lunes, 3 de diciembre de 2012

Es tiempo de definición

Soy cristiano católico y ciudadano, e invito, por tanto, a todos, a serlo también.
Es tiempo de trascendencia. Todas las personas la necesitan para estar por encima de las dificultades de la hora actual.
La trascendencia es tomar conciencia de que la vida no se agota en el tener y en los afanes, angustias y preocupaciones por lograrlo. Va más allá.
Con el amor de Dios, el amor para con Él, en Jesucristo y el Espíritu Santo - la Santísima Trinidad - , con el tiempo diario que le dediquemos para recibirle en un contínuo adviento, logramos esa trascendencia.
Cómo obtenerla? Con la oración sin cesar, con los rezos, lecturas de la Biblia, de los documentos de la Iglesia, el estar en la Eucaristía, la encontramos.
Todo lo antes expuesto, nos permite cultivar la fe en Cristo.
Cristo siempre nos acompaña. Mantengamos el corazón abierto para recibirle.
Recibirle en todo momento, alimenta, fortalece, la vida espíritual, la esperanza en la vida eterna: la verdadera y única trascendencia.
El Evangelio de Cristo ilumina nuestra vida.  Invita  amar al prójimo como a uno mismo. Nos transforma. Nos hace ser mejores personas.
La confusión que produce una vida de agite y violencia permanentes, se disipa con asumir con convicción esta definición. Se vive con certeza, confianza, alegría y esperanza. Se agiganta la fe, lo más grande que tenemos los cristianos católicos.
Ser mejores personas, ser mejores ciudadanos, porque para un católico la Política no le puede ser indiferente, ni dejarsela sólo a los políticos. Le lleva a fijar posición en favor de la libertad.
La libertad hace progresar a los pueblos. La falta de libertad hace que haya una industria pesada pero no una ciudadanía robusta.
El católico tiene el derecho y el deber de participar en Política, porque los asuntos de su ciudad, de su país, o del mundo, de la llamada aldea global, no pueden serles ajenos.
Yo, recientemente, afirmé, que la Economía debe ser cristianizada.
Toda actividad ha de ser cristianizada y la Política en primer término.
La Política gime por falta de santidad en algunos de  sus actores.
La Política tiene que ser iluminada por los valores del Evangelio de Cristo para que sea sublime y esté al servicio de todos, del bien común. Sólo así puede ser vista como una de las maneras más cristianas de servir al prójimo.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo