“El que sembró la semilla buena es el Hijo del Hombre” (Mt
13, 37).
Por laico se entiende la persona que no tiene órdenes
clericales; independiente de cualquier organización o confesión religiosa.
El Concilio Vaticano II expresa que son fieles laicos los que
manifiestan su intención de pertenecer a la Iglesia y a su misterio, que tienen
como carácter peculiar de su vocación, la búsqueda del Reino de Dios, tratando
de adecuar las realidades temporales ordenándolas según Dios.
Lumen Gentium considera que son aquellas personas,
cristianos, que incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de
Dios y hechos partícipes a su modo del oficio sacerdotal profético y real de
Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo
cristiano en la parte que a ellos corresponde.
Invito, en estas horas dramáticas de la Patria, a leer dos documentos,
uno, la Exhortación Apostólica, Christifideles laici y el Comunicado de la CEV,
de Juan Pablo II y de la Conferencia Episcopal Venezolana ante las Próximas
Elecciones del 7 de octubre del 2012.
Y es que los fieles laicos no podemos aislarnos
espiritualmente de la comunidad, ni mucho menos dejar de participar, tanto en
la Iglesia, de la cual debemos tener conciencia de pertenencia, como en la
sociedad.
A los fieles laicos no nos es dable mantenernos ociosos. Jesús
no nos quiere de esa manera y es por eso que nos manda a ir por el mundo a
evangelizar, es decir, a llevar el Mensaje de Salvación a quienes no lo hayan
recibido, y nos instruye cómo hacerlo. Debemos ser luz y sal de la sociedad
anunciando el Evangelio, y profetizando, rechazando la injusticia y la
violación de los derechos humanos fundamentales.
Los fieles laicos tenemos, también, un compromiso con nuestra
formación integral, que comprende la espiritual, la participación activa en la
sagrada liturgia, la doctrinal (estudio de la Doctrina Social de la Iglesia),
cultivando la fe en Cristo, rezando, orando; participando en política; luchando
por crecer en valores humanos, entre otras obligaciones no menos importantes,
como leer todos los documentos emanados del Concilio Vaticano II y el Catecismo
de la Iglesia, como herramientas valiosísimas para la preparación del Año de la
Fe del 11 de octubre de 2012 hasta el 24 de noviembre de 2013, celebración de
Corpus Christi.
Hay que llevar a la humanidad la esperanza en el Evangelio
vivo y personal, Jesucristo mismo, que es alegría, que la Iglesia testifica y
anuncia cada día a todos los hombres. Es la misión de todos, sacerdotes,
religiosos y religiosas, y fieles laicos. Somos Iglesia.
Hago un llamado a votar masivamente y a colaborar en
todas las fases del proceso comicial el
próximo 7 de octubre. Es por la defensa de la libertad y de la democracia.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo