martes, 11 de julio de 2006

Emotividad ante la inmigración en Miami

¨Mi padre llegó aquí, a veces tuvo tres trabajos, pero esos trabajos estaban ahí. No hay otro país en el planeta que ofrezca esas oportunidades a los que vienen.¨
Así se expresó el general Peter Pace en Miami en Emotiva audiencia sobre la inmigración.
Lo citado, enmarcado en comillas, está publicado en El Nuevo Herald del día de hoy.
Yo me siento obligado a elevar unos comentarios.
Para jóvenes con fuerza física, caso del padre del general, un inmigrante italiano, con espíritu de superación, con el general hambre golpeándolo, que esté dispuesto a trabajar diez y seis horas diarias, de lunes a domingo, y seis horas diarias para estudiar, EEUU puede ofrecerle oportunidades para salir avante.
Las lágrimas del general Pace, hombre duro, deben ser el producto de las calamidades y esfuerzos, humillaciones, que su padre tuvo que pasar. Porque ayer y hoy en ese país hay discrimaciones de todo tipo.
Yo lo pude comprobar.
Contento por haberme ¨ganado¨la visa por el proceso de la lottery, me fui, junto con mi esposa, a ese país.
Quiero expresar el por qué de las comillas anteriores.
Yo estoy convencido que el premio es el proceso que, siendo engorroso, costoso y hasta a veces odioso y humillante, luego que se logra cumplir, es cuando le otorgan al solicitante la green card.
Retomo el hilo.
Al llegar nosotros a EEUU nos legalizamos en todo. Licencia de conducir, licencia de identificación, social security, constitución de una corporación, licencia para venta de seguros jurídicos, estudio de ingles, estudio de la legislación de ese país, de sus instituciones, de su historia, etc., y persuadido de haber sido calificado de manager, ejecutivo y administrador, nos pusimos a buscar un trabajo mientras desarrollábamos lo antes expuesto, incluso, hasta en un negocio de venta de cosméticos nos metimos, y digo nos metimos porque, si bien era de mi esposa, yo la apoyé en todo. Nada, con todo y actuar como los mejores ciudadanos.

Lo primero que recibí en una oficina de empleo del estado de la Florida fue humillante. Un funcionario me dijo: ¨Olvídese de que va a conseguir un empleo. Ya el tren de la vida pasó por encima de usted¨.
Como le demostré dignidad, seriedad y autorespeto, luego cambió su trato pero ya el mal se había producido.
Lo segundo.
Una institución, que se dice ser altruísta, sin fines de lucro, que ayuda a buscar empleo, me remitió a un colegio.
Afortunadamente, antes de que me atendiera la persona a la cual fuera referido, leí la literatura de la entidad educativa que, por cierto lleva el nombre de un gran poeta nicaraguense, y sin preguntarme el nombre me dijo: ¨Bueno, lo voy a poner a recoger la basura...¨
También, hice valer la dignidad y decoro.
Le manifesté:
¨Mire, escuche. Yo puedo hablarle a usted de quién es el poeta. Le puedo orientar a padres, representantes, sobre los fines de la institución contenidos en la literatura que leyera.
Reaccionó. Me envió para un departamento, tan frío, como ella.
No más que aguanté dos días. Parado. Sin siquiera tener elementales normas de cortesía.
Y mi esposa trabajó en una empresa poderosa de obrera. Pago de la hora...una miseria. Sin una silla donde sentarse. La media hora de descanso sin pago. Y se trata de una empresa norteamericana tradicional insignia de ese país.
Para personas de edad en EEUU no hay oportunidades. Y para los jóvenes las hay; pero... a cambio de dieciseis horas diarias de trabajo, más seis horas para estudiar, y en trabajos que los gringos jamás estaran dispuestos a desempeñar.
Nosotros nos regresamos.
No quizimos formar parte del numeroso ejército de ancianitos que en numerosas empresas son tratados como ¨desechos humanos¨. Son estos los que aprovecharon esas oportunidades? Son estos a los que las jubilaciones, si es que las tienen, no le alcanza para nada?
Nos regresamos a nuestro país.
A EEUU le pagamos el tiempo que nos permitió residir allá. Allá se quedaron nuestros pequeños ahorros, el producto de nuestro trabajo digno y honesto.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo