
No ignoro la existencia de razones más que suficientes y
justificadas para la desesperación y la violencia. Oremos con la fe y la
esperanza de no ver sumido al venezolano en guerra. Resistamos, con suma
paciencia, protestemos, no caigamos en provocaciones del tenor que sean,
provinieren de donde sea, hasta llegar al 6D: El voto consciente debe inundar
las urnas electorales por una Venezuela libre y de todos los venezolanos.
Recordemos el Evangelio que nos enseña que “la paz es mucho
más que la simple ausencia de guerra; representa la plenitud de la vida” (Mt 2,
5) y entre todos, en Unidad Nacional, la vamos a alcanzar. Venezuela pronto se
enrumbará por un camino de bienestar y prosperidad, donde serán muchas las
inversiones para su construcción. Invito a los jóvenes principalmente, con todo
respeto a una opinión distinta, a quedarse, a luchar por la madre enferma,
ayudarla a curarse, y a aprovechar los millones de oportunidades que vendrán
para el país. Es la bendición de Dios que genera fecundidad, bienestar (Is 48, 18-19), ausencia de temor (Lv
26, 6) y alegría profunda (Pr 12, 20).
Ya se avecina el tiempo donde “amor y verdad; Justicia y Paz
se abrazarán” (Sal 85, 11). Tiempo de convivencia social. De la presencia del “Príncipe
de la Paz” en nuestros corazones.
¿Quién es ese “Príncipe de la Paz”? Jesucristo,
nuestro único salvador.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo