viernes, 6 de noviembre de 2015

La brecha entre ricos y pobres (Rerum Novarum)

Cuando el 15 de mayo de 1891, el Papa León XIII pone en vigencia la Carta Magna de la Iglesia en cuestiones sociales, se planteó, en dicha Encíclica, que, la problemática dantesca de los obreros, era de solución urgente. Ese planteamiento poco fue atendido porque no pasó mucho tiempo cuando se produjeron las dos guerras mundiales con sus consecuencias de sangre, lágrimas y dolor de los pueblos en pugna, donde más de cien millones de seres humanos perdieron la vida. El totalitarismo nazi-fascista llevó la batuta con el holocausto que mató a millones de judíos, por razones racistas, y los trabajadores fueron esclavizados. La URSS, con Stalin a la cabeza, después de la segunda de esas guerras, la más espantosa y cruel, con el socialismo real (comunismo) como sustento, asesinó a millones de seres y los campos de concentración emulaban los nazistas o hitlerianos. La producción económica se mantenía con la esclavitud de los proletarios.
La situación actual es de exclusión. La brecha entre ricos y pobres es alarmante y crece cada día.
Rerum Novarum nacía para condenar el socialismo porque negaba la propiedad privada y apelaba a la lucha de clases, excitando a los pobres a odiar a los ricos; condenaba, también, al capitalismo liberal al que atribuía la responsabilidad de la “cuestión obrera”.
Ahora ocurre que, la alianza capitalismo-socialismo, fascista, es el modelo político y económico para mantener esa brecha que permite ganancias obscenas con trabajadores manuales e intelectuales mal pagados, sin sindicatos, sin asociaciones en su defensa, sin seguridad social, Y lo más grave, se funda en lo palabrero en el socialismo, en una supuesta igualdad, generando pobreza y más pobreza, barrios paupérrimos, sin salubridad, semilleros de delincuencia.
Ya es inaguantable la brecha. Se habla de la cercanía de la tercera guerra mundial, que sería la aniquilación o exterminio de la humanidad sobre la faz de la tierra.
Sigue vigente la Carta de León XIII, documento básico de la Doctrina Social de la Iglesia. Quien tenga la osadía de negarlo vive “bien” y no sabe lo efímero de su riqueza que, no pocas veces, tiene un origen basado en la corrupción, en los delitos e injusticias, generadores de malestar social.

lunes, 26 de octubre de 2015

Restaurar y reconstruir a Venezuela (Necesaria distinción)

El orden social venezolano requiere ser restaurado y las obras – muchas de ellas – construirlas de nuevo.
En el orden social, el país clama por instituciones que funcionen.  En primer lugar, los poderes, que deben cumplir con el principio de Montesquieu en el Espíritu de las leyes: la separación e independencia de los poderes. Entre éstos puede y debe haber interdependencia pero no dependencia. Es el empeño de hombres causa de su funcionabilidad.
La lectura de encíclicas, dentro del estudio de la Doctrina Social de la Iglesia, como Quadragesimo Anno, publicada el 15 de mayo de 1931, para conmemorar los 40 años de la Rerum Novarum,  que poco movilizó la conciencia de los hombres, no obstante sus publicaciones y estudios, me lleva a reflexionar sobre el caso Venezuela que, según entendidos, es el primer Estado petrolero arruinado. ¡Insólito!
La restauración social fue el propósito central de la encíclica de S.S. Pío XI. Y, el cambio que se produzca en nuestra patria, pasa por esa restauración. Será obra de psicólogos sociales, sociólogos, psiquiatras, religiosos, teólogos, políticos, abogados, empresarios, para recuperar el prestigio venezolano, la convivencia social, la reconciliación, el perdón, la justicia, la moral, la ética, la libertad, la economía… todo el entramado social. No será fácil pero no imposible su recuperación.
Respeto al derecho de  propiedad y su función social, no a la lucha de clases, educación de calidad, formación técnica a obreros y campesinos, fortalecer las asociaciones profesionales, los sindicatos, los partidos políticos, darle dignidad al salario y al trabajo, no a la acumulación de riquezas en pocos, que tantos conflictos genera, justa distribución de la riqueza… todo dirigido a la reconciliación entre los venezolanos.

No al comunismo porque elimina la propiedad y estimula la lucha de clases. No al socialismo y habrá que pensar muy bien en el modelo político económico y social venezolano a poner en práctica. ¡Ojo! Con eso de socialismo bueno y socialismo malo, ambos no están acordes con la Doctrina Social de la Iglesia; ni está conforme con ésta ese capitalismo que estimula también la lucha de clases, causa de guerras, de crisis financieras y económicas y de desigualdades hirientes e inmorales. No a un estatismo exacerbado.

martes, 20 de octubre de 2015

El mercado ceñido a la Doctrina Social de la Iglesia: un hombre no alienado ni oprimido

“Que feliz el hombre cuando es solidario y comparte sin ser obligado a ello”
La propiedad privada tiene una deuda o hipoteca social sobre ella y una función social que cumplir, en sintonía o en concordancia con el destino universal de los bienes que satisfagan el desarrollo humano integral y no haya hambre en la tierra.
En ese contexto afirma la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) que se deben utilizar los bienes y servicios para la producción y el consumo. Es responsabilidad de tres actores: Mercado, Estado y cuerpos sociales intermedios.
Uso y consumo racionales debe ser máxima a cumplir en todo momento y se cuida así la tierra y el medio ambiente.
El libre mercado es un instrumento eficaz para colocar los recursos y responder eficientemente a las necesidades que, siendo infinitas y variadas no deben estar controladas por fiscales o inspectores que indiquen o impongan cuáles son. Esto atenta contra la libertad económica para producir; al igual que una caterva de controles.
Un mercado sin libre competencia no es eficaz y no permite importantes objetivos de justicia. Las ganancias mil millonarias deben ser moderadas y la justa distribución de la riqueza debe ser garantía de paz y bienestar social.
El libre mercado debe garantizar que hayan bienes y servicios en abundancia en beneficio de los consumidores. Estos deben reunirse, asociarse, para salvaguardar sus derechos. El libre mercado debe difundir informaciones de los productos y de su calidad.
Que error y desconocimiento de la verdad, con intereses crematísticos, afirmar que la Iglesia Católica no conoce de economía y no sabe de cómo combatir el hambre, la pobreza. Son los que no quieren escuchar la Palabra de Dios; los que no quieren leer y estudiar los Evangelios de Jesucristo, la Patrística – Padres de la Iglesia, entre ellos Clemente de Alejandría y su obra El valor de la riqueza – y defienden un verbo “acumular” con un cognomento “codicia” y no quieren compartir. Son los que rechazan y son enemigos de la palabra solidaridad. Que interesadamente, ven comunismo donde no existe y se complacen de tener alianzas con comunismo-capitalismo.
La ganancia no puede ser el único objetivo del libre mercado; tiene valores que transmitir a nivel social en coherencia con la lógica del mercado, orientado al bien común y al desarrollo humano integral. Si no tiene ese sentido social degenera con consecuencias inhumanas y alienantes.
La DSI quiere que el libre mercado se rija por la moral, por la ética… y no se corra el riesgo de la idolatría del mercado. Tiene límites. No todo lo resuelve el libre mercado.
La libertad económica tiene que ser regulada por un marco jurídico que la garantice; ella es solo un elemento de la libertad humana, de un hombre sujeto que produce y consume para vivir, sin alienación y sin opresión.
Bachaquear es obra o consecuencia de un Estado o Gobierno con malas políticas económicas y sólo ha generado y genera disvalores con ganancias excesivas a costa del calvario económico del pueblo que tiene que comprar productos con precios por los cielos. Bachaquear es acción de mafias que han encontrado la manera de obtener beneficios superiores a los que producen otros perversos ilícitos, el bachaqueo ha ido contra el valor trabajo en desmedro de la moral de un país.
Fuentes:
1. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, cap. IV, III.
2.  San Juan Pablo II, Centesimus annus 34; 41; 40; 39.
3. Beato Pablo VI y su Octogesima adveniens, 41 .