lunes, 18 de mayo de 2015

Cita con la Paz

¡Ofrece el perdón, recibe la Paz!

“Olvido y perdón son…, el nuevo implícito en la audiencia que Francisco brindó a Raúl Castro” (Jurate Rosales)
Leyendo a la directora de la revista Zeta, en su columna El Diario, y su trabajo “Señor Papa, ora pro nobis”, recordé a san Juan Pablo II en su Mensaje de 1997, por la Paz Mundial, titulado, ¡Ofrece el Perdón, recibe la Paz! Al Sumo Pontífice le digo: Francisco ora por Venezuela que recurrimos a vos, no nos abandones.
Si, como creyentes o como Iglesia, no somos capaces de pedir u ofrecer el perdón, nos constituiríamos en la negación del Príncipe de la Paz: Jesucristo, nuestra Paz.
Estamos cerca de grandes cambios globales. Señales hay que, hace poco tiempo, parecían impensables. Este ambiente nos lleva a ser peregrinos de la paz, cada quien desde su posición (Creyentes, personas de buena voluntad, obispos, sacerdotes, diáconos, padres y madres de familia, educadores, políticos, gobernantes, jóvenes…); peregrinaje que tiene por finalidad desarrollar una sólida “cultura de la paz”, obviamente, opuesta a la “cultura de la guerra” o del recurso a las armas como “medio rápido para afrontar problemas” (Mensaje No. 3).
Sueño con la existencia de Escuelas Especializadas de Paz diseminadas por el mundo entero. Las Iglesias tienen mucho que aportar en ese cometido. Formar agentes de paz empezando desde los niños y jóvenes, las futuras generaciones que regirán al mundo.
Se enseñaría la importancia de la reconciliación, del perdón, de cómo curar las heridas causadas por ofensas, guerras, violencia, catástrofes, etc., cómo reincorporar a las víctimas a las sociedades; con enseñanzas teóricas pero  más prácticas que teóricas.
Hay que ver la paz como procesos para lograrla; pero se requiere de un perdón sincero que, a la vez, sea aceptado por quien lo recibe; evitar que las heridas dejen de estar abiertas o dejen de sangrar;  que las ansias de venganza o revancha desaparezcan.
El perdón tiene una lógica, la del amor infinito de Dios. La Iglesia lo proclama a diario y lo ha hecho durante más de dos mil años.
Hay que acoger el perdón cordial. Hay que concientizar el Padre Nuestro, no recitarlo mecánicamente.
El perdón es un acto de gratuidad; se funda en el amor; pero tiene exigencias: el respeto de la verdad. Sólo Dios es la verdad absoluta. La verdad evita la mentira y la falsedad, que llevan a la desconfianza, sospecha y divisiones. Tenemos que la corrupción y la manipulación ideológica son contrarias a la verdad. Otra exigencia, esencial para que el perdón triunfe, lo mismo que la reconciliación, es la justicia, que tiene su fundamento último en la ley de Dios y en su designio de amor y de misericordia sobre la humanidad (Dives in misericordia 14) (Mensaje No. 5). #ElPerdonEsEncialParaLaPaz
Seamos, como lo dice San Francisco, instrumentos de paz. Encontramos apoyo, como católico que soy, en la Sagrada Escritura, en la Doctrina Social de la Iglesia, en el Magisterio de la Iglesia, en declaraciones universales, en constituciones, leyes, organismos nacionales e internacionales que trabajan por la paz. “Bienaventurados los que trabajan por la paz” donde quiera que se encuentren, que, saben que es difícil su logro pero no utópico ni imposible. Por la paz vale la pena todo esfuerzo. #SerInstrumentosDePaz

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo