“Más vale mendrugo seco en paz que casa llena de banquetes y
peleas” (Pr 17, 1)
Vivimos momentos difíciles caracterizados por el ruido, la
velocidad, la violencia, inflación, irrespeto por la vida, abundancia de
palabras, imágenes y sonidos, de poco o ningún espacio para el recogimiento o
el silencio.
El silencio requiere de tranquilidad, sosiego y de
apacibilidad.
Los acontecimientos diarios son de incertidumbre; pero, para
nosotros los cristianos católicos deben ser fuentes de oración, de fe y
esperanza.
La oración necesita del silencio. Le es vital.
Necesitamos tiempos dedicados a Dios, al silencio y a la
contemplación. Para lograrlo, revistámonos de paciencia, perseverancia y
constancia. No desmayemos en este propósito que nos fortalece.
La tranquilidad es virtud que, no obstante esas dificultades,
podemos adquirir. Es cosa de tener sosiego ante Dios.
La lucha es hacer todo lo que agrade a Dios. Nos da fuerza,
ánimo y paz interior para cumplir su voluntad.
Tengamos a diario varios momentos de silencio interior y
exterior para que en oración, nos escuchemos y escuchemos la Palabra de Dios.
Escuchar como personas y como pueblo, que la agitación no
produce conversión y calma que “liberan y producen sosiego y seguridad” (Is 30, 15).
Ante tantos hechos, que perturban, llevarían, en estos tiempos, al profeta Isaías
a decir: “!Alerta, pero… calma¡”
Hay que tener paz interior, sin ésta, no hay paz exterior.
Hoy hacen falta muchos espíritus serenos en la “incorruptibilidad
del corazón” (1 Pe 3, 4).
Ojalá, todos fuéramos diligentes en escuchar y tardos en
hablar, tardos para la ira. “La ira del hombre no realiza la justicia de Dios”
(St 1, 19 – 20).
Nuestro santo Papa, Benedicto XVI, al referirse al silencio,
afirma, que ayuda a escuchar la voz interior, que el silencio es indispensable
para la oración. El nos recuerda a Jesús y a la tradición patrística que nos
enseñan que “los misterios de Cristo están ligados al silencio y solo en el
silencio la Palabra puede acampar entre nosotros” (Zenit 07- 03- 2012).
El silencio nos hace sabios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar.
Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo