Un inmueble del pasado que está siendo removido. Una parte más del viejo Maracaibo que se va y con ella los recuerdos. Se trata de una vieja casa al lado del BOD, intermedia la av. Baralt, y al frente un bar.
Elite, su nombre. En ese momento, son las doce y treinta del mediodía, se estaciona un pequeño auto de taxi.
Bajan tres bellas y jóvenes muchachas.
Rafa, te aseguro que van a entrar en el bar.
Así fue.
Al lado del bar, una venta de lotería.
Una bella muchacha, enseñando su espalda, pasa por frente nuestro, y otra, estacionando mal su lujoso auto, va a comprar billetes de lotería.
Le pueden volar el carro por lo mal parado que está.
No le importa, porque tiene que comprar su suerte... me dice Rafael, mi hijo.
Al frente del bar se sienta una mujer, con características de pobreza extrema, y un niño en sus brazos... procede a amamantarle...le saldría la leche de la vida ?
Todo se ve nubarroso. La calle, la Dr. Portillo, está recibiendo los impactos de la demolición. La gente se tapa las narices. Y la av. Baralt se encuentra paralizada.
Ya en los bingos mujeres jugando. Cada día más gordas.
Claro, me dice un amigo que pasa, se sientan todo el día, juegan, beben y comen.
Nosotros lo pudimos comprobar el pasado sábado en el bingo Maracaibo.
Hay más de seis salas de bingo en la ciudad. Juegan jóvenes y viejos...
Hay muchos divorciados, y divorciadas... y hogares disueltos.
Bueno, se va Maracaibo.
Los jóvenes que son casi dueños del edificio, donde tengo, desde hace más de treinta años, la oficina, dicen:
Si seguimos avanzando... tumbaremos el edificio y construiremos una torre inteligente...y lo harán.
Lo que vi...
Elite, su nombre. En ese momento, son las doce y treinta del mediodía, se estaciona un pequeño auto de taxi.
Bajan tres bellas y jóvenes muchachas.
Rafa, te aseguro que van a entrar en el bar.
Así fue.
Al lado del bar, una venta de lotería.
Una bella muchacha, enseñando su espalda, pasa por frente nuestro, y otra, estacionando mal su lujoso auto, va a comprar billetes de lotería.
Le pueden volar el carro por lo mal parado que está.
No le importa, porque tiene que comprar su suerte... me dice Rafael, mi hijo.
Al frente del bar se sienta una mujer, con características de pobreza extrema, y un niño en sus brazos... procede a amamantarle...le saldría la leche de la vida ?
Todo se ve nubarroso. La calle, la Dr. Portillo, está recibiendo los impactos de la demolición. La gente se tapa las narices. Y la av. Baralt se encuentra paralizada.
Ya en los bingos mujeres jugando. Cada día más gordas.
Claro, me dice un amigo que pasa, se sientan todo el día, juegan, beben y comen.
Nosotros lo pudimos comprobar el pasado sábado en el bingo Maracaibo.
Hay más de seis salas de bingo en la ciudad. Juegan jóvenes y viejos...
Hay muchos divorciados, y divorciadas... y hogares disueltos.
Bueno, se va Maracaibo.
Los jóvenes que son casi dueños del edificio, donde tengo, desde hace más de treinta años, la oficina, dicen:
Si seguimos avanzando... tumbaremos el edificio y construiremos una torre inteligente...y lo harán.
Lo que vi...
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo