en figura de paloma, descendió sobre él y una voz poderosa decía: ¨Tu eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias¨( Cf Mc 1, 7- 11 ).
Lo anunciado por Isaías, en la primera lectura de la liturgia de la palabra de hoy, se cumplió y, a través de Jesús, la Palabra de Dios, se encarna en la tierra, para hacer el bien, sanar a los oprimidos del diablo. Dios estaba con Jesús.
El bautismo es más que un rito. Es el inicio de una misión, de todos los cristianos, para anunciar la Palabra de Dios para todos: pobres, ricos y autoridades. Sigamos la Buena Nueva que Jesús nos enseña y anunciemosla por doquier.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo