domingo, 14 de septiembre de 2008

Después de la Homilía. El Perdón

Hoy y todos los días debemos orar sin cesar. Y al rezar, no olvidar nunca el Padrenuestro.
Por qué hoy más que ayer ?
Porque en la Santa Eucaristía se nos pide que seamos capaces de perdonar al hermano, al prójimo.
En la primera Lectura del libro del Eclesiástico se nos dice, con una afirmación contundente, que son ¨cosas abominables ¨el rencor y la cólera ( Sir 27, 33; 28- 9 )
Si luchamos por no ser pecadores, por imitar a Jesucristo, debemos cumplir con los mandamientos que, se sintetizan, en aquello de amar al prójimo como a ti mismo.
No tener rencor, ni cólera, ni odio, ni actitud vengativa, es entrar en los linderos de esa síntesis.
Al perdonar, que es un acto de voluntad y no de sentimientos, nos serán perdonados nuestros pecados. Perdonar sin límites como Jesús nos propone: 70 veces siete ( Mt 18, 21- 35 )
Hay que perdonar de corazón. Hacerlo diariamente en nuestras oraciones.
Tener presente que Jesús en la Cruz pidió al Padre perdón por los que le hicieron sufrir. Pérdonalos Padre que no saben lo que hacen.
Porque quien hace mal, no sabe que se le revierte de manera implacable.
La justicia divina castiga al que hace el mal, al que no perdona. Al que no perdonó a su deudor, luego de haber sido perdonado por la misericordia de Dios, que es amor, fue enviado por El a los verdugos y fuera soltado después que perdonara al siervo deudor.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo