martes, 10 de enero de 2012

Preparación para el año de la Fe

“… los creyentes se fortalecen creyendo” San Agustín.

Benedicto XVI, el 11 de octubre del año pasado, dictó la Carta Apostólica Porta fide, “La Puerta de la Fe” (Hch 14, 27), que es un camino hacia la fe en Cristo.

Ese camino, delineado por el Santo Papa, nos impulsa a asumir un compromiso: Prepararnos, desde ya, para el Año de la Fe.

Ese Año de la Fe, decretado por el Sumo Pontífice, estará comprendido entre el 11 de octubre de 2012 hasta el 24 de noviembre de 2013, cuando se celebra la solemnidad de Cristo Rey.

¿Cómo prepararnos? ¿Para qué prepararnos?

La primera de las preguntas, la respondemos, diciendo, que, en el contenido de la Carta, se exponen los medios para lograr esa preparación.

¿Cuáles son esos medios?

1.- Los textos emanados del Concilio Vaticano II que “no pierden valor ni su esplendor” (Juan Pablo II). Es necesario leerlos “de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia…”; como afirma Benedicto XVI.

El Concilio es “brújula segura” afirma nuestro Papa. “Es – según él – la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX”.

Por supuesto, que ese estudio, de esos textos conciliares, ha de hacerse guiados por “hermenéutica correcta” para que puedan ser “una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia”.

2.- El Catecismo de la Iglesia Católica que es “…una contribución importantísima a la obra de renovación de la vida eclesial… regla segura para la enseñanza de la fe…”, según el beato Juan Pablo II, por quien oramos para su pronta santificación.

3.- “… volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado” (Benedicto XVI ).

La preparación para la fe, compromiso para todos nosotros los cristianos católicos, tanto los de fe sólida, como los de fe débil, es necesaria para estar en condiciones de asumir la Nueva Evangelización que, anunciada por Benedicto XVI, será aprobada por los Obispos en Sínodo que se realizará desde el 12 de octubre de este año nuevo.

Es una manera de purificación y renovación constante, de poder traer a la fe cristiana a tantos seres que vagan por el mundo en tiniebla y que tanto necesitan de la presencia de Dios, de Jesús y del Espíritu Santo, en sus corazones, para que reine en ellos, la paz, la justicia, el derecho, el amor, la solidaridad, la caridad y la misericordia. Es un gran reto ese compromiso que reclama un nuevo ardor en la evangelización. La Iglesia lo seguirá asumiendo, porque ella, con su amor y sabiduría, guiada por el Espíritu Santo, nunca ha dejado de evangelizar ni en los momentos más difíciles de su historia.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo