La idea es superior dicen otros.
Se le atribuye a los marxistas el aferrarse a una
interpretación acorde con su óptica, de una realidad extraída de los libros y
no de la experiencia concreta, de esa que viven hombres y mujeres de carne y
hueso. El jesuita Francisco, nuestro santo Papa, piensa que lo más importante
es la realidad, no la idea.
Digamos textualmente, lo que dice: “La realidad simplemente
es; la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante,
evitándose que la idea termine separándose de la realidad” (EG, 231 y ss.).
No son sólo marxistas, que siguen tercamente imponiendo a los
pueblos el comunismo, que es perverso; sino otras formas de pensamiento tales
como los “purísimos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los
nominalismos, los proyectos, más
formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos” (Francisco dixit). Son
todos los que quieren mantener un orden social ajeno a soluciones posibles, reales,
políticas, económicas, que oponen todo tipo de obstáculo para el diálogo
sincero, no teatrero ni televisivo, que engaña al que poca cultura e
inteligencia tiene para captar lo que es la verdad y la dignidad humana. Son los
que, de manera calculada, eluden el razonamiento iluminador de la realidad. Parecieran ser lo
más interesados en propiciar la violencia. Esta es fuente de “buenos negocios” a
costa del dolor, que poco, o nada importa.
Me van a permitir una simplicidad doméstica: Cuando, padres
de familia, educábamos a los hijos, en su proceso de formación, en la primera
Iglesia del hombre – iglesia doméstica ha sido llamada – le decíamos: esto es
lo que podemos comer hoy; yo no iba a engañarles diciendo vamos a comer caviar…
ellos lo entendían y acataban lo conducente. Actuaba acorde con la realidad
económica familiar, con honestidad y transparencia. Mis hijos no iban a ver a
sus padres en un lujoso restaurant haciendo lo contrario. La credibilidad en
sus padres no se hizo nunca esperar.
La Iglesia, durante el Concilio Vaticano II, convocado por
San Juan XXIII, se declaró peregrina, para acompañar a los pueblos en la
búsqueda de un mundo más justo y equitativo. Era dilemática para la institución
esta definición declarativa, después de tanto tiempo celebrando el cura la
Santa Eucaristía de espaldas a la asamblea (Iglesia), dejando, si se quiere, el
ser únicamente guía de la grey para la
conquista pacífica del cielo.
¿Por qué el dilema? Porque las cosas iban a cambiar.
Indudablemente, las injusticias clamaban al cielo, la desesperación, fue
aprovechada por pensamientos, movimientos, incluso surgidos desde la Iglesia,
que, influidos por la revolución cubana y la teología de la liberación, tomaron
la vía de la lucha armada, la violencia, para fomentar guerrillas y terrorismo.
La situación de América Latina no iría a cambiar con la llamada Teología de la
Liberación del destacado sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez.
Muchos de esos movimientos produjeron numerosos católicos asesinados
y también otros que siéndolo o no, no comulgaban con la lucha de clases
marxista, pero que también corrieron con la misma suerte. Ubicaría entre los
primeros a Monseñor Romero de El Salvador. El odio cundió.
La realidad ha tenido momentos de progreso socioeconómico,
sin embargo, la realidad nos indica retrocesos lamentables o pocos avances. El
mundo se debate entre la paz y la guerra. La paz construye, propicia el
progreso, el bienestar; pero no la paz de los misiles; la guerra, destruye; no
hay arte de la guerra, porque jamás será un arte, ni acepto la llamada cultura
de la muerte, porque me resisto a creer que lo sea.
El hombre necesita pan; pero también el pan que viene de
Dios. Yo soy el pan que da la vida eterna. Quien cree en mí tendrá vida eterna,
nos enseña Jesús. El es palabra vivificadora, es actuación que da consistencia
(Jn 6, 41-51). Jesús es el Príncipe de la Paz.
Si queremos Paz dialoguemos con todos los
sectores. Es diálogo internacional, mundial, globalizado, es diálogo nacional.
Todos somos necesarios para la existencia de un mundo de amor basado en la
verdad, la realidad, la dignidad humana; fundado en el pan, la justicia, el
derecho y la paz.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar.
Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo