sábado, 1 de julio de 2006

Homenaje a Felipe Pirela, el Bolerista de América

El cine Avila fue inaugurado con una bella película denominada, El niño y el toro.
Recuerdo imperecedero ese cuando mi tía América nos llevó a ver ese film, que narra las angustias de un niño que tenía un toro, que al crecer fue llevado a una corrida. El animal fue indultado, y volvió a las manos de su dueño, el sufrido propietario.
Tenía, para ese feliz momento, unos nueve años de edad.
En ese cine, que para su época, era una gran sala, con aire acondicionado, todo un suceso, conocí, en un concurso de canto, a Felipe Pirela. No ganó. Fue pitado, injustamente; pero algo me dijo, que triunfaría.
Después fue cantante de la orquesta de Juanito Arteta, la trompeta de oro de América.
Un buen día, ya pasados unos dos o tres años de la pita, El Show de las Doce, que animaba Victor Saume, que trasmitía Radio Caracas Televisión, y que tenía una sección en el programa denominada La voz secreta, ya al final de la semana, dijeron, quién era el ganador, o mejor, se reveló a quién pertenecía esa voz. Era Felipe Pirela.
Una semana cantó en el programa y quedó contratado para formar parte de la orquesta del popular espectáculo: Los Peniques.
Con esa orquesta grabó sus dos primeros boleros: Corazón y Entre copa y copa.
¨Para qué recordar lo que ya pasó
si la ingrata ya se marchó
no sufras corazón.
Corazón, sabe bien corazón,
que tuya fue toda mi vida
y mi gran amor...¨
A los inicios de la década de 1960, el maestro Luis María Billo Frómeta, reorganizaba su orquesta, ¨La más popular de Venezuela¨y la hizo reaparecer con Felipe Pirela y Cheo García, como bolerista y guarachero, respectivamente.
Fue todo un suceso.
El primer long play, bautizado con el nombre Paula, una bella animadora de la época, se agotó. No tuvo desperdicio, y hubo una edición, sin carátula, de emergencia, para satisfacer la gran demanda.
Exitos y más éxitos. Boleros, mosaicos, ..., puros éxitos.
Solamente una vez, El mal querido, Cuando estemos viejos, Amor de mis amores, Sombra, son los títulos que desde entonces suenan, y se han hecho inmortales.
Felipe se separó de la orquesta.
No voy a referirme a su tormentosa vida.
Toco su grandeza.
A ésta,, hoy, 2 de julio, cuando se cumple un año más de su prematura y lamentable desaparición física, el pueblo que le vió nacer, Maracaibo, le está rindiendo un merecido homenaje.
Primero, con un concierto titulado Ese bolero es mio, organizado por Rubén Darío Franco, con las interpretaciones de los artistas Linda Marin, Jorge y Lenin Quintero, y realizado en el Teatro Baralt; y, segundo, una Romería a Felipe Pirela, organizada por Henry Semprún, con el teatro en la calle, que va por las calles de Santa Lucía hasta el frente de la casa donde naciera el hoy ícono del Zulia.
Recuerdo un dato histórico que no puedo dejar pasar: Felipe Pirela llegó a vender un millón de discos en un momento que era casi imposible lograrlo.
Y por último, señalar que, en Ecuador, en Perú, en Costa Rica, lo escuché en la radio; lo mismo que en Miami. No hay día que no se radie un bolero de El Bolerista de América.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo