jueves, 3 de enero de 2013

La Paz: Compromiso católico

¨Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios¨ (Mt 5, 9).
He leído con detenimiento, el mismo 1 de enero, el Mensaje de su Santidad Benedicto XVI para la  celebración de la Jornada Mundial de la Paz.
En esta oportunidad, año 2013, ha estado dirigido a los que trabajan por la paz. Desde el día, en el cual lo leyera, en mi muro en Facebook, recomendé a todos su lectura y meditación. Le habla al complejo y delicado mundo actual.
Veamos, en síntesis, qué le dice a todos los hombres, el Sumo Pontífice.
Anuncien la salvación de Cristo y promuevan la paz. Mi amada Iglesia Católica ha estado siempre convencida en hacerlo, y hoy, en el Año de la Fe y de la Evangelización, lo está haciendo con más ardor y mejores métodos, siempre cercana a todos los hombres y mujeres que necesitan a Jesús.
Es un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre.
Es un compromiso, que no es sólo para nosotros los cristianos, sino para todos los hombres de buena voluntad, rechazar la creciente desigualdad entre ricos y pobres, y la causa que la origina que, resumida. es la consecuencia del egoísmo, del individualismo, de un capitalismo financiero no regulado en la globalización de la economía, hoy al borde de verdaderos cataclismos o precipios fiscales.
Nuestro compromiso atiende a la verdadera naturaleza de la religión, llamada a favorecer la comunión y la reconciliación entre los hombres.
La paz es un deseo innato en el hombre, que, en todo el planeta tierra, quiere una vida humana plena, feliz y lograda. Construirla con todos nuestros esfuerzos obliga.
Pacem in Terris, encíclica de Juan XXIII, próxima a ser cincuentenaria, citada por Benedicto XVI, nos invita a dejarnos guiar por la justicia, la verdad y el amor. Atender realidades concretas y reales, que nos aleje de la ilusión, porque la paz no es sueño, ni utopía, la paz es posible lograrla. La paz es a la vez mesiánica y es también, obra humana, Es un humanismo trascendente que nos permite vivir con los demás y para los demás. Es una ética de comunión y participación.
Jesucristo nos da la verdadera paz. El es Hijo de Dios. Y con Dios tenemos que tener a diario un encuentro confiado.
La paz llleva al hombre, nos lleva a los que confiamos en ël, a actuar conforme a su voluntad. Nos lleva a cuidar la dimensión trascendente y el diálogo constante con Dios, a diario, enfatizo. El es Padre Misericordioso, mediante el cual se implora la redención que su Hijo unigénito nos ha conquistado.
Dios nos permite, al aceptarlo en uestros corazones, rechazar el pecado, el egoísmo, la violencia, la codicia, el deseo de poder y dominación, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas.
Trabajar por la paz es buscar el bien del otro, el bien total del alma y del cuerpo, hoy y mañana.
Trabajar por la paz es defender la vida en su integridad, desde la concepción. Es defender a la familia y al matrimonio entre un hombre y una mujer.
Trabajar por la paz es defender la dignidad del trabajador y del trabajo.
Trabajar por la paz es creer en la justicia social. Es luchar por una educación idónea. Es sembrar valores.
Trabajar por la paz, es entender lo que significa una pedagogía de la paz, que enseña a tener una vida interior, claros y válidos referentes morales, actitudes y estilos de vida apropiados. Que enseña a vivir con benevolencia, más que con simple tolerancia.
Trabajar por la paz es rechazar la venganza, el rencor y perdonar.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo