viernes, 11 de enero de 2013

No opinar precipitadamente

Ven a mí, Espíritu Santo en este momento, iluminame en todo instante. Posate sobre mí. Dame prudencia para hablar. Escuchar mucho, consultar e informarme siempre.
Debo evitar opinar precipitadamente. Ni por simpatía ni por antipatía, ni porque sea bueno o sea malo, porque tanto la una como la otra ciegan la razón. ¿Qué hacer? Silencio.
¿Qué otra cosa? Meditar.
¿Además? Buscar mucha información y hacer muchas consultas.
Hay que darse tiempo para juzgar ya sea un objeto, una situación, una acción, un libro, una obra, etc.
Mi amada esposa invoca al Espíritu Santo para que ponga en su boca las palabras y acciones oportunas ante una situación y le resulta.
Hay que recurrir a la oración. Jesús, con frecuencia, se apartaba del bullicio de las muchedumbres y se iba al monte a orar, a dialogar con Dios, en soledad y en silencio, y salía fortalecido.
Si de algo debemos huir es del apasionamiento, mas en momentos de pasiones encendidas o de violencia. Hay que analizar y conocer bien lo que ocurre para que el entendimiento sea libre, y proceda la razón. Es tiempo de prudencia, que no de cobardes ni de violentos.
Todo tiene su momento, su tiempo y su lugar. Hay que evitar los disparates que nada bueno dejan, y no pocas veces, dolor.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo